Al llegar a la iglesia, vieron que la señora Williams y su hijo se encontraban afuera, junto con el Padre Gabriel. El sacerdote hablaba animadamente con la mujer, mientras que Thomas estaba hincado en el césped, jugando distraídamente con una rama, moviéndola de un lado a otro como si fuera una varita mágica. Lizzie, llena de curiosidad, se soltó del agarre de su tía y corrió en dirección al niño para ver más de cerca lo que estaba haciendo.
La señora Williams se percató de la llegada del grupo y, con una sonrisa radiante, se volvió hacia ellas.
—¡Llegaron! —exclamó con entusiasmo.
—Perdón por la tardanza—se excusó la Hermana Claudine, con una ligera inclinación de cabeza.
—Oh, no se preocupe por eso, Hermana Claudine.
El sacerdote también se volvió hacia ellas y les dedicó una sonrisa que intentaba ser cálida, pero que no lograba ocultar la falsedad.
—Buenos días—dijo, con una alegría poco convincente.
La religiosa y Erin correspondieron el saludo, mientras que Paige solo rodo los ojos con disgusto apenas disimulado.
—¡Tiene que ver como arreglamos la habitación!¡Quedó espectacular! —exclamó la señora Williams, tomando del brazo a la religiosa y llevándola rápidamente hacia el interior.
Cuando ambas mujeres desaparecieron tras la puerta, el Padre Gabriel volvió a ver a Erin y Paige, con una expresión más seria.
—No quiero que desórdenes ni rompas nada, ¿entendido? —dijo en dirección a la mujer rubia—. Tampoco que traigas animales. Te recuerdo que estarás dentro de una iglesia, no en tu casa.
Sin esperar respuesta, el hombre se dio la vuelta y entró en la capilla, dejándolas allí de pie. La mujer rubia inclinó ligeramente la cabeza hacia Erin.
—Al menos no me amenazó con matarme—murmuró en voz baja.
«Lo más seguro es que lo hizo en su mente» pensó Erin, con una pequeña sonrisa.
—Será mejor entrar—agregó Paige, desviando su vista hacia los niños—¡Liz!¡Tom!¡Adentro!¡Ahora!
—¡No quiero entrar! —exclamó Tom, haciendo un puchero mientras seguía jugando con la rama.
—¡O entras por las buenas o entras por las malas! —amenazó Paige, mostrando su puño de manera intimidante.
Tom entró disparado a la capilla, con los ojos bien abiertos de miedo. Lizzie lo siguió, riendo a carcajadas por la reacción exagerada del niño.
—Estos mocosos—dijo Paige, poniendo un pie dentro del lugar. Se volvió hacia Erin, notando que se había quedado rezagada—. ¿Y tú? ¿no piensas entrar?
—Falta Oliver—dijo la joven, con su vista fija hacia el camino.
Paige sonrió de forma burlesca y se acercó a Erin, colocando su brazo alrededor de los hombros de la joven.
—¿Estás preocupada por tu noviecito? —preguntó Paige cerca de la oreja de la joven. Erin volteo a verla, disgustada por el comentario—. No te preocupes, él llegará pronto. Quizás solo se quedó dormido.
La joven solo asintió.
—O quizás no quiere verte y está fingiendo estar enfermo para no venir—continuó la mujer, dándole palmadas en la cabeza como si fuera una niña pequeña—. Pobre Erin, la han rechazado sin siquiera darle la oportunidad de intentarlo.
Erin apartó la mano de Paige de un manotazo, su rostro ardiendo de vergüenza y rabia.
—Eres insoportable, ¿lo sabes? —murmuró Erin.
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Almas Condenadas
Mistério / SuspenseCuando Erin huyo de su hogar, no esperaba que la lluvia la terminara llevando a un lugar remoto y enigmático: Midnight Grove, un encantador pueblo donde la amabilidad de la gente es tan singular como su peculiaridad. Decidida a tomarse un descanso...