Capítulo 7

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No quería hablarlo con nadie, sabía lo que todos dirían y no tenía interés en escuchar palabras que intentaban llevar consuelos y caerían en oídos sordos. No quería oírlo, no necesitaba los consejos de sus profesores ni tampoco que otros le mirasen con lastima. Lo superaría, lo estaba superando. Se estaba empujando a sí mismo a romper los límites que su cuerpo había establecido. Entrenaba cuerpo y mente, aun cuando eso significaba alejarse de sus amigos, lo hacía, lo único que importaba era alcanzar su meta lo más pronto posible. Había trazado un plan, y este distaba demasiado de lo que había planeado al principio. No había nadie que lo convenciera de hacer lo contrario.

Entrenaba y descansaba cuanto podía en intervalos que no perjudicarán el desarrollo de su plan. Estaba bien, Hizashi ni nadie necesitaba preocuparse por él. Shota estaba bien, se los decía, y aun así ella se quedaba a su lado, cada vez que le decía que se fuera, no lo hacía, y aunque al principio su compañía le resultaba incómoda al sentir que estaba tratando de sacarlo de su burbuja, pronto se dio cuenta que no era lo que quería, que Katla solo lo acompañaba sin decir nada, sin juzgarlo, sin sugerir que siguiera un camino diferente.

Así no, Shota, se te van a resbalar las vendas si no las ajustas lo suficiente —Katla tenía la mano derecha de Shota en su mano, tratando de acomodar el vendaje en sus dedos producto de las quemaduras de la cuerda que usaba para escalar, —. Aparte, primero deberías ponerte parches y proteger las heridas, si no, vas a seguir abriéndolas antes que tu piel se acostumbre.

Shota rodó los ojos, pero en el fondo le agradaba su compañía, y no es que no le agradara la de Hizashi, pero Katla era diferente.

Ya, ya, lo haré como dices, a la próxima —concedió tras unos segundos de silencio donde se permitió contemplarla hacer el trabajo. No le importaba realmente, pero no podía negar tampoco que la muchacha tenía la razón.

No, no, no me digas eso solo para que no te regañe. ¡Hizashi, apóyame en esto! —exclamó Katla volteándose, buscando con la mirada al muchacho que estaba sentado a unos cuantos metros más allá en el gimnasio de UA.

Hizashi esbozó una pequeña sonrisa, estos eran de los pocos momentos en que parecía que todo era normal entre ellos, aun cuando algo faltaba —Hazlo como dice Kat, Shota, sabes que no va a dejarlo por la paz.

Ajá, y cómete los bentos que te traigo, deja esas porquerías de gelatinas. No me levanto a las cinco de la mañana para preparar comida y luego tener que tirarla —añadió Katla volteándose hacia Shota, terminando de ajustar el vendaje en su mano derecha, pidiendo que extendiera la izquierda para hacer lo mismo.

No tendrías que levantarte a las cinco de la mañana si no te empeñaras en hacer esos bentos.

Hizashi miró hacia otro lado inmediatamente —Ay no.

Katla ni lo dudó, le dio un golpe suave en la cabeza a Shota antes de volver a tomar su mano para ajustar sus vendajes, esta vez con menor delicadeza. Y Shota pudo detener el impacto, e incluso tomar la muñeca de Kat antes que su mano impactara contra su cabeza, pero no lo hizo, en cambio esbozó una media sonrisa tras el golpe.

No deberías molestarte, Kat —Shota ladeó su cabeza para observar a Katla.

Mira, voy a seguir haciéndolos, es tu decisión si te lo comes o no, pero si no, me estarás haciendo perder el tiempo y vas a tener que cargar con eso en tu conciencia por el resto de tu vida —Katla alzó su mirada; su voz no sonaba amenazante ni triste, sino qué tenía un tono incluso juguetón, además, llevaba una pequeña sonrisa en sus labios.

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora