El fin de semana había sido tranquilo. Se había estado sintiendo presionado por el hecho de que ya tuviera su número. Sin embargo, Katsuki le dijo que no lo presionaría y que le daría su tiempo. Y así lo fue; los mensajes intercambiados no eran demasiados, pero tampoco insuficientes. Consistían en darse los buenos días, preguntarse cómo estaban, qué hacían y, por supuesto, darse las buenas noches. Sin embargo, el lunes, al llegar a la escuela, se había percatado de algo distinto en el ambiente; había comenzado a sentirse observado.
Al principio, creyó que era porque Katsuki ya tenía una manera de contactarlo, pero no era eso. No lo había notado muy bien al principio, pero con el paso de los días, empezó a sentir algunas miradas sobre él.
Además de sentirse observado, se sentía señalado. Debido a que no podía estar cerca de sus amigas, tenía que pasar los recesos solo. Por tal razón, era normal verlo caminar por los pasillos completamente solo, aunque algunas veces podían observarlo algunos compañeros de su salón.
Pero las cosas ahora eran distintas; al caminar por los pasillos, sentía que a lo lejos algunos ojos lo observaban, e incluso había comenzado a escuchar murmullos diciendo: "¿Es él?", aunque sabía que esto podía ser parte de algo creado por su subconsciente, debido a la paranoia de saber que alguien lo observaba.
Había estado teniendo un día tranquilo; era la hora del receso, por lo cual se encontraba caminando por los pasillos hacia su salón después de haber ido a la cafetería. Estaba solo, como ya era costumbre, sin embargo, muy cerca de él alcanzó a escuchar algo que lo dejó totalmente desconcertado.
— ¿Es él? — cuestionó una voz.
Sabía perfectamente que eso no había sido parte de su imaginación; lo había escuchado tan claro que no había dudas: se referían a él. Por puro instinto, volteó para tratar de ver alguna persona sospechosa, pero al ser hora del receso, había demasiados estudiantes en los pasillos como para encontrar al responsable. De manera que no le quedó de otra que correr hacia su salón.
— ¡Idiota! — regañó una voz del otro lado de la línea que segundos después colgó.
Kirishima comenzó a correr por los pasillos hasta llegar al salón.
— ¡Lo siento!, pensé en voz alta.
— No te vuelvo a pedir ningún encargo.
— ¡Perdón! Pero, ¿realmente es él?
— Por la forma en que corrió, no hay duda. Es él.
— ¿Estás 100% seguro, bakubro?
— Sí, de igual manera solo hay una manera de confirmarlo.
— ¿Cómo? — cuestionó Kirishima confundido.
Katsuki asintió.
Las próximas tres horas de clase transitaron de una manera muy rápida para él. Sentía su corazón latir con fuerza, su respiración era irregular y su cuerpo temblaba un poco.
Distintos pensamientos se hicieron presentes; la mayoría negativos, pero el que más se hizo recurrente fue la idea de tener un acosador.
»¿Y si es un acosador?« era lo único en lo que podía pensar.
La hora de la salida llegó; ni siquiera había podido poner la atención debida a las clases. Pero aún así, lo único que podía pensar era en irse de inmediato a su casa. Sin embargo, en el momento que salió de la escuela, su celular sonó.
La pantalla de su celular destellaba una luz blanca que indicaba que se trataba de una llamada, en la cual se podía observar el nombre de "Katsuki ♡". Inmediatamente colgó.
»¿Había llamado por accidente?« pensó.
Pero aún así, no se permitió pensar detenidamente; necesitaba llegar a su casa cuanto antes. Así que, sin darle más vueltas al asunto, se apresuró. Sin percatarse de que un par de miradas lo observaban.
— Definitivamente, es él. — afirmó Katsuki.
— ¡Bro, eres un genio! — elogió Kirishima.
Katsuki y Kirishima habían estado esperándolo detrás de un pequeño arbusto, el cual se encontraba en la entrada de la escuela. Al verlo salir, lo que harían sería llamarlo, para así ver si atendía; lo más probable sería que no, pero aún así sabrían si realmente era él. Y así lo fue; incluso había salido mejor de lo que esperaban, ya que el celular de Izuku no estaba en silencio.
Pero, ¿cómo Katsuki lo había encontrado?
La respuesta era muy sencilla; la primera pista había sido la frase que Shoto le había dicho: "La respuesta está en las cartas". Luego de analizarlo, había llegado a la conclusión de que se trataba de las estrellas. La segunda pista la había encontrado ese mismo día que salió con Shoto, al lograr visualizar a un chico corriendo a lo lejos. Al principio creyó que se trataba de alguna persona cualquiera, pero algo en él lo había hecho destacar; el sonido de un pequeño cascabel que se encontraba en un llavero de estrellas, el cual se encontraba colgando en su mochila.
Inicialmente no le había tomado importancia, pero luego de haber concluido que aquella persona se relacionaba con las estrellas, no le había quedado más dudas; la misma persona que había visto en la heladería era la persona que había estado buscando todo este tiempo. Al comienzo pensó que solo era una coincidencia, pero al empezar a juntar las pistas y el hecho de que Shoto era mejor amigo de aquella persona, era más que obvio. Por ello, comenzó a buscarlo por la escuela; observando todas las mochilas de color amarillo.
No le fue difícil encontrar al dueño de aquel llavero tan distintivo, pues al igual que el llavero, su mochila llamaba la atención. Por tal razón, había decidido pedirle su número para llevar a cabo el plan, aún cuando estaba casi seguro de que era él, se había dado la tarea de observarlo; dándose cuenta de que, definitivamente, tenía demasiadas cosas de estrellas.
Al llegar a su casa, su celular volvió a sonar, pero ahora no era una llamada; era un mensaje.
«¡Hola, 'Zuzu! ¿Cómo te fue el día de hoy?»
Era Katsuki.
«¿'Zuzu?»
Cuestionó totalmente confundido; ¿se había equivocado de chat? O ¿por qué le llamaba así?.
«¿Te puedo llamar de esa manera?»
«Está bien. Pero, ¿por qué?»
«Te llamas Izuku, ¿no?»
— Oh, Dios mío. — fue lo único que Izuku pudo decir.
Comenzó a entrar en pánico; no era un acosador el que lo había estado observando.
Lo habían encontrado.
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El chico de las estrellas • Bakudeku
Lãng mạnKatsuki esta cursando el último semestre de la preparatoria, cuando un día encuentra una carta en su casillero. La carta termina siendo una declaración de amor, pero la peculiaridad de esta es que no vine el remitente, en cambio, vienen pequeñas est...