Capítulo 11

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No pudo pensar en nada más, aún cuando Katla tenía que concentrarse en su trabajo, se encontraba a veces pensando demasiado en todo eso que quería evitar. Mientras más lo empujaba, más regresaba a ella. No podía evitarlo, cada fibra de su ser se veía atraída hacia ideas que no podía permitirse, hacía deseos prohibidos, hacia esos que renunció hace más de seis años; aun así se encontraba añorando poder dar vuelta atrás las manecillas del reloj. La tortura era preguntarse qué pudo ser.

Tomó una bocanada de aire antes de abrir su libro. Era un libro sencillo que solo llevaba en su mano para alejarse de los pensamientos, para evitar la tentación de tomar su teléfono y hacer algo de lo que se arrepentiría.

Pero no podía borrar el sonido de su voz llamando su nombre, tampoco sus ojos fijos en ella. Por mucho que lo intentara no podía. Katla cerró su libro con frustración, tomando el teléfono de su bolsillo para buscar algo más en lo que enfocar sus sentidos, quizá un video estúpido o algo que la hiciera reír. Ni siquiera el paisaje precioso afuera del tren lograba llamar su atención, de hecho, era todavía peor porque traía recuerdos como una cascada que caía fuerte sobre su espalda.

¡¿Katla?! —una voz femenina pronunció.

Katla, sobresaltada, se volteó para que su mirada capturara una figura ya conocida, la última que faltaba para considerar que se había encontrado con todas las personas importantes en su vida que había intentado dejar en el pasado. Katla Iba con ropa de civil, ni siquiera debía destacar como para que alguien la reconociera.

Mira, era la única que todavía no te había visto —dijo Nemuri sentándose al lado de Katla.

Cosa del destino fue que ambas eligieran el mismo tren en una mañana tan tranquila de fin de semana.

¿Qué estás haciendo aquí?

Katla frunció el entrecejo —¿Viajando?

No, en Musutafu. Hizashi dijo que te vio cerca del festival deportivo de UA, y que fuiste a ver a Aizawa al hospital cuando estuvo internado después de lo de la USJ —Nemuri se volteó hacia Katla, no la juzgaba, pero tenía tantas dudas como los demás.

Ah, eso —Katla agachó la mirada por un momento, decidiendo no mirar a Nemuri —. Estaba preocupada por Shota, nada más, y lo de Hizashi fue una coincidencia, estaba trabajando ese día.

Sí, eso me dijo Hizashi —respondió inmediatamente Kayama —, pero, Katla ¿por qué volviste? O más bien ¿por qué te fuiste en primer lugar?

No podía esperar menos de Kayama. Katla esbozó una sonrisa de medio lado, llenando su pecho de aire. No podía explicarlo, no era tan fácil.

Vine por trabajo —partió por la interrogante más fácil de responder, su voz suave, casi insegura de cada palabra que pronunciaba —, y lo demás no puedo decírtelo, Nemuri.

Era la primera que la enfrentaba tan directamente. Fue una de las personas que Katla siempre admiró, Nemuri para ella era de alguna forma su modelo a seguir junto con su hermana Erin, y la apreciaba bastante. Katla consideró a Kayama su mejor amiga pese a que era un año mayor que ella, y aun después de que ambas se graduaron de UA, continuaron en contacto, había confianza... hubo confianza entre ellas, la suficiente como para que Katla le contase cosas que a otros no.

Kayama frunció el entrecejo, su mirada clavada en la mujer a su lado —Katla, no puedes hacer esto; volver de la nada sin dar explicaciones, aparecer en el hospital y luego irte sin decir nada. Sabes cómo es Shota, no va a decir nada, pero estas cosas le afectan y ahora estamos pasando por situaciones complicadas, no puedes complicarlas más apareciendo así de la nada.

Nemuri nunca fue una que se restringiera con sus palabras, siempre le dio sus opiniones a Katla aun cuando ella no quisiera escuchar la verdad, pero eso fue algo que siempre agradeció la segunda, sin embargo, ahora mismo comenzaba a sentir la culpa susúrrale todavía más fuerte en el oído.

Lo sé, Nemuri pero... —Katla no continuó, simplemente emitió un largo y cansado suspiro. Las palabras se enredaban entre ellas y no era capaz de comunicarse efectivamente, así que dirigió su mirada hacia la ventana, evitando a la mujer a su lado que había llegado como un huracán, repentino y devastador a disparar palabras que solo aumentaban su remordimiento.

Estuvo preocupado por ti ¿sabes? Te buscó.

Katla volteó ligeramente su cabeza —Lo sé.

¿Por qué no nos dijiste nada?

No puedo decir nada, lo lamento.

Los ojos de Katla se veían diferentes, siempre tuvieron un brillo singular, cada vez que hablaba o sonreía, había un algo en su mirada, un algo que reflejaba su personalidad radiante, pero ahora, ese brillo no estaba ahí, y Nemuri lo notó. También la manera en que su voz sonaba cansada, en cómo la fatiga se esparcía en los surcos de su rostro.

La mirada de Nemuri se suavizó —¿Cómo estás tú?

Kat trató de sonreír, pero apenas pudo elevar las comisuras de sus labios —Estoy bien, ¿tú? ¿Disfrutando la vida de maestra?

La aludida podría preguntar cómo lo sabía, podía hacer muchas preguntas, pero sabía que no iba a recibir respuestas, al menos ninguna que develara el misterio con el que han tenido que vivir por años.

Es magnífico —respondió Kayama con una sonrisa mientras se acomodaba en el asiento para mirar hacia adelante —, es un trabajo noble, uno que disfruto mucho. Los niños de este año prometen mucho. Hizashi también se convirtió en maestro, y Shota fue el último en hacerlo, pretende que no le agradan sus estudiantes, pero en el fondo los aprecia.

Katla no sabía qué pensar o cómo reaccionar a la mención de su nombre, así que sencillamente sonrió, esta vez fue una media sonrisa sincera.

Shota siempre fue bueno aconsejando a otros —recordó con nostalgia —. Me alegra que encontraran una vocación que los haga felices además de ser héroes.

La conversación continuó sobre temas triviales, Nemuri evitó las preguntas personales o algo que tuviera que ver con las decisiones de Katla, y Katla trató de mantener una conversación ligera hasta que ambas tomaron caminos separados al llegar a sus estaciones de tren.

El resto del día, Katla no pudo evitar pensarlo, pensar en el daño que les había hecho a sus amigos al irse sin explicación, pero que en ese momento cuando tomó la decisión, tenía todo el sentido del mundo. No fue solo Shota, sino Hizashi y Nemuri también, incluso su hermana y cualquier otro que se quedó en vela preguntándose por ella, pero por lejos los primeros cuatros fueron quienes se vieron afectados mayormente.

Katla tomó su teléfono mientras caminaba hacia el edificio. Su mirada se trasladó hacia la tarjeta con la información de Shota que le había entregado Nemuri y aun cuando la tentación de marcar su número, o enviarle un mensaje fue enorme, se resistió. Kayama tenía razón, no podía complicarle la vida a Shota, no cuando era incapaz de darle lo que merecía: una explicación. Y quién sabe, quizá ni siquiera quería saber de ella ahora.

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora