Prólogo

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El aire era pesado con el olor de árboles de cerezo y sus pétalos rosas cubrían todo el piso alrededor. El sol estaba bajo, mostrando largas sombras a través de la ciudad mientras una ligera brisa hacía las hojas sonar, susurrando secretos que solo los árboles podían escuchar. Era el día perfecto de primavera, el tipo de día que te hacía creer en la magia y en los milagros.

Excepto para él. Él estaba roto.

Su lema era "la vida es una apuesta" y lo había sacado de las visitas que había hecho con el doctor a lo largo de los años. El problema que él tenía parecía no tener cura, como una maldición que tiene desde el día que nació.

—Tu vida es una mierda —mencionó Topaz, su compañera de trabajo la noche en la que le contó su historia en un bar.

—No, ser Avgin es una mierda.

"Eres un alfa y un omega a la vez, pero ninguno predomina. Es como si ambos estuvieran dormidos, esperando algo que los haga despertar. Puede ser una característica especial de tu raza".

Dejó su trago sobre la mesa y miró el cielo. Aún recordaba lo último que había escuchado de su doctor, el resultado del último análisis hormonal que le habían hecho.

Era un omega, pero nunca había entrado en celo.

Era un alfa, pero nunca se había sentido atraído por un omega.

Muchos doctores le decían que era por ser Avgin, pero estaba seguro de que ninguno sabía qué implicaba eso. Era fácil echarle la culpa de su condición a una raza desconocida de la que él es el último existente que encontrar un verdadero motivo médico.

—Vente Aven, te llevaré a un lugar en el que te divertirás.

Sin decir más, Topaz dejó unos billetes sobre la barra y lo tomó de la mano. Era extraño pensar que la persona más cercana a él era una compañera de trabajo que solo escuchaba lo que él tenía que decir por lástima. Mientras caminaban juntos por las calles, él quería creer que la calidez con la que ella tomaba su mano era real.

No mucho después, llegaron a lo que parecía un antro. Tenía, en letras neon, el nombre "Golden Hour".

—Dicen que lo mejor para olvidarte de tus problemas es una buena borrachera.

—No puedo precisamente vivir borracho.

—Pero sí los puedes olvidar por una noche.

Tal vez ella tenía razón y no importaba mucho lo que él hiciera, por lo que no lo pensó más y solo entró por la puerta detrás de ella. La música sonaba a todo volumen y él la podía identificar, era el más reciente single de la cantante Robin. Sobre todo, le sorprendió que era música en vivo.

[Renew your definition~ woah]

La canxión estaba a todo volumen. La voz de la artista sonaba más fuerte que todos sus pensamientos.

Dudó al caminar sin saber a dónde dirigirse, pues Topaz estaba detrás de él. La cantidad de feromonas de alfas y omegas mezcladas en ese lugar lo mareaba, pero no se detuvo.

[Feel the fire deep within, rise up and be who you wanna be]

Fue entonces que lo vio. Cabello blanco—no, era más tono azul grisáceo que fluye como las olas del mar en una noche estrellada, atrapando destellos de la luna en su brillo. Sus ojos dorados eran como dos joyas preciosas, reflejando la calidez del sol al amanecer, invitándolo a perderse en su profundidad. Él era la encarnación misma de la elegancia y la belleza, un poema vivo, un sueño tejido en la paleta de la madrugada envuelto en la suave luz de una aurora.

Algo avivó en su interior, algo que creyó muerto desde el día que nació. Sintió un cosquilleo en su pecho que lo hacía querer estar junto a ese hombre desconocido y un estremecimiento recorrer su cuerpo—entonces recordó lo que el doctor le dijo en su última visita.

"Es como si ambos estuvieran dormidos, esperando algo que los haga despertar".

Por primera vez, se sintió vulnerable a esa sensación que intentaba dominarlo por completo. El resto del mundo dejó de importar, la música ya no se escuchaba, no había nadie a su alrededor, no sintió los incontables hombros con los que chocó mientras se abría paso por la pista. Solo estaban él, el chico de nombre desconocido y ese delicioso olor a lavanda que desprendía.

Cuando finalmente llegó frente a él, sus ojos conectaron. Se sintió más vivo que nunca, como si su vida justo hubiera iniciado de verdad. Tomó la flor que siempre tenía en su bolsillo y se la extendió a ese hombre.

—Tu aroma a lavanda complementa perfectamente la flor que tengo en la mano. ¿Me harías el honor de decirme tu nombre?

El hombre, un poco apenado, tomó la flor y la olió. Aventurine jamás se había sentido tan cautivado en su vida; nunca pensó que se sonrojaría de esa manera al ver a un hombre—un omega—deleitarse de esa manera al oler una flor que desprendía su aroma.

O así fue hasta que ese misterioso hombre tiró la flor al piso para aplastarla con su zapato.

—Lo siento, prefiero invertir mi tiempo en alguien que me haga sentir más con unas pocas palabras, pero admiro tu valentía.

El clic de la cámara de Topaz mientras fotografiaba el rostro que Aventurine puso fue opacado por la gran música que se escuchó en el salón.

[Welcome to my~woooorld]

♦♣♠♦

—Ja, ja, ja, ¡debiste ver tu cara!

Aventurine se propuso jamás volver a pisar un antro en su vida.

—No es gracioso.

La foto que Topaz tomó se había vuelto viral en internet, era la noticia del momento.

"Beta masculino intenta cortejar a Sunday, hermano omega de Robin: sale mal".

—Todo internet opina lo contrario. Ja, ja, ja, ¡en serio no creí que irías por él, de todas las personas en el antro!

♦♣♠♦

—Sundy, ¿estás bien?

Sunday miraba la noticia de ese hombre que le entregó una flor y le parecía desconcertante.

—Contigo a mi lado, siempre.

Ese hombre era claramente un alfa, tenía unas de las feromonas más potentes que había percibido en su vida. ¿Por qué todos los titulares lo llamaban «beta»?

Y sobre todo, ¿por qué su omega estaba tan intranquilo desde el momento en que lo vio? Era una sensación que él había dejado en su pecho desde el momento en que sus miradas se cruzaron. 

La Bendición de GaiathraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora