Capítulo 20

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Estaba sentada en el sofá, tenía el teléfono en su mano y su corazón palpitaba tan rápido al mirar la pantalla, que no estaba segura de querer encender el dispositivo. Tenía miedo de lo que encontraría tras dos días. Katla tenía miedo de todos los fantasmas que había despertado, de todo lo que habría provocado; de esas inseguridades que pudo traer con su súbita desaparición, aunque solo fuera un par de días.

Suspiró, reuniendo el valor como aire en sus pulmones.

Presionó el botón y la pantalla de carga del teléfono se hizo eterna. Su corazón se apretó con fuerza al abrir sus mensajes, porque no había nada.

Katla frunció el entrecejo, ni un mensaje de texto, nadie intentó comunicarse con ella y no supo cómo sentirse ¿se habían rendido automáticamente? ¿habian desistido simplemente al no obtener respuesta de ella al principio? O quizá simplemente no les importaba, quizá su ausencia había pasado desapercibida, y lo entendía, pero la decepción fue mayor cuando vio que el último mensaje en el chat con Shota era el suyo, ese donde le preguntaba si podía llamarlo, Shota lo había visto, pero jamás respondió.

Apoyando sus codos en sus rodillas, Katla reposó su cabeza en la palma de sus manos ¿cómo se suponía que interpretara esto? Quizá estaba demasiado ocupado con aquello que había sucedido y no lo culpaba, y aun cuando la tentación de llamarlo arribaba ¿era lo correcto? ¿No le habían dicho ya que otro paso en falso y se vería en problemas? ¿y si mejor lo dejaba así? ¿si mejor esperaba? Y, aun así, si Shota le enviaba un mensaje ¿qué iba a hacer? Ni siquiera podía explicarle nada, ni desde el comienzo ni hasta el final ¿para qué molestarse? ¿no era mejor pretender que todo esto era un mal sueño y seguir su camino?

Los dedos de Katla se pasearon entre su pelo, apretando y jalando ligeramente los mechones en frustración ¿y lo peor? Ni siquiera podía buscar consuelo en alguien más, no sin que hubiera preguntas.

Quizá era mejor dejarlo así.

Quizá era mejor no continuar hurgando en el cementerio o encontraría algo más que gusanos bajo la tierra.

O eso era lo que se decía Shota al mirar la pantalla de su teléfono. Tenía tanto que hacer, desde las entrevistas con la policía a esas con diferentes medios y la organización de los próximos pasos que buscarían traer tranquilidad a los padres de los alumnos que se vieron involucrados en el ataque durante el campamento. Esa era su prioridad.

Después de todo, era un desastre. Con la revelación del estado de salud de All Might y las críticas hacia UA, todo iba en declive, no solo porque estuviesen perdiendo la confianza de las personas, sino porque todos los que buscarían aprovecharse de lo primero, estaban solo a días de salir de sus escondites a hacer lo que sea que quisieran casi sin temer las consecuencias, y cuando se dieran cuenta que los héroes no daban abasto, que el símbolo, que el pilar de Japón, que aquel símbolo no era más que eso; un símbolo, todo sería peor...

Y aun así los pensamientos de Shota se desviaban a ella, a las preguntas sin respuestas que había en su cabeza, a todo lo que quería saber, pero entendía no podía preguntar. Katla siempre fue honesta con él, pero el hecho de que no se sentara a explicarle el motivo de su partida o regreso, levantaba tantas sospechas ¿era la misma que conoció? En cuerpo lo parecía, pero en lo demás, la sentía diferente, como... como si parte de ella estuviera encerrada. Atrapada.

Y los días transcurrieron. Hubo silencio de ambos lados. Así que Shota dejó de pensar en ello, simplemente puso su foco en las entrevistas, en las visitas a las casas de los alumnos para convencer a los padres de permitirles permanecer en UA, de explicar y responder a cada interrogante tratando de aliviar sus preocupaciones.

Shota se sintió aliviado de que, pese a todo, la mayoría de los padres se mostraran comprensivos respecto a lo que había sucedido, su mayor preocupación siempre radicó en la familia Bakugo, pero tras la entrevista, comprendió que no sería una tarea tan ardua como imaginó al principio. Pero aun así era estresante tratar con tanta gente.

Al menos, todo esto mantuvo a Shota enfocado en algo más y aunque no lo decía, la compañía de All Might alivió ligeramente la tensión que había en el aire.

Al terminar las rondas, tal como lo había mencionado antes cuando le invitó un trago, Shota guio a su colega a un izakaya, a un bar que solía frecuentar con el resto de sus conocidos y colegas de cuando en cuando; un sitio donde podría beber tranquilamente sin preocuparse de nada más. Por un momento añoró el ardor del alcohol descendiendo por su garganta.

Por otra parte, All Might estaba emocionado por esta rara oportunidad. Llevaba tiempo trabajando junto a Shota, pero poco lo conocía, y siendo que el pelinegro era el maestro de Izuku, Toshinori creía que esta sería una buena oportunidad para formar una amistad con Shota o al menos, llegar a conocerlo un poco más.

Tras ubicarse en sus mesas y pedir sus bebidas. Toshinori dijo con entusiasmo:

¿Qué tal brindis?

¿Brindar por qué exactamente? —preguntó Shota con esa voz monótono que rara vez llevaba otras notas.

Por una ronda de visitas exitosas —respondió Toshinori levantando su mano izquierda, porque la derecha la llevaba con yeso.

Shota lo escudriñó por un momento. Sí, las cosas habían ido bien, explicaron a los padres el nuevo sistema de dormitorios de UA además de responder a todas las preguntas. Fue tedioso, pero lo lograron sin mayores barreras. Fue sin duda una ronda de visitas exitosas.

Vale. Salud —resolvió finalmente Shota levantando su jarra y golpeándola suavemente con la que sostenía Yagi.

Durante su tiempo ahí, Toshinori notó cuanto bebía un Aizawa que parecía no tener fondo, e incluso hizo el comentario y el mismo Shota le respondió que no era gran cosa, que no bebía más de lo que bebían los demás, además, asegurando que jamás se ponía ebrio.

En fin. La meta Toshinori en el día de hoy sería convertirse en un amigo o el alguien más cercano a Shota. Pero Shota no se la puso fácil; respondía con monosílabos y sacarle conversación resultaba complicado y All Might no recordaba haber estado más tenso e incómodo, ni aun en sus encuentros contra villanos a través de los años.

Shota no tenía hobbies de los que poder encontrar un punto en común, y lo único que mayormente hacía era entrenar, trabajar y dormir, estaba siendo complicado encontrar algo que ambos compartieran, pero, aun así, Yagi no quería darse por vencido, pero aun cuando trajo a colación el único tema en común que tenían —que ambos eran mentores—, se encontró con una nueva muralla. Era frustrante, y al final, terminó siendo básicamente regañado porque Aizawa creía que Toshinori estaba jugando a favoritos al prestarle más atención a Midoriya que al resto de alumnos cuando bueno, tenían un lazo más fuerte pero tampoco podía explicárselo a su colega.

Desde ahí en adelante Yagi se sintió todavía más extraño e incómodo, aunque, como una bocanada de aire fresco, o más bien, fue música para sus oídos el ruido que los taladró:

¡AYO GENTE! Es Present Mic llegando de improviso a la reunión secreta de profesores —Hizashi, seguro de sí mismo entra al bar, haciendo tanto ruido como siempre —Lo de siempre —dice a uno de los empleados antes de sentarse al lado de Shota.

Shota levantó su cabeza al escuchar la voz de Present Mic, recibiéndolo con una mirada frígida como siempre pese al afecto que inherentemente le tenía, pero no fue eso lo que ablandó su mirada, sino su compañía, e incluso Toshinori Yagi lo notó, la manera en que los ojos de Shota se vieron más cálidos al observar a esa mujer de cabello lavanda que le dirigió una tímida media sonrisa a Shota, y una reverencia educada a él.

Incluso el ex héroe número uno se preguntó quiénera y por qué Shota pareció una persona completamente diferente durante unafracción de segundos cuando su mirada se encontró con la de la mujer.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2024 ⏰

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