Nos han enseñado toda la vida que no debemos juzgar a un libro por su portada y para poder dar una crítica verdadera lo mejor es aventurarse a leerlo, analizarlo, interpretarlo de la manera correcta, no a nuestra conveniencia, por supuesto.
Pero, c...
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Narra Frank:
Por primera vez en mi vida me sentí escuchado realmente, la presencia de Lucy me inspiraba cierta fortaleza, pensaba en que podía lograrlo todo, también pensaba que ya no había vuelta atrás.
Aquella chica me cautivó de tal forma, que acepté su ayuda, sus palabras las sentía sincera, además de la calidez que emanaba su pequeño cuerpo.
—Sí quieres... puedes quedarte aquí, para que no conduzcas a esta hora de la noche, ya es algo tarde, sólo sí quieres— sugerí nervioso, no quería que me malinterpretara.
Ya eran las dos de la madrugada, estuvimos toda la noche hablando, me desahogué con ella, me abrazó tanto, luego planeamos como sería el reportaje, la observé en silencio mientras escribía la introducción del escrito, básicamente escribió sobre lo que pensaba de mí al enterarse de la verdad, me describió mientras hablaba de mi pasado, de mi niñez, de mi sufrimiento. Habló de mis ojos apagados, también escribió un poco sobre el apoyo incondicional de mi madre y de Fred cuando me conoció. Lucy era muy linda y cuando se concentraba escribiendo parecía estar en otro mundo; tuve mucho tiempo para examinar sus facciones y sus expresiones.
—Sí, me quedaré— respondió, sonreí ampliamente, ella era tan hermosa, tenía un largo cabello pelirrojo, ojos azules, tenía un par de pecas en el rostro, llevaba puesto lentes redondos, un poco grandes y su estilo era sencillo; sueter beige, pantalones negros, tenis blancos y finalmente su cabello recogido en una cola de caballo algo despeinada
—Me encantan tus ojos— me acerqué un poco más a ella, seguíamos sentados en el sofá, le coloqué los lentes sobre el cabello mientras admiraba sus profundos ojos
—Gracias supongo— acarició con ternura mi mejilla derecha—. Yo... quisiera ponerle brillo a esos grandes café tuyos
—¿D-de verdad?— mi corazón se aceleró más de lo que ya estaba, aquella chica tan hermosa deseaba hacerme feliz, eso era lo que lograba entender
—Sí, Frankye, me alegra que aceptaras mi ayuda— soltó mi mejilla, se colocó sus lentes nuevamente
—Tú eres muy sincera, deseo que me ayudes, sólo tú— volví a acercarme a ella, se vio bastante incómoda, sólo que no podía evitarlo, sus labios delgados me llamaban para besarla
—¿Dónde dormiré?— preguntó desviando su mirada, lo tomé como la respuesta perfecta, yo no le llamaba la atención, bajé mi mirada con vergüenza
—Arreglaré la habitación de huéspedes para que descanses ahí, estarás muy cómoda — manifesté, me levanté rápidamente del sofá.
Entré a la habitación de huéspedes, revisé cada gaveta, el placar completo, también el baño que este tenía incluido, no encontré ninguna droga por allí, suspiré tranquilo, me cercioré que tuviera todo lo que ella necesitaría al día siguiente, crema dental, cepillo nuevo, toallas limpias. La habitación no estaba tan sucia, siempre me encargaba de limpiar hasta el más mínimo rincón de la casa, esta no era la excepción, además, Lucy era mi primera visita que dormiría allí, tenía otras dos habitaciones, donde normalmente se quedaban Jhonny y Julia en una y mi madre en la otra.