Capítulo 15: Oráculo y Destino

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La noche cayó.

Vagando por las calles oscuras de Azerbaiyán sin compañía alguna, vestido con una sudadera gris que le cubría de que alguien pudiera reconocerlo.

Las estrellas parecían no querer salir esa noche, Kimi observaba el cielo deteniendose casi en todos los cruces de calles para buscar al menos una única estrella, sin éxito alguno, no lograba mirar nada.

Su teléfono celular jamás sonó en toda la tarde desde que salió del padook, y eso le decepcionaba bastante.
Aquí y ahora, no tenía necesidad de ocultar sus sentimientos, sentimientos que jamás creyó tener hacia otra persona que no fuera su esposa.
La ansiedad lo consumía en forma de escenarios imaginarios, los cuales, todos y cada uno terminaban en el mismo desenlace, Checo jamás volvería a hablarle.
Räikkönen logró llegar hasta una especie de parque público. Se sentó cerca de unos árboles y se recargó en el tronco de uno. Cerró los ojos con fuerza, golpeando su cabeza contra el tronco del árbol, buscando sacudir esos pensamientos intrusos para así eliminarlos por completo y tratar de lograr comprender lo que estaba haciendo.

Estaba perdido en la ciudad y no sabía cómo llegó hasta ese lugar.
De pronto sintió cómo un líquido caliente rodaba por sus mejillas. Rápidamente abrió los ojos y llevó ambas manos a sus mejillas, identificando ese líquido como lágrimas.

¿Lágrimas?

¿Ahora por qué lloraba?

Él jamás lloraba. No lloró ante ningún desastre, ni cuando le pidió matrimonio a Minttu, ni siquiera cuando ella le dió la hermosa noticia de que se encontraba en cinta.

Su mente vagó entre recuerdos tratando de encontrar la razón de su repentino llanto, sin embargo, se estancó en el recuerdo de aquel accidente.

De ver cómo la cabeza de Sergio se inclinaba hacia delante quedando inconsciente. Y cuando trataron de revisarlo un gran pedazo de fibra de carbono incrustada en el visor de su casco. Solo faltaron unos milimetros para que ésta se encajara en el rostro de Sergio.

Su corazón comenzó a acelerarse.
Sintiendose cada vez más y más culpable por eso.
Por haber dejado a Sergio atorado ahí, inconsciente en su monoplaza semidestrozado y en su casco algo que con un mal manejo al retirar el objeto podrían terminar con su vida.
Kimi pudo terminar con su vida y todo porque él probocó ese accidente.

Fue totalmente planeado cada segundo en pista.

Räikkönen se aterraba al imaginarse lo que pudo llegar a ser.
Solo faltató muy, pero muy poca fuerza más, o incluso, frenar menos de un milisegundo después para terminar con su vida.
Ese lindo accidente de coraje injustificado terminaría con la vida de Sergio solo por ¿qué?

Ni siquiera sabía por qué había hecho eso.
Por qué había odiado tando al tapatío.

Sergio jamás se mereció tanto odio.

Räikkönen estrujó sus manos contra su rostro y ahogó un gritó en sus palmas. Lleva años haciéndole la vida imposible al más joven, ¿cómo se suponía que quería que lo perdonara y se comportaran como si nada de eso pasó?

Santo cielo, Sergio se pasea por ahí con metal incrustado a sus huesos, y todo por su culpa y solo suya.

Ya había intentado todo. Sí, o al menos, ser amable y atento con el tapatío. Aunque ahora comprendía que esa nunca fue la forma correcta.
Ahora que volvía a reflexionar, ¿cómo osaba a pensar de forma lujuriosa respecto a Sergio?
Aun no intentaba arreglar las cosas con él cuando ya comenzaba a imaginarse cosa muy indebidas.
No tenía el derecho de imaginarse a Sergio desnudo y en su cama después de que todo el transcurso de la carrera del menor no fue más que el villano de su historia.

UBA: Un Bwoah A la vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora