Perdón, enserio! Me quedó demasiado largo el epílogo, así que tuve que dividirlo en dos. Aquí está la primera parte, al segunda la subo mañana a esta misma hora.
Espero que les guste, y aquí les dejo la parte que les mencionaba en las noticias que les dejé, y que era una parte importante de leer para entender esto:
Capítulo 1
Las personas siempre son definidas por un fuerte característica en su vida; por ejemplo: Nick, talentoso; Eric, inteligente; Tara, conservadora; Hunter, petulantemente primoroso; Amanda, extrovertida; Angelina, presumida; e, incluyendo a todas las personas que tienen indefinidas características, tienen una palabra que las definía: volubles. ¿Yo? Una simple palabra: voluble. ¿La predominante? : Torpe.
Y las cosas, como la misma palabra voluble, siempre se entrelazan en un punto de la vida, como en las características de una persona voluble, en un camino donde las cosas surgen de en medio de la nada, crecen como las ramas de un árbol, y se ramifican, llegando hacia un solo punto: la luz del día o de la noche, las estrellas, la luna, el sol, y ven todo, viven todo, y tratan de alcanzar las cosas tangibles e inexistente a la vez que se encuentran en la lejanía.
Y así sucedió. Y las cosas siguieron entrelazándose después de eso, reviviendo algunas veces los recuerdos en mi mente, los latidos de mi corazón, sonrisas que se dibujan y tú no lo notas, porque ya estás demasiado lejos, años de distancia. Mi pulso se revive ante cada recuerdo, tentándome a agarrar y sostener una pluma en mi mano, teclas en mis dedos, para volver a escribir todo una y otra ver, difundiendo lo que realmente sucedió.
Epílogo.
No convertimos en aquellas fotografías que, posiblemente, veremos con nuestros esposos después de algunos años. Simples rostros con sonrisas en los labios, vestidos en la graduación, trajes de noche, guerras de globoso, las imágenes corriendo al mismo tiempo que las memorias y los recuerdos lo hicieron.
Pero, con el mismo número total de tiempo, cinco años después, el recuerdo solo crea una gran aprensión en mi pecho.
Lo intentamos, realmente lo intentamos. Movimos montañas, cruzamos las barreras del tiempo y el mar, simplemente para hacer que esos veintitrés años de conocernos el uno al otro funcionaran, pero al final, todo, tal y como lo habíamos dejado una decana y media atrás, se disipó lentamente sin ninguna razón de ser. Sin tener un final, sin tener un comienzo.: una línea intermedia entre dos mundos, entre dos vidas que sí logramos juntar, pero no sostener.
Su regalo de cumpleaños siempre se quedó debajo de mi colchón en mi casa con mi mamá por años hasta que me mudé de su casa al terminar mi carrera de leyes, la cual terminé dejando para realizar mis sueños. No me acordé de la existencia del manuscrito empolvado hasta mi última visita el día de ayer, donde tomé el manuscrito para terminar la historia a tinta y pluma.
Nunca le dije que era, como él nunca me dijo cual había sido regalo de cumpleaños de su papá.
Nuestra historia.
Su regalo, ese manuscrito, todas esas palabras y esos monosílabos escritos por el frenesí desliz de mi mano, eran nuestra historia relatada por mí misma. Con miedo a dársela, a dar un final a nuestra historia, guardé para mí misma nuestros besos, nuestras promesas sin cierre, tal y como nuestra historia.
Ahora, once años después, me doy cuenta que el final de nuestra historia no era ni siquiera el comienzo de ella.
Pero tengo que dejar ir: dar un final a todo. Afrontar todo. Su rostro de nuevo, sabiendo que sus pómulos estarán más marcados, que, posiblemente, otra mujer esté a su lado, un bebé en sus brazos, su cabello será igual de sedoso y alborotado que siempre, pero esta vez ya no podré tocarlo. Y que, sus ojos, nunca dejaran de hundirme en esa tormenta que me llevó de un lado a otro por quince años.
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1. Venturas de la vida.
Romans*Nominada a premios Watty, 2013* Antes El desastre que creamos, llamado amor. Cuando la vida te hace una broma, no hay otra opción más que reír. La gente ve a Annelise Villaluz como: torpe, mal afortunada, sarcástica, histérica y t...