Capítulo 6

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Deseó verlo. Quiso dejarlo todo y subir las escaleras que la llevarían hasta el sitio donde los narradores se encontraban, quería decírselo todo, quería pedir perdón, pero ¿qué si no quería escucharla? No sabía lo que había al otro lado de la esquina, no sabía lo que el futuro le deparaba, y tenía miedo.

Había sido un error ir hasta el hospital. Un gran error porque ahora todo aquello que trató de esconder en aquel baúl bajo siete llaves, fue destapado en cuanto se enteró. En cuanto escuchó las palabras: "Su vida peligra, deberías ir y verlo..." su corazón se detuvo y abandonó absolutamente todo para llegar hasta esa sala del hospital donde se encontró con un malherido Shota.

Hubiese querido tomárselo con calma, pensar en un plan, o simplemente dejar que el curso de su vida continuara por el camino que ya estaba preparado para ella. No podía volver al mismo río, demasiada agua había pasado por su cauce y ya no era el mismo que un día conoció. Todo era diferente, él siguió con su vida, todos lo hicieron, Kayama e Hizashi también, y dudaba que sus amigos tuviesen interés después de casi siete años en verla de nuevo. No cuando no podía justificar sus decisiones. Era mejor dejarlo en el pasado. Era mejor no abrir la herida y aun así, cuando lo pensaba, cuando pensaba en la vida que tuvo, su corazón se apretaba dentro de su pecho y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Katla trató de concentrarse netamente en su trabajo, no porque de eso dependiera que siguiera viva cuando estaba enfrentándose a desafíos que la luz desconocería para siempre, sino porque no quería remover las aguas sin saber qué saldría a flote.

Y ahí se encontraba en el sofá del apartamento de su hermana. Sus codos apoyados sobre sus rodillas, y su cara descansando en las palmas de sus manos. Con su respiración pesada, inhalaba profundamente y aún así no era suficiente para llenar sus pulmones de aire.

Exageraste, Erin —masculló Katla, porque recordaba que su hermana le había dicho básicamente que Shota estaba a punto de ser desconectado de un respirador artificial.

Ay, Katla, si no te hubiera dicho eso no habrías ido ¿no? —Erin se dejó caer en el sofá butterfly de color rosa que había en la sala.

No lo sé, Erin, ya hice lo que hice y creo que fue un desastre y ahora —Katla enredó sus dedos entre su cabello lavanda, apretándolo suavemente, enterrando la yema de sus dedos en su cuero cabelludo —. Es un desastre Erin. La idea era completar mi trabajo e irme, pero, ¡AH!

La frustración era evidente en su voz, en la manera en que se negaba a mirar a su hermana y mantenía sus ojos fijos en la alfombra de llamativos patrones hexagonales de colores pasteles.

¿Y si solo hablas con él y ya? —sugirió la alegre Erin que parecía incluso disfrutar solo un poco la tesitura en la que se encontraba su hermana.

No —Katla alzó su mirada junto al tajante conjunto de letras —. No puedo Erin, no es tan simple, no puedo llegar de la nada esperando que lo que pasó no tuviera consecuencias.

Lo sé, Katla, pero vamos, es tu amigo, no importa lo que sea, lo va a entender —los labios de Erin se estiraron en una sonrisa —, las dos sabemos que lo hará.

Katla cerró sus ojos, gruñendo internamente en frustración. Aun si lo que decía Erin era cierto, no podía hacerlo, no cuando era incapaz de darle a Shota lo que realmente merecía: una explicación.

No es eso, es que no puedo, y aun si lo hiciera ¿qué va a pasar cuando tenga que irme de nuevo? No puedo hacérselo de nuevo, es mejor así, que cada uno siga su camino y ya.

Era la mejor decisión, aun cuando no era lo que realmente quería era lo más sensato. No podía acercarse ni a Shota ni a sus amigos sin arriesgarse a lastimarlos, no solo por una partida abrupta, sino por todas las otras consecuencias que se le venían a la cabeza. Ya de por si había tomado un gran riesgo al ir al hospital, y ahora estaba tomando otro al estar en el apartamento de su hermana. No podía simplemente ignorarlo todo y lanzarse de cabeza a una piscina donde no sabía si habría agua para atrapar su caída.

Erin ladeó su cabeza, fijando sus ojos en su hermana —Quizá no tengas que irte de nuevo, Kat, o quizá la próxima vez podrás despedirte.

Inmediatamente Katla negó con su cabeza —Tendré que hacerlo, eventualmente, y no creo poder despedirme si eso pasa.

Deja que eso sea un problema para la Katla del futuro, la Katla del presente puede tomarse la libertad de ir y visitarlo, estoy segura que tanto a él como a Hizashi y Nemuri les gustará verte de nuevo —dijo Erin juntando las palmas de sus manos en suaves golpes juguetones.

Katla volvió a agachar la cabeza, tomando una gran bocanada de aire. Lo pensó ¿qué tal si lo hacía? Podía intentar buscar una explicación, quizá ni siquiera necesitaba una, conocía a Shota, y si seguía siendo el mismo que recordaba, quizá ni siquiera la presionaría para averiguar la verdad, pero... no podía hacerle eso. No podía dejarlo en la oscuridad, y tampoco podía darle la luz que necesitaba para salir del túnel.

Con el tiempo Katla comprendió que su decisión tendría fuertes repercusiones. Básicamente había retirado un pilar fundamental en la vida de Shota, y aunque sabía que el hombre gozaba de una fortaleza y fuerza de voluntad enorme, no significaba que no lo hubiese lastimado con su abrupta partida, sin darle siquiera una explicación. Quiso decirle tanto esa noche, se acobardó, y ahora tenía que vivir con el "quizá" susurrándole al oído cuando su mente divagaba deteniéndose en cada una de las posibilidades de algo que jamás iba a ser.

Suspiró cansada antes de apoyar su espalda completamente en respaldo del sofá, dirigiendo su mirada hacia el techo, encontrando patrones en la nada.

No puedo, no sería justo para ninguno, ni para ellos, ni para mí.

Quería ser egoísta, quiso serlo tantas veces. Pero no podía, no cuando conocía las posibles consecuencias de tomar decisiones como estas. Además, no sabía cómo lo haría, no podía presentarse en su morada y decirle "hey, regresé, volvamos a ser amigos". Había pasado ya mucho tiempo, lo suficiente como para que hubiesen superado su partida, no podía obligarlos a vivirla de nuevo, mucho menos a Shota, no cuando había perdido ya a su mejor amigo y luego a ella.

Erin miró a Katla. Sentía una pena enorme por su hermana porque no entendía. No entendía por qué tenía que marcharse ni tampoco el secretismo sobre lo que hacía y a donde iba. No era justo, no cuando veía lo que Katla sufría ahora mismo al enfrentarse a la disyuntiva ¿no podía ser más fácil? ¿Necesitaba presionarla un poco más?

Entiendo, bueno, si vas a seguir por aquí, te recomiendo este lugar —Erin sacó su billetera buscando entre diferentes papeles, encontró el que necesitaba y lo extendió hacia su hermana, esperando que fuera ella quien se levantara porque ella ya estaba cómoda en su sofá.

Katla se levantó, ladeando su cabeza al leer el nombre de una cafetería en el volante, alzó su vista y con el entrecejo fruncido miró a su hermana.

Hacen un super buen café, y no es caro, y sé que vives a base de cafeína y azúcar —le comentó Erin, con una gran sonrisa —. También hace unas bolitas de pie de limón exquisitas y rollos de canela esponjosos, además de otras cosas que ya no me acuerdo, pero pruébalo, seguro te va a gustar.

Asintió. Katla dobló el volante y lo metió en su bolsillo antes de volver a sentarse en el sofá y tratar de continuar con una conversación que no tuviera nada que ver con lo sucedido o con su actual dilema.

Katla agradeció enormemente a su hermana por no volver a tocar el tema y simplemente continuaron con una conversación sobre temas que Katla sí podía discutir, ya fueran buenas nuevas sobre los trabajos de Erin, o sencillos sucesos cotidianos en la vida de ambas. Fue agradable para Katla el conversar con su hermana con tanta soltura, le dio un sentimiento de normalidad que echaba demasiado de menos.

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora