El insomnio a veces llegaba sin invitación. No solía suceder tan seguido, solo en fechas donde recordaba fatídicos sucesos que habían dejado cicatrices que se negaba a admitir en voz alta. Y hoy era uno de esos días. Shota miraba el teléfono, miraba los mensajes e incluso fue más arriba, leyendo los primeros que Katla envió. Pudo notar como la conversación poco a poco fue cambiando, se notaba más natural y, aun así, la aprehensión estaba presente a veces cuando algo era escrito, algo que les recordaba la distancia, las decisiones, los errores.
A veces, él decidía fingir que no había pasado nada, pero pronto se daba cuenta de cuán diferentes eran sus vidas, del secretismo alrededor de la vida de Katla. A veces se sentía tentado a preguntar, a inquirir, a escarbar entre la tierra, pero temía encontrar algo más que gusanos. Pero más temía el no encontrar nada, el chocar contra una pared de concreto y que todo lo poco que quedaba entre ellos colapsara, apagando esa pequeña llama que se enfrentaba con valentía a un vendaval.
Shota se preguntaba a qué estaba jugando. Katla podía parecer la misma persona que Shota conoció en la escuela, esa que solía regañarlo cuando no hacía algo que debía y tuviese que ver mayormente con el cuidado de su propia persona, o esa que cocinaba para él, que insistía —junto a Hizashi— que hicieran esto o aquello. Katla, esa que lo empujaba fuera de su zona de confort, esa que estuvo junto a él en cada mal momento... era irónico que incluso apareciera nuevamente tras lo sucedido en la USJ. Siempre estaba ahí.
Pensaba en tanto y a la vez quería pensar en tan poco, pero los recuerdos comenzaban a llegar como una abrumadora tormenta, y eran tan vívidos cuando cerraba sus ojos; no podía dejar de pensar en ello, en cuando se fue, y experimentaba de nuevo ese vacío en su pecho al no saber si volvería a suceder. Era lógico. Y lo racional era que lo enfrentara y acabara con esa incertidumbre, pero Shota... Shota no quería tentar a la suerte, no quería presionar algo tan frágil que sabía que se rompería a la mínima presión.
Pero por fortuna llegó el campamento. La planeación y el estrés de cuidar de un grupo de adolescentes que parecían tener tendencias suicidas y se lanzaban directo al peligro sin siquiera dudarlo lo mantenían ocupado. Serían buenos héroes, pero necesitaban disciplina, necesitaban ser pulidos y ese sería su foco durante todo lo que durase el campamento de verano; Shota junto a Vlad, se preocuparían cada día de planificar el entrenamiento, de modificarlo si era necesario, e incluso el grupo de las Wild, Wild Pussycats lo mantendrían ocupado durante estos días. Aun así, a veces se encontraba alcanzando el teléfono móvil en su bolsillo en búsqueda de un mensaje, y tentado a responder aun cuando sabía que debía enfocarse completamente en su trabajo.
Los días iban transcurriendo normalmente, pese al alboroto entre la clase A y B que decidieron hacer mal uso de sus quirks lo cual derivó en un castigo para todos los involucrados, y después del vergonzoso show de Mineta intentando espiar hacia el otro lado de las aguas termales, sintió que debía disculparse con sus anfitrionas.
Shota, reunido junto con Vlad, Pixie-bob y Mandalay, acabó atrapado en un juego de mahjong, algo que no le agradaba en lo absoluto, pero fue una idea de sus anfitrionas y no pudo simplemente declinarlo aunque se vio involucrado en demasiadas partidas por la insistencia de Pixie-bob que claro, tenía sus razones para querer ganar, pero un desmotivado y cansado Aizawa ya no quería continuar en las partidas, y su compañero Vlad, pese a mostrarse más entusiasta, quería descansar antes del entrenamiento matutino de los alumnos.
Al retirarse hacia sus cuartos, Shota sacó el teléfono, era tarde, de madrugada. Al revisarlo, se dio cuenta que tenía un par de mensajes.
Fue la única vez que sonrió durante la noche, aunque fuese solo una mueca que apenas curvó las comisuras de sus labios. Era una imagen panorámica —que se notaba tomada desde las alturas— del parque Odori en Sapporo, pero no fue eso lo que hizo a Aizawa sonreír, sino que ella aparecía en esa fotografía luciendo una pequeña sonrisa, una de esas que parecía genuina.
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Somewhere Only we Know
Фанфик¿Qué haces cuando la persona más importante en tu vida desaparece sin previo aviso? ¿Cómo sigues adelante cargando el peso de tantas preguntas sin respuesta? Katla Aihara fue su ancla, el sol en su invierno. Todo. Y Desapareció sin una palabra, deja...