Papás cumpleaños y pijamadas en casa de mi novio.

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Capítulo 33.

La última vez que vi a mi papá, fue el verano anterior a ese, y todos éramos demasiado distintos: yo medía más que Nick, Nick tenía el cabello peinado hacia un lado, cayendo y casi tocando sus hombros; yo no tenía nada de pecho, mi cara aun estaba pasando por su etapa pubertad, no tenia demarcados mis rasgos, y mi cabello era largo. Me pregunté, justo en el momento en el que él se acercó hacia mí con una sonrisa en su rostro y me tomó en sus brazos, si yo era todo lo que él esperaba.

-Hola, papá- le dije al oído, con la voz entrecortada por el impacto.

-Has crecido mucho, Ali- dijo él, separándome de él y sonriendo. Se sostuvo de la esquina de la cocineta, y puso todo su peso sobre ella. 

-Mi busto ha crecido- lo enmendé.

El soltó una carcajada y abrazó a Nick, quien seguía rígido como una estatua y le devolvió un saludo por lo bajo, sin apartar su mano de la cocineta. 

De entre los dos, era Nick quien tenía una relación un poco más difícil con papá: el no estaba interesado en nada que tuviera que ver con el ambiente, odiaba escalar las montañas, nadar en ríos, ir a zoológicos o acuarios. No era que yo amara esas actividades, pero, por lo menos, las disfrutaba más que el.

-Y veo que tu sentido del humor tampoco ha cambiado en nada- dijo mi papá.

Me obligué a sonreír, también él lo hizo, pero el si se veía sincero. Nick, en cambio, ni siquiera lo estaba intentando. Pude ver de soslayo a Eric, aun sentado en el sillón y viendo hacia nuestra dirección, pero indispuesto de moverse hacia donde no estábamos.

Se lo agradecí, y en ese momento, me di cuenta lo distinto y extraño que se sentían todos los apartados de mi vida: el pasado, mis amigas, mi familia, mis problemas, mi presente, mi historia amorosa, mi futuro... Era como si nada de eso fuera capaz de juntarse, aunque fuera por un momento, en la misma realidad, en mi mente.

-Así que...- comencé a decir, con la voz vacilante-. ¿Qué estás haciendo aquí?

-¿No es obvio?- dijo él-. Estoy aquí por ustedes.

-¿Y cómo sabias que estábamos exactamente aquí?- pregunté, con suspicacia.

Papá señaló a Nick, que también se veía indispuesto a abrir la boca para hablar.

-Contacté a tu hermano, y él me dijo que iban a estar aquí.

-¿Y porque no a mi?- pregunté, sintiéndome un poco excluida.

-Tenía pensado hacerlo, pero tu hermano me dijo sobre algunos problemas que estabas teniendo, y no quería agregarte eso en la mente.

Me volví hacia Nick, confundida.

-¿Desde cuándo sabes esto?

El miró a todo lo que estaba a su alrededor, menos a mí: Eric, nuestros compañeros que comenzaban a bajar y nos veían con interrogación, las plantas, la barra de café, los carros pasando por la carretera.

-Unas cuantas semanas.

-¡¿Semanas?!- vociferé-, ¿sabías que papá iba a venir aquí desee hace semanas?

Nick se mordió su labio, y asintió.

-Y no solo quedarse...

-Ali- mi papá sonrió por las inminentes noticias-. Estoy aquí para quedarme vivir. Conseguí un trabajo permanente como jefe en el acuario.

Mi mandíbula cayó hacia el suelo, al mismo tiempo que el aire salió de mis pulmones. La verdad, era que, no quería que mi papá estuviera ahí. No quería verlo, nunca me había gustado verlo: no después de saber que él podía pasar semanas lejos, dándole prioridad a su trabajo, mientras nosotros estábamos en casa, donde mamá nos guardaba secretos. Me había hecho la idea de no tener ningún tipo de papá, de solo pensar y sentir mi familia constituida por Nick y por mi mamá. Eso era todo. Mi principio y mi fin.

1. Venturas de la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora