Capítulo 12

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Aihara, pensé que no vendrías —el hombre de gafas y diente de oro estaba sentado en la barra, tenía una copa en su mano y la chaqueta que se subía ligeramente en su manga derecha, revelaba cadenas y relojes costosos alrededor de su muñeca.

Katla avanzó con seguridad, sentándose a su lado mientras sacaba de su bolso una carpeta de color café, se veía simple, pero era bastante gruesa, llevaba una gran cantidad de papeles dentro.

¿Cuándo he quedado mal, Giran? —preguntó apoyando su codo derecho sobre la barra, volteándose hacia el hombre.

Nunca se sabe cuándo pueden tener un cambio de corazón —respondió Giran tomando un sorbo de su trago.

La mirada de Giran fue hacia la carpeta que reposaba en la barra, pero cuando estiró su mano para tomarla, Katla la alejó de él. Llevaba años tratando con personas de su calaña, sabía cómo jugar sus cartas, o al menos, eso era lo que aparentaba.

No tan rápido, Giran, no seas ansioso, primero quiero asegurarme que tienes lo que te pedí, si no —Katla golpeó con su dedo índice la carpeta —, me la llevo.

El hombre rodó los ojos y saco de su bolsillo una pequeña tarjeta de memoria SD, era pequeñísima, pero la extendió hacia Katla por la barra. Los ojos de la mujer inmediatamente se fijaron en esta, la tomó entre sus dedos y clavó su mirada en el contrario. Era imposible comprobar la información que contenía de esta manera, pero no podía tampoco arriesgarse a jugar la carta equivocada.

Katla movió la carpeta hacia la dirección de Giran que inmediatamente la abrió para confirmar que efectivamente los papeles estaban dentro. También era un riesgo para el hombre de negocios el intercambiar información así.

¿Has visto el vídeo de Stain? —preguntó Giran súbitamente.

Pese a la sorpresa que le tomó la pregunta, asintió con serenidad —Lo vi, sí —respondió Katla volviendo a apoyar su codo en la barra y su mejilla en la palma de su mano —. Muchos están saliendo de sus cuevas, animados por la ideología de Stain, ¿por qué preguntas? ¿quieres que te consiga su autógrafo? ¿estás organizando un fan club?

¿Por qué, te interesa unirte? —preguntó Giran sonriendo, no tomando la pregunta como una ofensa.

Nah, así estoy bien, no me gusta que me digan qué hacer.

¿Simpatizas con los héroes? ¿Se te derritió el corazón? —Giran volvió a tomar otro trago.

Katla mantuvo su mirada fija en Giran antes de esbozar una sonrisa —No. Creo que todo eso por lo que han luchado pronto comenzará a caerse a pedazos, el resurgimiento de los villanos y criminales está a la vuelta de la esquina. Es cuestión de tiempo para que todo se le salga de las manos a los héroes y a la policía. All Might es un solo hombre, no es un Dios.

Giran sonrió —Pienso lo mismo. Incluso el mercado negro está resurgiendo con fuerza.

Así como la liga de villanos ¿no? He escuchado que están abiertos a reclutar.

¿Te interesa?

No, no me agrada la idea de que un niño me dé ordenes —Katla se encogió de hombros.

Shigaraki no es un niño cualquiera.

Katla ríe suavemente, sus labios curvándose en una sonrisa —¿Eres su fanboy ahora?

No, no específicamente, pero tiene potencial.

Me lo imagino —Katla se sentó derecha, marcando su pronta salida —. Pero lo pensaré, y te contactaré en unas semanas, creo que necesitaré otro "favor".

Con eso, Katla se levantó del taburete, alejándose de la barra y guardando la memoria dentro de su bolso. Se despidió de Giran, y pagó incluso su cuenta antes de retirarse, aunque ella no había bebido nada. Tenía que estar en buenos términos con alguien tan útil como lo era él para moverse en el mercado negro.

Katla tomó un taxi. Tenía que comprobar si la información recibida era verídica, pero antes tenía que seguir un protocolo para asegurarse que no le saldría el tiro por la culata.

Al llegar al apartamento que ocupaba, dejó su bolso sobre el sofá y tras tomar la memoria, se acercó a una computadora que se notaba era nueva. La encendió y mientras dejaba la memoria SD en la mesa, tomó su teléfono para contemplar la hora. Pero esa solo era una excusa.

En la mano derecha de Katla estaba la tarjeta que le entregó Nemuri. Su teléfono ya lo tenía, ella misma lo había guardado en sus contactos aquella mañana en el tren, pero el de Aizawa... ahí estaba, frente a sus ojos en una tarjeta tan sencilla que se notaba era su estilo. Solo tenía la información suficiente de su contacto, y nada más, las letras negras, sin ningún adorno... Sonrió al notarlo.

Sería complicarlo. Si le hablaba, de nuevo, complicaría todo porque sabía que una vez que se acercara... no podría alejarse de nuevo, pero las palabras de su hermana rondaban en su cabeza ¿de verdad no había una manera? Porque quería, y sentía su corazón apretarse al pensar en él, en todo lo vivido a su lado, y en que ahora mismo... cuando todo se estaba complicando, no podía estar ahí para él.

El peso de sus decisiones caía sobre sus hombros con una fuerza aplastante. Fue más fácil cuando estuvo lejos, el tiempo le ayudó a olvidar, a ignorarlo, pero ahora. Ah. Ahora no podía pensar en nada que no fuera su conversación con Kayama y Erin, incluso en ese breve intercambio de palabras con Shota. Seguía siendo el mismo, completamente el mismo que recordaba.

Titubeó, sus ojos se paseaban por su nombre, por cada kanji de su nombre, por los números de su teléfono. Era demasiado complicado, y tenía que tomar una decisión ¿jamás tendría de nuevo una oportunidad? ¿no era mejor dejar a los fantasmas descansar? Ah, no, pero ya los había despertado cuando fue al hospital, ya había dado el primer paso y no continuar adelante ¿no sería peor? ¿Qué podía hacer realmente en esta situación?

Sus dedos se pasearon ansiosos entre su cabello mientras apoyaba sus codos sobre sus rodillas, inclinándose hacia adelante. ¿Qué era lo que quería ella? ¿Hace cuánto no se lo preguntaba? ¿Hace cuánto no tomaba una decisión porque era lo que ella quería? Volvió a mirar la tarjeta ¿y qué si era un error? ¿No estaba ya cansada? ¿No tenía algo de razón lo que le dijo a Giran? ¿No odiaba realmente que le dijeran que hacer?

Respiró profundamente, su mirada se trasladó hacia la computadora, y luego hacia el teléfono que ahora sostenía en su mano, no olvidaba, no olvidaba ninguno de los recuerdos que hicieron juntos, ni los buenos, ni los malos.

Si se alejaba, jamás tendría otra oportunidad, pero, si se acercaba ¿sería capaz de luchar contra el fuego abrumador con tal de mantenerse donde quería? ¿Sería capaz de luchar contra cada vendaval? ¿de lidiar con cada consecuencia?

Así es la vida, difícil y nada racional.

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora