El Padre Gabriel comenzó su discurso con voz fuerte y clara que resonó en todo el recinto, llenándolo con sus palabras llenas de convicción y fervor. Todos los presentes, con expresiones serias y reverentes, le prestaban suma atención. El ambiente se llenó de un respetuoso silencio, interrumpido únicamente por la voz del Padre Gabriel mientras desarrollaba sus ideas con claridad y profundidad. Su elocuencia mantenía a la congregación absorta. En medio de aquel discurso, Erin desvío su mirada hacia Lizzie, quien miraba al suelo y tarareaba una canción suavemente, ajena al discurso del Padre.
«Al menos Lizzie encontró algo con que entretenerse» La joven sonrió, elevando la mirada hacia la ventana. Erin contemplo el paisaje sereno, donde el césped se mecía suavemente con la brisa y los árboles de los alrededores recibían los cálidos rayos del sol «Que tranquilidad»
De pronto, su mirada se detuvo en una figura peculiar que parecía caminar en dirección a la capilla. A la distancia, discernió que era una mujer, vestida con un largo vestido estilo victoriano de tonalidad rojiza, lo que la hacía destacar entre los verdes y marrones del entorno natural. El vestido, adornado con encajes y cintas, se movía suavemente con la brisa, dándole un aspecto casi etéreo. Aunque no se podía ver claramente el rostro de la mujer, debido a que estaba cubierto por una gran capa con capucha, Erin sintió una inexplicable conexión, como si aquella figura le devolviera la mirada con intensidad.
Confundida y ligeramente inquieta, la joven se frotó los ojos, tratando de asegurarse de que lo que veía era real y no una simple ilusión causada por su mente. Sin embargo, cuando volvió a enfocar su mirada en el lugar donde había visto la figura, esta había desaparecido por completo, como si nunca hubiera estado allí. La joven parpadeó varias veces, incrédula y con una extraña sensación de vacío.
—Qué extraño—murmuró—. ¿Lo habré imaginado?
—¿Qué cosa? —preguntó Lizzie, mirando curiosa a la joven, la cual se sobresaltó un poco al ver que la pequeña la había escuchado
—No, nada. Solo estoy pensando en voz alta —respondió, convenciéndose a sí misma que su mente le había hecho una mala pasada. La niña asintió ante la respuesta y volvió a lo que estaba haciendo.
Erin dirigió su mirada hacia el otro lado. La señora Collins estaba con los ojos cerrados y una leve sonrisa dibujada en sus labios. Aunque parecía estar en reposo, Erin estaba segura de que no estaba durmiendo. Recordó cómo su abuela solía hacer la misma expresión y postura cuando escuchaba su música favorita, como una muestra de concentración absoluta. La joven se inclinó ligeramente para observar a Paige. La mujer parecía más interesada en contemplar sus uñas que en prestar atención al discurso del viejo sacerdote.
«Todo está bien»
Pasado el tiempo, el sacerdote hizo una seña para que todos se levantaran de sus asientos y entonaran una canción, la cual duró aproximadamente 5 minutos. Concluido el cántico celestial, la reunión llegó a su fin, permitiendo que los feligreses se retiraran del lugar.
—Al fin se terminó esta mierda. Iré por las escobas para limpiar rápido y largarme de aquí—dijo Paige, levantándose rápidamente de su asiento y dirigiéndose hacia donde estaba la Hermana Claudine.
—Bueno, me retiro—anunció la señora Collins, poniéndose de pie lentamente. La mujer extendió su mano hacia Erin—. Fue un placer, jovencita.
—Igualmente—dijo la joven, estrechando la mano de la mujer.
—¡Espere! —exclamó Lizzie levantándose y abrazando a la señora Collins—. ¿Estará ocupada hoy?
La señora Collins negó con la cabeza.
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Almas Condenadas
Misterio / SuspensoCuando Erin huyo de su hogar, no esperaba que la lluvia la terminara llevando a un lugar remoto y enigmático: Midnight Grove, un encantador pueblo donde la amabilidad de la gente es tan singular como su peculiaridad. Decidida a tomarse un descanso...