Capítulo 6: Entre Copas

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A la mañana siguiente que Sunday despertó, sintió que jamás había descansado tan bien como esa noche. Ciertamente, no había notado cuando Aventurine se metió entre sus sábanas, pero sabía que había amado dormir entre sus brazos. Su omega se sentía protegido entre los brazos de su alfa y todo el malestar que él había sentido desapareció.

Sobre todo, amaba poder percibir ese aroma a naranja tan cerca de su nariz. No podía evitar sonreír, su alfa lo hacía sentir amado, apreciado, protegido, sin la necesidad de que estuvieran haciendo el amor. Sabía que él lo cuidaría, sin importar qué le dijera.

—Ya despertaste —susurró Aventurine, abrazándolo un poco más fuerte—. ¿Cómo te sientes?

—Mmm... —musitó Sunday, apretando un poco la ropa del alfa entre sus manos—. Como si me hubiera arrollado un tren.

Aventurine se sobresaltó ante la afirmación de su omega. Se separó un poco de él, lo suficiente para verlo a los ojos. Sunday estaba sonriendo, lo notaba tranquilo, podía sentir en sus feromonas esa paz. Puso su mano en la frente del menor y no parecía tener fiebre.

Sunday soltó una pequeña carcajada ante las acciones de su alfa.

—Estoy bromeando. —Cuando Aventurine escuchó eso, toda la tensión abandonó su cuerpo—. Estoy mucho mejor, gracias a ti.

Aventurine le dejó un beso en la frente. Amaba a ese omega.

—¿Quieres que vayamos juntos a desayunar, Sun?

Sunday titubeó un poco. La verdad era que no quería comer nada por temor a que su estómago lo rechazara, pero no quería separarse del alfa.

—Podríamos ir por un desayuno Ciabatta.

—No, eso es muy pesado para alguien que ayer estaba enfermo.

Salieron a desayunar en un restaurante que les quedaba cerca. Aventurine se aseguró de especificarle a la mesera que el omega estaba mal del estómago y que le prepararan algo ligero. Eran acciones como esas que hacían que Sunday creyera que la felicidad estaba al alcance de su mano, que era justo junto a ese alfa.

No era que no fuera feliz con su hermana, pero ella tarde o temprano haría su futuro con alguien más y él se quedaría solo. En esos días, sabía que podía contar con Aventurine para estar a su lado.

Era la manera en que lo cuidaba, en que tomaba su mano con delicadeza, en que le daba besos sin lujuria para demostrar su aprecio, en que se aseguraba de que se sintiera cómodo en todo momento que entendía por qué su omega se enamoró de ese alfa sin siquiera conocerlo. Respondía todas sus preguntas con honestidad y no le ocultaba nada. Hacia acciones pequeñas, casi imperceptibles, pero que le demostraba cuánto se preocupara por él.

Habían planeado pasar el día juntos, no solo porque Aventurine quería asegurarse él mismo de que el omega estuviera bien, sino también porque querían estar los dos solos.

O así fue hasta que Aventurine recibió un mensaje de Ratio.

[¿Quieres terminar lo que dejamos pendiente ayer?]

Aventurine suspiró. Lo había dejado en el restaurante de una manera muy brusca y era gracias a él que su vida estaba solucionada. Debía mantener a su cliente estrella contento.

—Sun... tengo que ir con un cliente.

Sunday se entristeció cuando escuchó la afirmación de Aventurine, sin embargo, no dejó que el mayor lo notara.

—No te preocupes, yo entiendo.

—Te llevaré a tu casa primero, ¿sí?

—Yo puedo...

La Bendición de GaiathraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora