Capítulo 14: El Tiempo que No Pasó (Parte 2)

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Con el paso del tiempo, Sunday y Aventurine iniciaron a convivir más. Se mensajeaban todos los días y se veían frente a frente para discutir la reunión de exalumnos del Gremio Intelligentsia porque era la mejor excusa para verse.

La fecha que acordaron era el sábado, 29 de junio. Ya habían mandado todas las invitaciones y los preparativos iban sin ningún contratiempo, por lo que no había realmente algún motivo para verse en persona. Sin embargo, al menos lo hacían una vez a la semana.

Aventurine se miraba al espejo todos los días. Tenía doce semanas de embarazo y, aunque todo lo que le había dicho el doctor se había cumplido al pie de la letra, aunque había visto las imágenes de las ecografías y había escuchado el sonido del latir del corazón de su cachorro, todavía no lo sentía real. Todos le decían que su olor había cambiado, que se notaba más saludable que antes, que su alfa se había vuelto más posesivo, pero aún le costaba trabajo creer que había una vida creciendo dentro de él. Necesitaba ver su vientre crecer, sentir el movimiento de su cachorro, para poder iniciar a creerlo.

Ratio lo miraba todos los días cuando se veía en el espejo. Algunas veces, también lo tomaba por la cintura y lo besaba un poco. Apreciaba que lo hiciera tiernamente, que no hiciera nada subido de tono ni lujurioso, porque la verdad no tenía—nunca tuvo—ánimos para eso.

Desde que inició a abrirse un poco más a su alfa, Ratio le daba más demostraciones de afecto. Como le había dicho la doctora Bailu, ciertamente, que su omega se sintiera a gusto y protegido al lado de su alfa había mejorado su salud en demasía.

—¿A dónde vas hoy?

Se arregló mucho para salir ese día. Había quedado en verse con Sunday para comer, por lo que puso empeño en su presentación.

—Tengo que ver a Sunday para discutir algo de los preparativos...

Era la excusa que siempre daba y Ratio sabía que era una mentira, pero no le decía nada. Veía a su omega más saludable y la expresión en su rostro ya no denotaba tristeza. Su plan había funcionado a la perfección, Sunday era la cura que necesitaba Aventurine, por lo que no le importaba la brecha en el contrato. Si eso hacía que su omega cuidara mejor de sí mismo, que dependiera un poco más de él, aunque lo alejara de su objetivo de enamorarlo, buscaría cualquier excusa para que ellos dos se encuentren.

—¿Irá Sparkle contigo?

—Sí, ya debería estar por llegar.

En eso, una sirvienta entró a la habitación.

—Vengo a anunciar que la señorita Sparkle está esperando en la entrada.

—Esa es mi señal. Regreso en la noche.

Cuando Aventurine estaba por salir, Ratio lo tomó de la mano y lo jaló para abrazarlo.

—No dejes que ningún alfa te toque.

—No te tienes que preocupar por eso.

—Debes estar de regreso antes del atardecer.

Aventurine miró el reloj. Eran casi las 2 de la tarde, el atardecer asumía sería después de las 6.

—Está bien.

—Si te sientes mal, aunque sea un poco, llámame.

—Lo haré.

Ratio besó a su omega, quien no rechazó el toque.

—Te amo.

Pero jamás respondía eso último.

—Regreso al rato.

Se había vuelto menos doloroso para Ratio no obtener una respuesta desde que su omega daba respuestas más largas y con menos indiferencia. Sentía que estaba avanzando un paso a la vez.

Aventurine salió de la casa, se subió al auto de Sparkle y dejó que ella lo llevara a si destino.

—Jefecito, ¿qué es lo que discutirán hoy?

Aventurine sabía que Sparkle reportaba todo a Ratio, por lo que siempre decidían qué excusa dar.

—Los platillos que se servirán.

Claro, el menú ya lo tenían todo planeado hasta el último detalle pero, oficialmente aún no lo habían discutido.

—Entendido. Me sentaré en una mesa donde pueda observarles por si algo pasa. Hoy tengo una cita con un precioso omega...

Agradecía que su asistente fuera considerada con él. No escuchaba la conversación jamás, pero estaba siempre preparada por cualquier imprevisto.

—¿Primera cita?

—Para nada, lo llevo observando unos meses. Bueno, según él sí es la primera.

—No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.

—Creo que lo enamoraría más rápido si le digo que lo acosé.

—No creo que un omega encuentre eso encantador.

—Es que tú no eres divertido.

No le refutó esa afirmación. No podía negar que era cierto.

—Llegamos. Te aviso cuando sea hora de irnos.

Aventurine se bajó del auto y entró al restaurante. No supo cuándo se pintó una sonrisa en su rostro, pero era algo que solo hacía cuando se trataba de Sunday. Sunday lo hacía sentir completo de una manera distinta a la que su alfa lo hacía sentir. Con Ratio, todo era instintivo. Con Sunday, era algo voluntario, algo más emocional.

Ahí lo vio, leyendo el menú con interés. Habían decidido ese restaurante porque se le había antojado comida china y Sunday había accedido aunque esa cocina no era de su interés.

—Puedes pedirte unas papitas con carita feliz si no te gusta nada.

Sunday bajó el menú y le sonrió a Aventurine.

—No creo llenarme solo con eso.

—Pídetelo dos o tres veces entonces.

—Tampoco es que sea tan nutritivo...

—Sun, nada en este restaurante es nutritivo.

Ningún platillo tenía menos de mil calorías más que los del menú infantil. Odiaba sus antojos que lo hacían subir de peso.

—Entonces te pides el platillo que se te antojó y vamos por una ensalada.

—Hey, tampoco somos vacas. Mejor vamos por un helado. ¿Qué tal un blizzard?

—¿Hay un Dairy Queen aquí cerca?

—No, pero podemos caminar hasta encontrar uno. ¿Qué tan lejos puede estar?

Sunday sacó su celular y buscó el más cercano.

—Está a unos cuatro kilómetros.

—Poco menos de una hora a paso moderado. Necesito ejercitarme más.

—¿Estás bien de salud para hacer eso?

Las muestras de preocupación por parte de Sunday derretían el corazón.

—No pasará nada, te lo aseguro.

Cuando la mesera pasó, Aventurine se pidió un orange chicken y Sunday las papitas de carita feliz.

—A ti no te importa subir de peso, ¿verdad?

—También puede que no suba de peso. Vamos a caminar después de terminar aquí, ¿recuerdas?

—Creí que eso era para bajar las futuras calorías del helado, Aven.

—No creí que te preocupara tanto tu peso, Sun.

Sunday suspiró al escuchar esa afirmación. Aventurine le restó importancia al asunto.

Después de que ambos terminaran de comer, caminaron lado a lado hacia el Dairy Queen, donde ambos se pidieron un blizzard. Eran pláticas banales como esa que los hacía disfrutar el amor que se tenían, aunque no hubiera ninguna demostración de afecto.

A Aventurine le sorprendió lo rápido que se volvieron a llevar justo como antes, como si no hubieran estado separados un año. Le hizo darse cuenta de que, cuando dos personas se aman de verdad, nada más importa. 

La Bendición de GaiathraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora