Erin caminaba tímidamente por el estrecho sendero, sintiéndose incómoda al lado de Paige, quien, con las manos en los bolsillos, mantenía la mirada fija en el horizonte, como si estuviera perdida en sus propios pensamientos. La pequeña Lizzie iba delante de ellas, dando saltitos y tarareando una melodía alegre. Mientras caminaban, Erin aprovechó la oportunidad para observar las pintorescas casas de estilo rural que se alineaban a lo largo del sendero, con sus tejados de teja, la madera desgastada por el tiempo y los porches cubiertos de enredaderas. Las flores coloridas que yacían en los alrededores le daban un toque acogedor al lugar.
Absorta en la fascinación que le producía el encantador pueblo ante sus ojos, Erin no notó la aproximación de una mariposa de alas escarlatas. La delicada criatura revoloteó peligrosamente cerca de su rostro, provocando un leve estremecimiento en la espalda de la joven. Curiosa, Erin se volvió lentamente para seguir el vuelo de la mariposa, que continuaba su trayecto sin preocuparse por la presencia humana.
«Que extraño»
—¿De dónde eres?
—¿Eh? —Erin volvió su mirada hacia la mujer, quien la miraba con expresión seria.
—Te pregunte de donde eres—dijo Paige con el ceño fruncido, para luego desviar la mirada—. Claudine no me quiso contar nada sobre ti...
—Oh...soy de Ashland Heights...—respondió Erin tímidamente.
—Eso queda algo lejos.
—Si, eso me dijo la Hermana Claudine.
—¿Cómo fue que llegaste aquí? —preguntó la mujer rubia de forma directa.
Erin se sintió un poco sorprendida por la pregunta abrupta, pero rápidamente reunió sus pensamientos y contestó.
—Bueno...ehh...la Hermana Claudine me encontró...
«Idiota, no debiste decir eso»
—¿Te encontró? ¿Cómo un perrito callejero? —preguntó Paige, volteando a ver a la chica, con una mirada interrogante.
—Pues...yo me fui de mi casa...—contó con voz temblorosa la joven mientras jugaba con sus dedos—. Mientras caminaba cerca de la carretera, empezó a llover y me refugié en los árboles esperando que parara, pero me quedé dormida. La Hermana Claudine y Lizzie me encontraron, y me ofrecieron quedarme con ellas un tiempo.
Paige soltó una risa irónica.
—Eres una chica afortunada—comentó la mujer—. Claudine no suele ayudar a cualquiera. Es bastante selectiva a pesar de ser una religiosa.
Erin no supo qué decir al respecto.
—¿Y por qué huiste de tu casa? —inquirió Paige— ¿Acaso te golpeaban? ¿Descubriste que eres adoptada? ¿No te aceptaron por ser lesbiana o alguna mierda parecida? ¿Estás huyendo porque estás embarazada de un hijo de puta y no quieres enfrentarte a tus padres o acaso estás huyendo porque los mataste?
Erin negó rápidamente ante las sugerencias de Paige con un gesto de incomodidad.
—No...fue más bien por...problemas familiares...desacuerdos...—dijo la joven, sin entrar en detalles. Erin deseo con todas sus fuerzas que la mujer cambiara el tema de conversación.
Paige soltó una risa, con una expresión de resignación en su rostro.
—Al menos tuviste la oportunidad de irte antes de que te echarán a la calle—dijo con tono sarcástico, volviendo su mirada al frente—. Supongo que no todos tienen esa suerte
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Almas Condenadas
Misteri / ThrillerCuando Erin huyo de su hogar, no esperaba que la lluvia la terminara llevando a un lugar remoto y enigmático: Midnight Grove, un encantador pueblo donde la amabilidad de la gente es tan singular como su peculiaridad. Decidida a tomarse un descanso...