Capítulo 13

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Pero había un recuerdo en especial que ahora mismo volvía a su memoria.

Las estrellas brillaban en el cielo, en lo más alto del firmamento formando patrones, dibujos que podía trazar con sus dedos e idear algo más que simples constelaciones. Era hermoso, no había ni una nube en el cielo, y la contaminación lumínica tan lejos de la ciudad, no empañaba tan hermoso paisaje, ni las montañas dibujadas por el resplandor de la luna, ni tampoco el aroma fresco al pasto casi recién cortado, ni mucho menos a las flores que decoraban el ostentoso edificio hacia el que se dirigían.

Una Katla de apenas 22 años llevaba un vestido azul marino con brillos, ceñido al cuerpo, con un escote pronunciado pero elegante, revelando una sugerencia de la clavícula y piel delicada. Las mangas largas y ajustadas, resaltando los músculos de sus brazos. La falda, con su corte exquisitamente ajustado, desplegándose con un sutil movimiento que recuerda a una flor en plena eclosión, todo acompañado por un par de tacones negros con los que lograba moverse con gracia. Su cabello caía como una cascada por sus hombros.

Shota llevaba un traje simple pero elegante, y se veía tan diferente a como lo hacía usualmente; con su cabello bien peinado y atado en una coleta le daban el toque perfecto, nadie iba a reconocerlo de esta manera, no cuando se veía tan pulcro, ni mucho menos cuando en sus pocos años de carrera, Shota se había concentrado en mantener bajo perfil a diferencia de otros héroes.

Es una mierda caminar con tacones, Sho —se quejó Katla por lo bajo aferrándose al brazo de Shota mientras entraban en el salón, como si él pudiera solucionar su problema.

Shota agachó su mirada, su mirada imperturbable se fijó un par de segundos más de lo natural en las piernas de Katla antes de volver a levantar la vista hacia adelante.

Debimos venir como servidumbre, esto es ridículo —opinó tratando de mantener un semblante sereno.

Yo sé, y yo te apoyaba, pero... ya ves —Katla suspiró —. Espero que al menos me dejen quedarme con el vestido, está bonito, me veo como una modelo, quizá debería considerar cambiar de carrera.

De nuevo, la mirada de Shota, de soslayo, inspeccionó el vestido, o al menos eso era lo que se decía a sí mismo, que sus ojos recorrían el cuerpo de la mujer a su lado determinando si era una pieza la cual valía la pena conservar o no, obviamente no la veía de otra forma. Eso se decía. Claro. Claro...

El salón de la fiesta al que ambos ingresaron, irradiaba opulencia. Las murallas estaban cubiertas con papel de pared oscuro, adornado con detalles dorados y rojos, con decoraciones elegantes, ostentosas. Un candelabro colosal ocupaba el cielo, uno que parecía suspendido del techo por un hilo invisible, arrojando una luz dorada que parpadeaba sobre la multitud de invitados, creando destellos fugaces en sus rostros.

Los asistentes, vestidos con trajes caros y kimonos de seda, se mezclaban en un alboroto animado. El sonido de la música en vivo, interpretada por músicos de koto y shamisen, fluyendo a lo largo de la sala, envolviendo a la multitud en una melodía hipnotizante y misteriosa.

La atmósfera es eléctrica, y las conversaciones susurradas de los invitados revelan la naturaleza turbia de sus actividades. Los rostros de estos empresarios corruptos están enmascarados por sonrisas afables y gestos de cortesía, pero detrás de esas máscaras, se escondían secretos oscuros y acuerdos ilegales.

En una esquina del salón, un rincón oscuro alberga a un grupo de individuos en una discusión silenciosa y seria. Parecen estar tramando algún tipo de negocio ilegal; el aire a su alrededor carga de un aura de conspiración, lo revela.

¿Qué dices? ¿me veo bien o no? —insistió Katla mientras se acercaban hacia una de las mesas donde estaban dispuestos los bocadillos.

Los ojos oscuros del Shota volvieron a posarse sobre ella, podía señalar que uno de sus objetivos; Matsushima Shigekazu, estaba a unos cuantos metros de ellos, que debían acercarse, que era exactamente lo que debían hacer, pero;

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora