El sol brillaba en el punto más alto del cielo, las nubes flotaban como algodón de azúcar, esponjosas, sin anunciar lluvias próximas. A lo lejos, podía admirarse el cielo pintado de celeste, con pájaros de colores surcándolo entre los imponentes y frondosos árboles que se extendían hacia lo más alto, como si quisieran alcanzar el cielo. El par de estudiantes de tercer año de secundaria disfrutaban de un día cálido de verano, donde la temperatura no era suficiente para sofocarlos.
—El sol está brillando tanto que me deslumbra —la muchacha de cabello color lavanda entrecerró sus ojos, pero su vista no se dirigió hacia el cielo, ni mucho menos hacia el sol, sino hacia el muchacho de cabello negro y despeinado que yacía a su lado, acostado sobre el césped mirando hacia el cielo.
Con ligera duda, Shota estiró sus manos, poniendo sobre los ojos de la muchacha esas gafas que él siempre llevaba alrededor de su cuello —Yo me encargo, Katla -anunció con una media sonrisa.
El pecho de Katla se elevó en un suspiro, y volteando su cabeza, alzó la mirada hacia el cielo, una pequeña risa silenciosa sacudió su pecho.
¿De verdad no lo notaba?
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Después de un día agotador, lo único que quería era tumbarse en el primer sitio cómodo que a primera vista considerara que lo fuera. Por eso eligió el sofá, sobre la desordenada bolsa de dormir de color amarilla, dejándose caer dramáticamente sobre este antes de cerrar sus ojos y llevar la mano a su frente de manera teatral.
—¿Día agotador? —la voz de Shota resonó clara, mientras que con su diestra le acercaba una botella de agua a la muchacha.
—No lo imaginas, ha sido horrible -respondió Katla abriendo uno de sus ojos —. Pero no pasa nada -añadió esbozando una pequeña sonrisa -, hay pequeñas cosas que a veces convierten un día de mierda en uno mejor -confesó tomando la botella que ofrecía Shota -. Gracias, Sho.
—Ni lo menciones -respondió él con una sonrisa propia antes de voltear su mirada hacia otro lugar.
¿De verdad era tan ciego?
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Las gotas de lluvia caían de manera torrencial. Normal, algo natural en invierno; aun así, la escena frente a los ojos celestes de la mujer parecía de alguna forma deprimente. Y eso era mucho decir considerando que una de las cosas favoritas de Katla era observar la lluvia, repasar las memorias que traía el agua; pero ahora mismo su mirada estaba perdida, tanto, que ni siquiera la voz familiar que se aproximaba a ella la hizo voltear.
—¿Katla? —pronunció Shota poniendo su mano en el hombro de la mujer, era la tercera vez que llamaba su nombre.
Katla volteó, encontrándose con los ojos oscuros de Aizawa. Qué diferente se veía al muchacho tímido que Hizashi y Oboro habían adoptado en UA. Shota ahora se veía como un hombre seguro de sí mismo, estoico, impasible, pero ella misma bien sabía que en el fondo tenía un corazón blandito. Shota no era tan duro como aparentaba ser.
—¿Pasa algo? —inquirió la aludida, ladeando su cabeza ligeramente hacia la derecha.
Shota rascó su nuca, su mirada evadiendo la ajena —Hizashi y Nemuri-senpai quieren saber si vendrás con nosotros.
—¿Te convencieron para ir al bar? —Katla soltó una pequeña risilla, conociendo ya de antemano lo insistentes que podían llegar a ser ese par.
Shota simplemente asintió.
—Bueno, así vamos en parejas —Katla ni siquiera lo pensó, las palabras simplemente se resbalaron por su lengua mientras las pronunciaba con una sonrisa.
Shota guardó silencio por un escaso segundo antes de añadir: —¿De amigos?
La sonrisa de los labios de la mujer se desvaneció ligeramente, experimentando cómo por una milésima de segundo su corazón parecía detenerse —Obvio, ¿de qué más va a ser? -preguntó y le dio un pequeño codazo juguetón en el brazo a Shota.
¿Cómo podía ser tan ciego?
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La sonrisa que siempre llevaba en sus labios parecía haberse disipado en las últimas semanas. Llegó incluso a distanciarse de aquellos amigos que hizo no solo a lo largo de sus años de estudios en UA, sino también durante sus diferentes misiones a lo largo de su corta carrera de heroína profesional. La duda e incertidumbre pesaban demasiado en sus hombros, y sabía que tarde o temprano tendría que tomar la decisión que impactaría profundamente su vida.
Estaba ahí en medio de la sala, mirando por la ventana hacia aquellas sombras dibujadas por la noche y las luces de los autos que, al pasar, iluminaban ligeramente las callejuelas en frente de la pequeña vivienda.
—Shota —pronunció su nombre con duda, cada sílaba con hesitación. Katla se apoyó en el alféizar de la ventana, alternando su vista entre la misma y el hombre.
—¿Sí, Katla? —preguntó él, volteando inmediatamente, cerrando el libro que tenía entre sus manos.
—¿Las estrellas no te hacen sentir como si fueras pequeño? Como si el universo entero estuviera mirándote —contestó, su mirada elevada hacia las estrellas que apenas alcanzaba a divisar debido a la contaminación lumínica.
Shota dudó, pero finalmente respondió: —Sí, a veces —su voz solemne, como la misma noche en calma.
Katla suspiró, esperando que el aire en sus pulmones se transformara en coraje —A veces hay cosas que quisiera decir ¿sabes?, pero no encuentro las palabras adecuadas para hacerlo... es como si nunca las hubiese encontrado.
El entrecejo de Shota se frunció ligeramente, pero manteniendo su seriedad característica, preguntó: —¿A qué te refieres?
La mujer de cabello lavanda se encogió de hombros —Supongo que me siento como una exploradora en la oscuridad, con un mapa en la mano, pero con miedo de seguir adelante. A veces me asusta lo que podría descubrir.
—¿Qué quieres decir?
Katla volvió a encogerse de hombros mientras emitía un tenue suspiro —No lo sé, es solo que... cuando estoy cerca de ti, siento que estoy en el lugar adecuado, incluso si el camino es un poco incierto.
Shota alzó sus cejas ligeramente en sorpresa, sabía que su amistad era férrea, que tenía años desde que se conocieron en la secundaria, así que sus palabras no le resultaron extrañas —Eso es... profundo.
Tras otro suspiro y un pequeño vistazo hacia Shota, la mujer volvió a mirar por la ventana —. Lo es —pronunció con seguridad, con un tono ameno, aunque un nudo se formaba en su garganta.
¿No lo notaba?
¿O simplemente no le importaba?
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Somewhere Only we Know
Fanfiction¿Qué haces cuando la persona más importante en tu vida desaparece sin previo aviso? ¿Cómo sigues adelante cargando el peso de tantas preguntas sin respuesta? Katla Aihara fue su ancla, el sol en su invierno. Todo. Y Desapareció sin una palabra, deja...