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No sabía qué responder, aún se encontraba procesando la información. Sabía que en algún momento Katsuki le pediría verse; todos los días trataba de mentalizarse, sin embargo, ahora se daba cuenta de que no estaba preparado.

Sostenía el celular en sus manos, solo visualizando el mensaje; sin responder. Tenía que darle una respuesta. Necesitaba poder afrontar aquel miedo, pero el miedo era más grande. Requería ayuda, no podía hacerlo solo; así que una vez más tuvo que recurrir a su madre.

Era la medianoche, su madre trabajaba largas horas laborales para poder sacarlo adelante. Y solo tenía descansos entre semana, eran variados, no eran fijos.

Solo eran él y ella; su padre había fallecido en un accidente automovilístico cuando él era solo un niño, por tal razón, no lo recuerda.

Se encontraba en el sofá, esperándola. Cuando escuchó la puerta principal abrirse, su madre no se había percatado de su presencia hasta que encendió las luces, llevándose así el susto de su vida.

— ¡Dios! — chilló. — Izuku, ¿qué haces despierto a estas horas?

— Te estaba esperando.

— ¿Pasó algo? — cuestionó angustiada.

— ¿Podemos hablar?.

— Por supuesto, dime. ¿Qué pasa?

— Se trata de Katsuki.

— El chico al que le enviaste cartas, ¿verdad?

Izuku asintió.

— ¿Qué pasa con él?

— Me encontró, y quiere que nos veamos. — habló con una ligera sonrisa.

— ¡Oh, Dios mío!, ¿de verdad?

— Uhum.

Sin embargo, Inko notó que algo estaba mal, notaba a su hijo afligido.

— ¿No te alegra?

— Demasiado, siento que estoy viviendo en un sueño. Pero, tengo miedo.

— ¿Miedo?

— Miedo de que no le guste; que todo termine mal. Probablemente ya conozca mi apariencia, me dijo que le gustaban mis ojos, que su color favorito es el verde. Pero, aún así, tengo miedo y no sé qué hacer. —  comenzó a sollozar.

Inko atrajo a Izuku hacia ella, rodeándolo con sus brazos. Sabía perfectamente aquel sentimiento, lo entendía. Después de todo, era la primera vez que Izuku se enamoraba; de verdad.

— El primer amor es muy lindo, pero a la vez da miedo. Lo entiendo, me pasó lo mismo con tu padre.

— ¿De verdad? — cuestionó entre sollozos, apartándose de su madre.

— Sí. A diferencia de ti, me enamoré de él en la primaria, coincidimos en el mismo salón, me hice su amiga. No tenía ninguna intención de enamorarme, pero sucedió; yo no lo quería aceptar.

— ¿Por qué?

— Me daba miedo; miedo de romper aquella amistad tan linda que teníamos, de dejarnos de hablar y alejarnos.

— ¿Y qué sucedió? — preguntó interesado, su madre nunca había hablado de ese tema.

— No hice nada. — rió. — Tu padre se declaró primero. Pero al igual que yo, tenía miedo.

— Entonces, ¿ambos tenían miedo?

— Así es. ¿Has pensado en la posibilidad de que Katsuki también lo tenga?

El chico de las estrellas • Bakudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora