ɯɐǝɹpʎɐᗡ

_ᵀʰᵉ ᵇʳᵒᵏᵉⁿ ʷⁱⁿᵈᵒʷ

— Sigo creyendo que los disfraces son mejor opción — se escuchó un leve murmuro mientras miraba todo a su alrededor, siempre creyó que los dioses eran algo egocéntricos los cuales odiarían compartir si no se les alardeaba, ver que ahora el templo de Atenea no era más que un museo, hacía que fuera quisquilloso sin querer tocar algo.

— En realidad es conocido así, pues se le rinde a un culto, estaremos seguros aquí — Annabeth explico mirando al rededor a pequeñas excursiones de estudiantes y turistas tomando fotos.

— Si no están agradable el recuerdo — Le murmuro Percy a Grover, quien se cruzó de brazos negando un poco, aún recuerda el día que descubrió su parentesco con Poseidón, hubiera creído más que lo descubrieron plagiando su ensayo bajado de internet que ser ahora un semidiós.

— Está bien, Equidna no entrará — anuncio la chica parándose en medio del lugar, mientras los demás husmeaban, el moreno se retiró un poco de ahí, tendría que buscar algún sitio donde resguardarse, uno nunca sabe.

— Qué grande — solté, al ver el gran silencio que se formó con los que quedaron, Percy junto a Annabeth se dieron unas miradas cómplices como si ambos estuvieran respondiendo lo mismo al mismo tiempo que buscaban privacidad para tratar asuntos.

— ¿Te importaría? — la voz del rubio salió como si tratara de amortiguar el golpe, de no querer que Félix estuviera ahí, quien solo asintió ante incómodo ambiente que se formó.

— Okay — murmuro balanceándose con una leve sonrisa, y seguido de ello fue a explorar apartándose del grupo.

Explorar aquellas vitrinas, las cuales guardaban rastros de viejos templos, y artículos algunos plagiados a como serían los reales, analizo cada una de las cosas, a su lado estaba la excursión de unos niños.

Embobado por lo visto, permaneció mirándolos fijamente recuerda que a lo largo de su vida la educación fue dada en casa con maestros igual a su hermano, nunca tuvo la experiencia de vivir este tipo de experiencias, está claro que conocía varios lugares, en su mayoría era llevado por Dante, cuando él era buen hermano esas salidas solían disfrutarse.

— ¡Nae!, ¡Mira esto! — la voz de un pequeño rubio se escuchó a un que el de lentes permanecía más embobado que no noto cuando alguien se estrelló con él.

— Ah, cuidado — dijo mientras sostenía al pobre niño de ambos brazos, luego pasos apresurados se escucharon, el pequeño niño contaba con unos 9 años de edad, apariencia adorable y cabello notablemente largo.

— ¡Leo!, Perdón, mi pequeño niño salió corriendo — una figura más alta llego al lugar a toda prisa, y el rubio solo soltó una leve risa antes de volver a hacharse a correr, sin dejar que Félix terminara de articular palabra.

— ¡Ryan vamos! — por un momento solo sintió el pequeño viento de los pasos apurados del hombre mayor que salió corriendo detrás del menor, Félix quedo quieto, volteando al instante, pudo notar ahí, ¿cuánto ha crecido?, ¿se dejó el cabello largo?, aún seguía usando esa colonia a sandía que tanto le volvía loco, un poco más robusto.