Capitulo XI

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Ya de noche, Erin estaba en su cuarto, vestida con su nuevo pijama hecho por la señora Collins. La joven estaba sorprendida de lo bien que le quedaba, admirando la habilidad de la anciana mujer para confeccionar ropa. El pijama era suave y cómodo, con un diseño sencillo pero elegante que hacía que Erin se sintiera especial.

—Es muy bonito—murmuró con una pequeña sonrisa. En eso, la joven oye un toque suave en la puerta, sacándola de su ensoñación —. Adelante

La Hermana Claudine entró y, al ver a la joven, sonrió amigablemente.

—Te ves muy bonita, Erin—comento, a lo que Erin sonrió, un poco sonrojada.

—Gracias. No pensé que me quedaría tan bien.

—La señora Collins es una mujer muy talentosa. Sabe perfectamente lo que hace—dijo, acercándose un poco más—. Estoy segura de que a Lizzie le encantará ver tu pijama.

La joven asintió.

—Bueno, vine a revisar tu cuarto—comentó la religiosa—. No vaya a hacer que haya más arañas por aquí y alguna te pique. No quiero que sufras otro accidente estando conmigo.

Erin asintió, observando como la mujer comenzaba a revisar cada rincón con meticulosa atención. La joven se mordió la lengua internamente, sintiendo un remordimiento punzante. Se sentía mal al hacer preocupar a la religiosa por la mentira que había dicho hace unas horas, pero en ese momento no estaba segura de si debía contarle o no sobre lo que había visto. Todo le parecía tan irreal, como si estuviera atrapada en un torbellino de eventos inexplicables que desafiaban su comprensión de la realidad.

—No encontré nada—informó la religiosa—. Así que podrás dormir tranquila esta noche.

—Que bien...—murmuró la joven, nerviosa.

—Trata de dormirte temprano. Mañana iremos a primera hora a ver a Oliver y a su papá.

—Sobre eso... ¿Está segura de que no les estaremos molestando? No quisiera interrumpir su trabajo—dijo, bajando levemente la cabeza.

—Por supuesto que no—respondió la mujer, haciendo un gesto con la mano—. Solo iremos a conversar un rato con ellos, ¿Qué tiene de malo eso?

—Bueno...el señor Ward dijo que...

—Olvídate de lo que dijo Nicky. Ese hombre cree que puede controlar a todo el mundo—dijo la mujer, rodando los ojos. Luego, colocó ambas manos sobre los hombros de Erin—. Si tú quieres ir a ver a Oliver, tienes todo el derecho de ir a su casa a verlo, sin importar lo que los demás digan, ¿entendido?

—Está bien—murmuró Erin, levantando la mirada tímidamente.

La mujer sonrió ante eso, apretando suavemente los hombros de Erin.

—Ahora, a dormir, que mañana será otro gran día—dijo la mujer, separándose de la joven—. Si necesitas algo, estaré afuera con los perros.

—Gracias.

La Hermana Claudine se despidió con una sonrisa. Una vez estuvo completamente sola, Erin tomó asiento en su cama y miró hacia su mesita de noche, donde Buttercup dormía plácidamente dentro de su jaula.

«Es muy dormilón»

La joven sacó de debajo de su pijama su collar y empezó a jugar con él, pensando en cómo debería iniciar la conversación con Oliver mañana. La ansiedad y la expectativa se mezclaban en su pecho mientras sus dedos jugueteaban con el pequeño colgante.

«¿Debería preguntarle directamente?» se dijo, mientras se mordía el labio inferior «Algo así como: "Oye, la última vez que te vi, saliste corriendo cuando viste el dibujo del hada que hizo Lizzie, ¿Acaso viste a alguien parecida antes?, porque creo que yo también he visto esa mujer y necesito saber si estoy loca o no» Erin arrugó la nariz y negó rápidamente con la cabeza «No, eso suena terrible».

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