4.Lo que faltaba: mi papá desea prostituirme.

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Capítulo 4

Mi amistad con Eric, siempre consideré, fue un tipo de amistad que no se encontraba en cualquier lugar. Debía de ser por el hecho de que Eric era evidentemente más maduro que cualquier persona de su edad gracias a su adversa vida, o por el hecho de que las cosas simplemente habían sucedido de esa manera, en extraño dictar. O no sé si sea que, en realidad, todas las parejas, sean amistosas o amorosas, sean igual, pero se sientan diferentes.

   No éramos de ese tipo de cliché de amistad con quien perdimos nuestro primer beso de menos de un segundo, que jugaba a ser novios, o los que se odiaban mutuamente. En fin, no éramos nada que se pueda clasificar como algo lindo. Veíamos películas, íbamos al cine de su tío, a la playa, enmascaraba mis actos torpes,  y teníamos pijamadas juntos, incluyendo a Nick, que estaba pasando en la etapa de gérmenes de niñas, en algunas de nuestras periódicas actividades, sobre todo en la última. Teníamos solamente nueve años, así que ningún acto que la inocencia ciegue podía suceder.

 Creo que cuando tienes nueve años no vives más que en las películas de Disney, y no eres más que un pedazo de ignorante. Piensas que el amor es puro, algo mágico, que puede traer a las personas de la muerte a la vida.

  Quizás no era un amor platónico, el más inofensivo de todos porque es el que menos acciones tenia, o un amor en sí, y confundí mis sentimientos por años. Posiblemente era la nostalgia que sentía cada vez que lo veía por la amistad perdida y el hecho de que pudimos haber sido una persona con la que hablaríamos de grande, no solo la que recordaríamos como pisotones en el suelo.

  No fue mi primer amor. Un primer amor es cuando te enamoras de alguien, y pese a que sentí por años algo por Eric, no llegué a enamorarme de él. Para enamorarse se debía de tener una madurez que, debía de aceptar, yo no tenía en ese momento. Él ya la tenía, pero lo que le hacía falta era la disposición.   

   Eric era la clase de amigo con el que ibas al cine, con el que, de grandes, si muchas cosas no hubieran sucedido, hubiera compartido mi primer doble cliché: enamorarme de mi vecino de al lado y de mi mejor amigo. Nunca preguntaba o pregunté mucho sobre el amor. De hecho, yo era de las personas que se burlaba de ellas: de las personas tomadas de las manos, los besos, el afecto público, pero las que, en el fondo, sabía que caeríamos rápida y fuertemente al primer golpe y nos volveríamos en el ejemplo del que nos reíamos.

  Había esas dos clasificaciones: las cursis y las que se burlaban de las cursis. Yo me burlaba de las parejas cursis. Aunque, dentro de mi mente, nunca pude haber llegado a ser menos cursi que un poema.

  Los primeros ocho años lo veía como un simple amigo, mi mejor amigo. Tanto que mamá lo dejaba dormir en casa— en el cuarto de Nick, con él, y algunas veces ambos en el sillón—. Pero claro, teníamos solo ocho años, éramos más puros que la propia agua.

  Recuerdo justo el día que sucedió, el que llegué a pensar que, tal vez, Eric y yo podríamos ser algo: Él ya había cumplido nueve años, yo estaba a punto de cumplirlos. No nos hablamos durante toda esa hora. Vi mi primera película romántica conscientemente con él. Ya habíamos visto varias, solo que usaba estarme riendo o burlándonos de los personajes. Sin embargo, esa vez nos Eric y yo nos habíamos enfadado porque no le había querido dar parte de mi galleta. Y todo, de esa manera, por un pedazo de galleta y un santiamén, cambió: puse más atención a la película de amor. Cuando vi a las dos personas, un hombre y una mujer, besándose, me quedé con muchas dudas cuando la película terminó. Eric solo se encogió de hombros, y me pidió perdón. Yo asentí, y él me dijo que prefería las películas de acción y me preguntó porque lo miraba de esa forma— una forma que no me había dado cuenta que lo mirada—. Le dije que lo veía de esa forma porque tenía un peinado chistoso, solo que le mentí, nunca le dije la verdad: que, desde ese momento, toda mi perspectiva hacia él había cambiado de un instante a otro.

1. Venturas de la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora