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El pequeño tintineo de mis golpes sonaba en ese viejo sótano, gracias ahora a una mejor iluminación estaba cerca de las escaleras mientras tenía recargada mi cabeza en la vieja madera, los dos semidioses se habían ido un momento a la parte de arri...

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El pequeño tintineo de mis golpes sonaba en ese viejo sótano, gracias ahora a una mejor iluminación estaba cerca de las escaleras mientras tenía recargada mi cabeza en la vieja madera, los dos semidioses se habían ido un momento a la parte de arriba, dejándonos al sátiro y a mí en la habitación.

Al levantar la mirada solo pude notar como el sátiro movía ligeramente las esculturas abriendo paso hacia una sola, por su lado había ramas al igual que pedazos de tela, acomodaba todo tan delicadamente, que solo pude admirarlo, él parecía tan tierno con esas cosas.

— ¿Qué haces? — le murmure lo suficiente alto para que él girara su cabeza con una pequeña rama de árbol en su mano.

— ¿uhm?, Una ofrenda, es lo único que puedo darle — algo melancólico hablo, pero a un así me regalo una sonrisa que yo solo pude dar un asentimiento hasta que escuche pisadas, Annabeth venía bajando al verme casi tropieza conmigo.

— Annabeth, ¿Y Percy? — le hablé antes de que siquiera me pisara, dio un sobresalto agarrándose el pecho, no pude evitar sonreír burlón.

— Siempre así eres de misterioso — reprocho, pero yo solo encogí los hombros, siempre se olvidaban de donde estaba yo, era ser igual a ser invisible.

— Percy ya viene — me dijo ahora si bajando, y yo me levante del suelo, al mirarla mucho ella parecía incómoda pero no dispuesta a iniciar una conversación.

— Annabeth, ¿Por qué me escogiste? — pregunté sin algún filtro alguno, ella pareció suspirar pesadamente mientras frotaba sus manos en sus pantalones.

— Ya te lo dije, creí que nos sería útil — murmuro tratando de restarle importancia, solápete los labios mientras asentía un poco para acercarme a ella, trate de pasar mi hombro sobre ella.

— Gracias, Annabeth — justo cuando la iba a tocar, ella se apartó de mí que no pude ni rozar su pelo, eso me decepciono, pero solo un leve “okay”

— Con un Zeus, no me toques, yo sé muy bien por qué estás aquí — me vio con enfado, y yo la mire con inocencia, quizás quería ver un poco a través de sus recuerdos, pero ella era más lista, simple curiosidad, pude notar como se calmaba no fue hasta que, volví hablarle.

— Annabeth, ¿Te arrepientes de haberme escogido? — a un que fue un leve murmuro, ella simplemente se quedó sin habla unos segundos mientras la mirada fijamente a un que claro no dio tiempo de respuestas, pues Percy bajo con la cabeza.

— Volví, ¿Qué haremos con esto? — me separe de la chica para verlo al quién parecía tener asco, ha puesto a que sus manos estaban pegajosas.

— No podemos dejarla aquí — el moreno se acercó una vez término de ponerle una ofrenda a su tío fallecido, todos trataron de pensar en que hacer, hasta que el rubio pareció tener una idea, puso la cabeza en la mesa y fue corriendo por unas cajas.

— Hermes express — murmuramos todos al ver ese gran libro, hacía entregas entre ambos mundos, algo muy típico de Hermes.

— ¿Y a dónde la enviaremos? — el sátiro ojeo el libro mientras que Percy iba por una caja, al igual que cinta adesiva.

— Al campamento — contesto con simpleza colocando la cabeza de medusa en la caja, asegurándose de no ver, al quitar la gorra se la dio a Annbeth, cerrando así la caja.

— ¡Demente!, ¡No podemos hacer eso! — Félix exclamo al verlo comenzar a escribir en la hoja, el rubio solo se relamió los labios importándole poco mis quejas a un que los otros dos trataron de explicar que era moralmente incorrecto él nunca escuchó.

— Listo, vamos — dijo mientras tomaba la caja en sus manos, era hora de partir, el sátiro solo se quedó unos segundo más que nosotros para despedirse de su tío, al salir Percy coloco el paquete en el buzón, seguro que alguien que trabajaba con Hermes vendría.

El sol comenzó a bajar debido a lo tardado de la casa, llegamos de mañana y ya casi era tarde, teníamos poco tiempo para ir hasta nuestra parada de tren, tendríamos que ser con esto, a un que iba un poco atrás que los otros el paso rápido del rubio se acortó poniéndose a lado al de uno de los de lentes.

— Así que una brújula — trato de sacar platica señalando el llavero que estaba en las manos del castaño, quien dio un pequeño asentimiento.

— Es un regalo de mi padre — murmuro sin mucho ánimo, la mano del rubio se dirigió hacia las de Félix tomando con delicadeza su llavero.

— Es lo único que te une a él, ¿No?, supongo que tuviste la suerte de verlo — ante aquellas palabras el de lentes paro el paso completo, ¿suerte?, un milagro fue lo que paso, tantas veces que rezo que pidió ayuda, las veces en las que destrozo su propia alma para poder ser notado por su padre y no fue hasta que casi deja en coma alguien para que su padre se apareciera ante él.

— ¿Pasa algo? — Percy al notar lo tenso que estaba, simplemente se preocupó, a un jugando con el llavero en sus manos negó el contrario ligeramente.

— No nada, si tienes razón, es lo único que me une a él — sonrió con nostalgia, tampoco podía culpar tanto a su padre para ser un dios con solo 4 hijos, al reclamar a sus hermanos siendo un dios menor ocasionó que se tuviera que construir otra cabaña, Hypnos pareció haber roto algún tipo de ley que le costó demasiado reconocerlo, y hasta ahora no sabía por qué lo hizo.

— Bien, ¿Cómo funciona? — pregunto curioso el rubio, así que Félix tomo las manos del chico, para juntar con las suyas a un que Percy se notaba desconfiado, se dejó guiar, pudo notar como él murmuró algo y pronto el llavero peso más, una brújula dorada con detalles de oro delicado.

— Al abrirla puedes pedirle que te muestre a cualquier persona del mundo — el rubio lo hizo notando el patrón delicado del interior, parecía igual una caja musical, sentía algo especial.

— Muéstrame a Sally Jackson — se le acercó Percy al objeto, pero este ni sus flechas movió, Félix negó un poco.

— Así no funciona, la Brújula debe creer que es de noche, es por eso que en el sótano funciono — un lugar oscuro como eso donde salían era igual que la noche y la soledad a un que el rubio pareció decepcionado al ver la brújula desvanecerse en sus manos volviendo hacer un simple llavero que Félix tomo feliz.

— A un que a veces guarda leves recuerdos, que solo puedes ver si la persona vive — lo último lo murmuro, haciendo que Percy tragara duro, pero siguieron caminando.

— Ya veo… debió haber sido increíble conocer a tu padre — dio un suspiro, él a un no corrió con esa suerte, no fue hasta que la hija de Ares casi lo mutila.

— Me parecía un hombre como cualquier cosa — Félix encogió los hombros restándole importancia a todo, él simplemente no fue la cosa más emocionante.

— ¿Promedio? — El ojo azul ladeo la cabeza y el de lentes se la pareció pensar un poco.

— Común, se parece a ti — soltó con simpleza y no pudo evitar reír ante la cara indignada de Percy.

— ¿Disculpa?, ¡Apuesto que luzco mejor que él! — reprocho haciendo que Félix negara a un que luego lo pensó unos segundos.

— Puede que si sean diferentes, así puedo decir que eres lindo sin pensar en mi padre y su parentesco, eso sería raro — sacudió su cabeza negando para ir a lado de Annabeth y Grover, dejando a un confundido Percy detrás.

— ¡Queridos amigos!, si dormimos en las cabinas pido la litera de abajo — dicho mientras pasaba sus brazos al rededor de Grover, y miro de reojo a Percy.

ɯɐǝɹpʎɐᗡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora