Capítulo 2: Blackjack

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Aventurine no se pudo concentrar en su trabajo el resto del día. Ya no tenía su instinto a flor de piel, ya podía razonar un poco mejor lo sucedido, aunque aún gruñera cuando pensaba en el cuerpo de ese omega estremeciéndose debajo suyo, aunque su ropa aún tuviera impregnado un poco del olor a lavanda y aunque aún le provocara escalofríos recordar el roce con esa piel.

Pensó en que, por primera vez en su vida, sintió el instinto de un alfa. Sintió sus caninos en su dentadura, listos para marcar a ese omega. Sintió que lo hubiera reclamado como suyo si Robin no hubiera aparecido. ¿Era así como todos los alfas se sentían, con el instinto a flor de piel y con autocontrol inexistente? Pensó que no le gustaba ser alfa, pero amó cómo se sintió besar a ese omega, amó sostener su delicada cadera, amó sentir el roce de esa tersa piel con la suya, amó besar esos labios rosas.

La verdad era que amó cada segundo y se quedó deseando más. Sin embargo, el omega mencionó de sus feromonas. Después de salir, le ha preguntado a más personas de eso y todos le mencionan que huele a beta.

Justo por eso fue nuevamente al doctor. Tenía que aclarar sus dudas y no iba a contar su secreto a más personas que no fueran su doctor de confianza y su amiga Topaz, sin embargo, ella era una beta, ella no sabría decirle sobre los instintos de un alfa ni qué había pasado cuando pudo lamer las feromonas de Sunday desde la piel de su mejilla.

—Lo que sentiste es la protección de un alfa hacia su omega y es normal. Después de todo, tienes un alfa dentro de ti.

—¿Y las feromonas? ¿Por qué solo un omega pudo olerlas?

El doctor miró los resultados un poco más antes de responder.

—Puede ser que tu alfa estuviera esperando un omega que lo enamorara, por lo que las dirigió todas a él.

Puede ser. O sea que ese doctor no tenía la respuesta y solo estaba haciendo una conjetura. No podía confiar en esa nula certeza, pero ¿en qué sí podía confiar?

Durante los siguientes días, se dedicaba a buscar en internet información sobre lo que sintió en su tiempo libre. También se puso a hablar con Sunday por Whatsapp, se dio cuenta de que él era agradable y de que congeniaban muy bien aunque no estuvieran sus instintos de por medio. Quería ir a abrazarlo, pero se dispuso a no hacer nada sin que ese omega se sintiera cómodo.

Pero también tenía que seguir con si trabajo. Sunday le había mandado un video del lugar para que pudiera hacer la planeación y con ello ya pudo darle a su cliente una propuesta para cada día de fiesta. Cada día con una temática distinta, diferentes adornos, un menú único y un gasto inigualable. Sobre todo el quinto día, que era el cierre de la fiesta.

Ese día, había llamado para discutirlo.

—Doctor, ¿no sé si has tenido oportunidad de revisar la propuesta que te mandé?

[Cambia los planes del día dos con los del día cinco. Luego, procede a cambiar todo lo rojo por dorado.]

¿Quería hacer el segundo día el más importante de todos?

—Claro, pero cambiar los adornos estaría un poco complicado. No están todos disponibles en otros colores.

[Pues escoge otros.]

—...

[...]

Sí, era una solución tan práctica, ¿por qué no se le había ocurrido?

—Está bien, Doctor, así le haré. Te mandaré nuevamente la propuesta con las modificaciones que me comentas. ¿Algo más que quieras revisar de una vez?

La Bendición de GaiathraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora