El entrenamiento exhaustivo al que se había sometido Shota por voluntad propia, lo dejaba sin energía pese que intentaba ahorrarla en otros ámbitos; ponía apenas el mínimo esfuerzo en todo lo demás que no fuera un medio para su fin. A Katla le preocupaba esta manera de pensar del muchacho, pero ¿qué podía hacer? Era su manera de lidiar con la perdida de Shirakumo, y aunque no era sano, sabía que Shota no la escucharía en absoluto, así que pudo elegir entre discutir con él o simplemente aceptarlo, adaptarse y apoyarlo.Y lo hizo.
Katla apoyó a Shota como pudo, lo acompañaba aun cuando él no parecía querer que lo hiciera, podía ser duro con ella a veces, pero Kat creía poder leer entre líneas, por eso se quedaba. Aunque nadie se burlaba de lo sucedido, Katla sabía que se referían a ella como chaperona, porque a donde sea que Shota iba, generalmente ella estaba ahí. Si buscabas a uno, no tenías que hacer más que encontrar al otro.
Sin embargo, Shota le había dicho a Katla que aprovechara su tiempo como quisiera, que no necesitaba andar con él, aunque en el fondo, apreciaba su compañía, su sola presencia, esa mirada que no lo juzgaba, y que cada vez que se encontraba con ella, en los ojos celestes de la mujer no había lastima sino comprensión, y le traían un extraño consuelo. Aunque claro, no iba a distraerse de su meta, y al parecer, ella tampoco iba a desistir, ni ella ni Hizashi lo harían, ninguno desistiría de acompañarlo. Si no era uno, era el otro que estaba ahí.
Ahora mismo, en primavera, el cielo era precioso, era uno de esos días donde el sol brillaba entre nubes de algodón, un firmamento precioso de un denso color celeste que solo se alcanzaba a contemplar a través de los vidrios. El aire se colaba por cada una de las ventanas abiertas, meciendo suavemente las cortinas. Katla dio vuelta a la página de su libro mientras se acomodaba un poco, cuidando de no perturbar a Shota cuya cabeza estaba apoyada en su regazo mientras estaba sumido en un profundo sueño.
Era esta su rutina, mayormente. Katla a veces simplemente se sentaba a su lado, sobre todo ahora que a Hizashi le había dado con despertarlo bruscamente del sueño solo para "mantener las cosas interesantes". Sabía que no tenía malas intenciones, aun así, Shota dormía en intervalos extraños y a veces descansaba tan poco que lejos de regañar a Yamada, había preferido tomar las riendas y prevenir el problema con sus propias manos porque sabía que sus palabras caerían en oídos sordos.
—¡Katla! ¡My favorite girl!
Yamada ingresó en la sala de clases, sus intenciones eran claras, pero mientras se acercaba a Katla, chocó contra un pequeño bloque de luz que apareció de la nada frente a su cara, una luminosa pared que se hizo sólida cuando intentó acercarse más de la cuenta. Katla obviamente lo sabía, había escuchado su plan, y no, no iba a dejar que lo hiciera.
—Ya déjalo, Hizashi —dijo sin siquiera molestarse en cerrar su libro.
—¡Ouch! —Hizashi acomodó sus gafas que casi cayeron de su cara en cuanto chocó contra la pared —Aguafiestas.
—Déjalo, casi no durmió hoy.
—¿Cómo qué no? Se ha pasado toda la tarde ahí —Hizashi decidió sentarse en uno de los pupitres mientras miraba en dirección a sus amigos, hacia la figura de Shota que parecía estar sumido en el quinto sueño.
Katla alzó su vista. No quería decirlo, no quería explicárselo a Yamada, pero este debía imaginarlo ya. Desde lo de Oboro a veces las pesadillas asaltaban a Shota, la culpa lo obligaba a seguir perfeccionándose y eso lo privaba de descansar. Pese a que parecía dormir todo el día, su cuerpo no descansaba, y a veces, incluso el insomnio lo asaltaba y Katla solía notarlo cuando las bolsas oscuras bajo sus ojos se hacían más intensas. No hacía falta que Shota lo dijera, ella sabía dónde observar.
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Somewhere Only we Know
Fanfic¿Qué haces cuando la persona más importante en tu vida desaparece sin previo aviso? ¿Cómo sigues adelante cargando el peso de tantas preguntas sin respuesta? Katla Aihara fue su ancla, el sol en su invierno. Todo. Y Desapareció sin una palabra, deja...