Capítulo 2

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Nemuri-senpai, ¿has visto a Katla?

Porque Nemuri era la mejor amiga de Katla, pese a la diferencia de edad que había entre las dos, ambas mujeres habían desarrollado un gran vínculo de amistad que perduró por los siguientes años tras sus respectivas graduaciones, si alguien sabría algo sobre la mujer de cabello lavanda, tenía que ser Kayama.

¿Katla? No lo sé, no hemos hablado desde hace unos días, pero ¿por qué preguntas? —la mujer se volteó hacia Shota, mirándolo de arriba abajo con ojos acusadores —¿Discutieron?

Shota negó con su cabeza. La última interacción que tuvo con Katla había sido una semana atrás, mantuvieron una conversación en su apartamento durante la noche, y nada había salido mal. Ambos conversaron sobre su día y Katla finalmente se marchó antes de las diez de la noche, tras ello, a Shota le resultó extraño no recibir mensajes de ella durante el día siguiente, su último mensaje decía:

"Llegué bien a casa, Sho (: Cuídate! <3"

Y desde de ahí, no hubo más. Solían intercambiar mensajes al menos durante un par de veces en el día, ya fuese para saludarse o Katla le enviase algún meme o foto de algún gato que se cruzaba en su camino. Pero ahora no había más que silencio, y cuando Shota tomó la iniciativa de enviar el primer mensaje del día, este ni siquiera llegó a su destinataria.

No, no discutimos —respondió Shota rascando su nuca.

¿Estás seguro? Porque a veces eres...

Shota refunfuñó entre dientes —No, Midnight. No discutimos, esa es la razón de mi pregunta. Quiero saber si está bien y tú eres su mejor amiga, deberías saberlo.

Tú también eres su amigo —Kayama se cruzó de brazos.

Habiendo contemplado las interacciones de Katla y Shota durante años, la misma Kayama sabía que el lazo que había entre esos dos era todavía más fuerte que el de ella y su amiga. Katla era la única persona a quien Shota permitía salirse con la suya, y era a la única que no trataba de manera despectiva, además de a Hizashi, claro, aunque con este a veces Shota sí solía ser bastante duro a diferencia de la primera.

Entonces ¿no sabes nada? —insistió sin el humor de recibir un regaño o cualquier otra palabra que no fuera información específica y exacta sobre lo que estaba preguntando.

No, no sé nada, Aizawa. Pregúntale a su hermana. Aunque seguro le hiciste algo a Katla, si no, no veo razón por la cual no sabrías de ella.

Shota soltó un bufido mientras agachaba la mirada. No le gustaba ni siquiera entrar a la agencia de Midnight, todos esos muchachos que parecían sacados de un juego de otome le ponían los pelos de punta. Esa misma escena hizo que los vellos de su nuca se crisparan recordando como junto a Katla solían reírse de los que parecían ser los esclavos de la heroína para mayores de 18 años.

Al caminar por las calles ruidosas de Musutafu, ignoró a todo quien pasaba a su lado mientras su mirada iba fija en el suelo. No quería pensar en lo peor, pero aún repasando todas sus interacciones, sobre todo las más recientes, no encontraba ningún motivo lógico por el cual Katla no estaba respondiendo a sus mensajes o llamadas. Esto último lo usaba solo en situaciones de emergencia, y, por ende, la muchacha debería haber respondido, pero no.

Al llegar hasta el apartamento que Katla compartía con su hermana, preguntó a Erin por la misma; la muchacha indicó que tampoco tenía información sobre ella. Erin vio a su hermana por última vez hacía cuatro días, y lo único que pudo decirle a Shota es que Katla parecía estar ocupada con algo, pero más allá de eso, cuando Erin instigó a Katla, no recibió más que una respuesta sencilla: que el trabajo estaba abrumándola, y ya.

Shota continuó con su recorrido, mirando la pantalla de su teléfono, repasando los mensajes, todos los mensajes que intercambiaron antes de lo sucedido y pudo notar en un punto que, pese que la muchacha continuaba respondiendo como lo hacía usualmente con emojis, stickers, o memes, había un algo en sus mensajes que parecía... de alguna forma diferente. Muchos dicen que es imposible reconocer la esencia de alguien mediante mensajes, pero después de haber compartido toda su estancia en UA junto a ella, y luego sus años de prácticas y eventual trabajo como héroes profesionales, Shota podía darse cuenta que había algo extraño entre sus palabras.

Katla solía enviar selfies de ella con algún gatito callejero, o simplemente fotos para mostrarle el bonito paisaje en algún lugar en que estuviera, pero esas mismas selfies se convirtieron en fotos donde ella no estaba presente. Se convirtieron solo en imágenes de paisajes vacíos, y Shota pudo notar que en la última selfie que recibió de ella, había un algo en ese par de ojos celestes que estaba... apagado.

Suspiró al releer los últimos mensajes, y terminó por guardar el dispositivo en su bolsillo.

Los días continuaron avanzando y no hubo manera de comunicarse con ella. Lo peor no es que Katla hubiese estado a su lado casi cada día de su vida; después de la muerte de Oboro, Katla fue quien lo apoyó sin cuestionarlo, sin forzarlo a nada para lo que no estuviera listo. Y ahora, era como perder nuevamente a alguien, pero en vida, lo que era todavía peor. Shota no entendía por qué, y el dolor en su pecho que comprimía su corazón al darse cuenta que no había explicación racional para entender su súbita desaparición, crecía.

Shota, quizá solo está pasando por algo, quizá...

No, Hizashi, déjalo —le cortó inmediatamente, poniendo la jarra de cerveza sobre la barra.

El aire estaba lleno de murmullos, de olor a los diferentes destilados que corren en la barra para los diferentes clientes sentados en los taburetes a lo largo de la misma, intercambiando historias sobre sus vidas, entre risas, pareciendo que no había ninguna preocupación en su diario vivir. Pese al ambiente animado, Shota no podía pensar en nada más que los eventos más recientes.

Pero Sho-

No, Hizashi, en serio —repitió con evidente hastío —, déjalo. Es su decisión. Si no quiere hablar conmigo lo respetaré, tendrá sus razones para no contestar mis mensajes —Shota tomó un trago de su cerveza, concentrándose en el amargo líquido deslizándose por su garganta y no en la conversación que Hizashi quería iniciar.

Hizashi observó a Shota. Lo conocía mejor que nadie, y entendía lo que estaba pasando, pero temía que volviera a cerrarse como cuando sucedió lo de Oboro, porque esta vez, no estaba ella para ayudarlo. El único que podía intentarlo era él, pero sabía que Shota no permitiría que lo hiciera y por el contrario, terminaría aislándose, evitando el tema cuanto pudiera hasta que el tiempo hubiese pasado, con suerte, cicatrizando la herida.

Pero una herida a la que no le da el aire, es una herida que jamás cerrará.

Somewhere Only we KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora