Capítulo 16: Prefiero pedir perdón que pedir permiso

69 14 22
                                    


Räikkönen entró al departamento justo detrás de Sergio.
Observando atentamente cómo Checo caminaba con dificultad, perdiéndose  cuando bajó su mirada hasta las caderas del tapatío. Las cuales se movían de un lado a otro con cada paso torpe que daba. Hipnotizado en esa escena tan jodidamente sensual.

A Checo se le resbalaron las llaves de las manos; de inmediato se agachó a tomarlas, otorgándole una mejor vista de su enorme trasero al finlandés.

Los pantalones de mezclilla se curvaban ante los glúteos de Sergio, Räikkönen se perdió en la hendidura de enmedio y el cómo un poco más abajo se formaba un bulto.

Apretó ambos puños y se mordió el labio inferior al sentir vibrar su miembro bajo su ropa.
Tratando de contenerse.

Apartó la vista, buscando algo en qué perder su atención dentro de aquel departamento. Se giró hacia la puerta; a un lado se encontraba un perchero con un abrigo, y junto a la base, estaba el bastón de Sergio.

Cerró los ojos con fuerza.
De verdad que era un imbécil.

Por momentos olvidaba todo lo que le hizo a Sergio y las concequiencias que terminaron surgiendo. Ahí estaba una de ellas.
¿Cómo se supone que solicionaría eso?
Ser amable y atento no le era suficiente.
Tantos años insufribles no se borrarán de un día para otro como él deseaba.
Podría regalerle algo, pero ¿Qué?

Hueso roto.

¿De verdad quiso creer que con simples detallitos arreglaría eso?

Datallitos como si fueran ¿qué? ¿Pareja?
Räikkönen se sonrojó al pelnsarlo.
Pensando en que sería lindo eso. Que las cosas hayan sido diferentes en todo aspecto y ellos hayan podido ser algo totalmente contrario a "enemigos"

—A, Kimi—. El llamado de Sergio lo sacó de sus fantasías, se dió la vuelta. —¿Podrías ayudarme?—. Sergio se encontraba tirado en el suelo boca arriba y con un brazo levantado para llamar la atención de otro.

Kimi se asustó al verlo ahí, ¿Cómo es que había caído? —¿Te lastimaste?—. Dijo sin pensarlo dos veces y arrodillandose junto a Checo.

Checo levantó nuevamente el brazo izquierdo y tomó con delicadeza la mejilla del finlandés. Sonrió. —Estoy bien, solo me resbalé y me torcí el brazo. ¿Me ayudas a levantarme?—.

—¿Te rompiste el brazo?—. Räikkönen con los ojos bien abiertos tomó el brazo con el que Checo lo acaricio y lo revisó, después hizo lo mismo con el otro. Se preocupaba  por Checo, si le pasara algo, no se lo perdonaría. —¿Seguro que estás bien?—.  Volvió a preguntar.

Sergio soltó una carcajada. —Estoy bien—. Levantó ambos brazos, Räikkönen se inclinó y los colocó alrededor de su cuello para ayudarle a levantarse. —Gracias—.

Kimi lo levantó como si de recién casados se trataran. Sergio hundió su rostro en el cuello del finlandés, probocando un choque eléctricos entre ambos hombros. —¿Dónde está tu cuarto?—.

—A la derecha, penúltima puerta—. Dijo Sergio antes de undiese más en la piel del otro e inhalar su aroma profundamente.

La mente de Räikkönen volvía a ser un caos. ¿Cómo podía pasar de arrepentido, a asustado, y ahora nerviosamente excitado?

La nariz fría de Sergio rozaba su piel, había imaginado algun roce entre ambos pero jamás algo más sencillo. Esa sencillez le excitaba. Su miembro volvió a vibrar bajo su ropa, ésta vez ya estaba semi erecto. Sentía cómo le hervía la sangre con cada vez que Sergio volvía a hacerlo.

—¿Has estado haciendo ejercicio?—. Preguntó Checo tras una gran inhalación de su olor.

Con una mano temblorosa, Kimi abrió la puerta del dormitorio. —Caminé—. Contestó, intentando con todas sus fuerzas no delatar su nerviosismo. —Caminé casi todo el día, ¿por qué lo preguntas?—.

UBA: Un Bwoah A la vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora