Capítulo 9

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Tenía razón. Su hermana tenía razón y el café tenía un excelente sabor, mejor que el de esas cafeterías aesthetic que había visitado los primeros días porque Musatafu, o al menos en área que ahora recorría, había cambiado bastante desde la última vez que había recorrido sus calles. Pero sí, su hermana tenía razón, la variedad de café, de postres, eran deliciosos y variopintos, así que Katla estaba feliz de visitar la cafetería, por ende, sus visitas, pronto se volvieron casi diarias.

Hoy tenía que asistir a una reunión, era algo rutinario para presentar el avance en su misión. Ordenó el café que se había vuelto su favorito: un chai late. El aroma a jengibre, cardamomo y canela eran un conjunto de aromas reconfortantes. La cremosidad de la leche, suavizaba la experiencia y añadía una sensación aterciopelada cuando el líquido descendía por su garganta. Luego, el café tostado hacía su entrada, aportando un matiz terroso y una nota tostada que complementaba perfectamente el festín de especias. Le encantaba, sobre todo complementarlo con galletas de jengibre. Eso le ayudaba a empezar el día.

Katla estaba hablando por teléfono, escuchando las instrucciones desde el otro lado mientras rodaba los ojos internamente y externamente. Odiaba que la trataran como a una niña pequeña o a una sirvienta, pero sabía que las quejas serían contraproducentes.

Grabó mentalmente las instrucciones, pero en cuanto una voz familiar llamó su nombre, la sorpresa bañó sus facciones; sus ojos celestes abriéndose, sus pupilas volviéndose pequeñitas cuando se encontró con esa figura ya conocida al otro lado de la calle. No escuchó siquiera las palabras que venían desde el otro lado del teléfono, cada uno de sus sentidos se enfocaron en esa figura de cabello negro.

Su mirada se mantuvo más tiempo del necesario en aquella cicatriz bajo el ojo derecho de Shota, y tras repasar sus facciones, sintió su corazón paralizarse, e inmediatamente su instinto de escape se encendió. Un suspiro. Cuando su corazón volvió a latir lo hizo de manera intensa, retumbando en sus oídos mientras guardaba el teléfono en el bolsillo tras finalizar la llamada sin siquiera pensar en la reprimenda al hacerlo sin aviso.

Katla avanzó hacia la otra acera, y una pequeña sonrisa apenas curvó la comisura de su labio izquierdo —Shota —pronunció, saboreando cada silaba, dejando un sabor a nostalgia en su paladar.

Los ojos de Shota escudriñaron el rostro de Katla, la cicatriz que atravesaba casi la mitad de su rostro, producto de un accidente que sucedió mucho antes de conocerlo. Era la misma que recordaba, tenía su misma voz, esa misma sonrisa que se notaba en la comisura de sus labios cuando se estiraban para dar vida a ese gesto. No fue capaz de decir nada.

¿Qué podía decir?

Katla agachó la mirada por un segundo, antes de encontrarse con los ojos oscuros de Shota de nuevo, su sonrisa nunca desapareciendo de sus labios —Me alegra ver que ya no eres una momiazawa ¿cómo están tus brazos?

Shota inmediatamente recordó a Hizashi y fue como si nuevamente, él y la mujer compartieran una sola neurona para salir con el mismo tipo de apodo frente a la misma situación. Incluso podía ser considerado gracioso, pero ahora mismo, no sabía cómo sentirse exactamente.

Mejor —la voz monótona de Shota pronunció.

Aunque Katla parecía serena, había un mar de sentimientos que se agolpaban los unos contra los otros. Mentiría si no dijera que lo había planeado; qué diría, bajo qué circunstancias, y tal como le dijo a su hermana días antes, no podía hacerlo, no importaba cuanto quisiera hacerlo, no podía quedarse y, aun así, aun cuando podía dar la vuelta y despedirse, no lo hizo.

¿Vas a UA? —preguntó Katla ladeando su cabeza, el aroma al café llegaba hasta su nariz, pero lo que logró distraerla fue el teléfono que comenzó a vibrar provocando que su atención se dirigiera a su bolsillo por un breve instante.

Shota agachó la mirada también, en la misma dirección que Katla —¿No deberías atender?

Katla se encogió de hombros levantando la vista nuevamente —Nah, que se esperen, no es nada de vida o muerte —aseguró con la misma sonrisa tenue que solamente dibujaba para convencerse a sí misma de que estaba en calma, que no escuchaba los latidos de su corazón retumbar en su garganta.

Sí, voy a UA.

La mujer desvió su mirada por un momento, contemplando sus opciones, permitiéndose un par de segundos en silencio sintiendo los ojos de Shota sobre ella, una mirada penetrante y que a menudo solía intimidar a las personas. Katla fue consciente del ritmo de su respiración, perdiendo inmediatamente su automatización lo que le costó mantener un ritmo regular.

¿Quieres que te lleve? —propuso Katla, era una proposición arriesgada que salió más rápido de lo que alcanzó a pensar en lo que significaba la misma.

El ofrecimiento atrapó a Shota desprevenido y por un momento su careta flaqueó. Lo consideró, pero finalmente negó con la cabeza —Me gusta caminar.

"¿No estás decepcionada, cierto Katla?" se preguntó a sí misma mientras la sonrisa en sus labios se estiraba, sus ojos se entrecerraban ligeramente.

Bueno, lo haría también, pero es más rápido ir en vehículo a veces —añadió girando ligeramente su taza de café en su mano. Era momento de marcharse, su conversación terminaba ahí, pero no quería hacerlo.

Esta vez Katla no contuvo el gruñido cuando el teléfono volvió a vibrar y sacó el dispositivo de su bolsillo para cortar la llamada. Shota, mientras tanto, la estudiaba con la mirada, esos detalles que no se atrevería a capturar cuando ella lo miraba. Tenía tantas preguntas, tan poco tiempo, y se preguntaba ¿Valía la pena adentrarse en la oscuridad sin saber que encontraría más adelante?

¿Trabajo? —se atrevió a inquirir en una sola palabra. Hizashi lo dijo, Katla estaba rondando por el festival de la UA por trabajo hace unos días, era lo lógico en este escenario, o eso esperaba que fuera.

Katla asintió — —respondió y tras ello, suspiró, gruñendo otra vez cuando el teléfono volvió a vibrar.

Deberías contestar —la voz de Shota llevaba esa seriedad característica, ni siquiera daba indicios de lo que sucedía dentro de su cabeza.

Katla rascó su nuca con su mano libre —Debería.

Shota alzó una ceja —Si es importante debería atenderlo. Si debes irte... —dijo pese de lo inusual que era de su parte dejar a interpretación sus palabras.

Los ojos celestes de Katla descendieron hacia el suelo, por su mente atravesando ideas, palabras, recuerdos, que no se atrevía a enfrentar. Y luego de unos segundos, volvió a mirar a Shota, forzando una pequeña sonrisa en sus labios que esperaba por todos los medios que pareciera natural.

Sí, debería —concordó asintiendo ligeramente, preparándose para marcharse. No fue capaz de tomar la decisión por sí misma, necesitó el empujón, aun cuando no quería hacerlo —. Cuídate.

Shota simplemente asintió, una pequeña reverencia cortés de despedida apenas moviendo su cabeza mientras contemplaba la figura de Katla alejarse. Fue solo cuando ella le dio la espalda, alejándose, que Shota se dio cuenta que estuvo conteniendo en aliento durante todo este tiempo, y le sorprendía que la mujer no hubiese sido capaz de escuchar el latido de su agitado corazón.

¿Era real?

¿Era real?

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Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora