Capitulo XXII

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Erin se encontraba en la capilla, en aquel salón que habían asignado para las clases. Thomas y Lizzie estaban jugando tic tac toe, mientras que Paige parloteaba con Chloe, sentadas en el mismo alféizar. La vista de la joven paso hacia el asiento vacío junto. Oliver no había llegado.

«¿Le habrá pasado algo?» se preguntó la joven, para luego negar con la cabeza «No...Es por nuestra última charla». La chica soltó un suspiró «¿Que se hace cuando un amigo no te quiere ver?» Erin soltó una risa «Amigos...Habíamos quedado como amigos de estudio, pero aun asi me preocupo como si nos hubiesemos conocido de toda la vida»

—¿Qué crees que le haya pasado a Oliver? —la voz de Chloe la sacó de sus pensamientos, haciendo que la joven se sobresaltara un poco y volteara a ver a las dos mujeres, quienes se habían acercado sin que ella se hubiese percatado.

«Tengo que dejar de pensar en público. Me desconecto tanto que no sé lo que pasa a mi alrededor», se reprendió Erin.

—Q-Quizás se quedó dormido...—respondió Erin, tratando de sonar casual.

—Para mí que se aburrió de esto y no quiso venir más—comentó Paige, con un tono agrio—. Que idiota es.

—No digas eso, Paige—dijo Chloe—. Quizás se enfermó.

—Oliver siempre hace lo que le da la gana, aun si está enfermo—dijo Paige, cruzándose de brazos y levantando una ceja—. ¿No recuerdas cuando estaba con fiebre y aun así estuvo ayudando a Randy?

Chloe asintió.

—Supongo que tienes razón—dijo Chloe, mordiéndose una uña—. Pero aun así, estoy algo preocupada por él. Ha estado actuando raro...más de lo usual.

—Tranquilízate, Chloe—la mujer rubia colocó una mano sobre el hombro de su amiga, tratando de calmarla—. Solo está pasando por la etapa, eso es todo.

Tanto Chloe como Erin inclinaron la cabeza.

—¿De qué hablas, Paige?

—Ya sabes, cuando un chico y una chica pasan tiempos juntos y esas mierdas, se les altera las hormonas—dijo haciendo un gesto con la mano—. Más a Oliver, que no ha convivido con chicas desde hace tiempo.

—Él y yo solo somos amigos...—murmuró Erin, con sus mejillas levemente sonrosadas.

—Por ahora, niña.

—Tal vez debamos ir por él—interrumpió Chloe—. Solo para estar seguras.

—¿Y dejar a Erin con estas bestias? —preguntó Paige, señalando a los niños—. Ni hablar. Destrozaran este lugar y el bastardo de Gabriel querra quemarme en la hoguera.

—Disculpen...

Las tres mujeres voltearon en dirección a la voz. Un hombre está parado ahí en la puerta. Tenía un aspecto desaliñado, el cabello grasiento y la ropa estaba hecha un desastre. Erin lo miró confundida «¿Y el quién es?No recuerdo haberlo visto»

—Pero miren quien salió de su cueva—dijo Paige, con tono brusco—. ¿Qué mierda haces aquí, Albert?¿No tienes mejores cosas que hacer?

Erin parpadeo unas cuantas veces, intentando procesar la información. «¿Albert?» la chica abrió los ojos ante la revelación «¡¿Ese hombre es Albert?!¿El tipo que el señor Ward llamó asqueroso fetichista?» Erin volvió a dirigir su mirada al hombre. El hombre tenía la mirada perdida, mirando de soslayo el piso para luego pasarla hacia las mujeres y luego a los niños «Pues no estaba mintiendo. Este hombre da muy mala espina».

—¡Hey! —Paige se acercó a Albert, chasqueando sus dedos frente a él—. Te estoy hablando, imbécil.

El hombre apenas reaccionó. Sus ojos oscuros se movieron lentamente hacia Paige.

Almas CondenadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora