Capítulo 18: Sunday (2/3)

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La próxima vez que se vieron, había accedido ir a ese restaurante solo porque entendía muy bien lo que eran los antojos de un omega embarazado y quería ser considerado... pero no tardó mucho en arrepentirse, sobre todo al ver que nada en el menú le gustaba.

—A ti no te importa subir de peso, ¿verdad?

—También puede que no suba de peso. Vamos a caminar después de terminar aquí, ¿recuerdas?

—Creí que eso era para bajar las futuras calorías del helado, Aven.

—No creí que te preocupara tanto tu peso, Sun.

A Sunday le inició a preocupar su peso cuando volvió a ver a Aventurine. No era precisamente que estuviera pasado, estaba en su peso ideal, pero quería lucirse lo mejor posible para él. No era vanidad, le gustaba pensar de eso como amor verdadero.

Le sorprendió lo feliz que era al lado de Aventurine, pese a que no hacían nada más que solo platicar como los amigos que eran. Disfrutaba sus horas, pasaba los días con más alegría y se había vuelto más optimista. Lo único que se había vuelto difícil era cuidar su pequeño hogar, el departamento que rentó para compartir con su pequeña.

Había contratado a una omega para que cuidara de ella porque él aún tenía que salir a trabajar y no podía estar al pendiente de ella. Era la misma omega que atendió a Aventurine cuando lo acompañó al doctor.

—Qué buena niña que es tu pequeña Marzo.

—Te la encargo, señorita Black Swan. Si pasa algo, llámame. Ella es mi mundo entero.

—Así le haré... la cuidaré como si fuera mía.

Ese día en específico, tenía que ir a la fiesta que había estado organizando con Aventurine porque él también era un organizador. Esperaba poder verse a solas con él, pero no tenía muchas esperanzas de eso.

Sin embargo, cuando lo vio escabullirse a las salas privadas, decidió seguirlo.

Ahí lo vio, a punto de dormir y un poco cansado. Odiaba a Ratio por forzar a su omega a hacer tantas cosas rodeadas de alfas, era como si no le importara su instinto. ¿Qué haría si su alfa reaccionara negativamente después de la fiesta?

Decidió intentar alegrarle la noche a Aventurine, aunque fuera un poco. Decidió que igual estaría ahí para él, aunque no de la misma manera que le había prometido.

—Odio que sea así... —susurró, pero igual lo logró escuchar—. Aborrezco el deseo de mi omega de estar siempre pegado a él. Me enojan sus demostraciones de preocupación, sobre todo porque no puedo vivir sin ellas. Mi maldito omega es más delicado que los pétalos de una flor.

Sunday lo miró, sabía que en esas palabras no había ni un ápice de mentira, especialmente al verlo, de manera irritada, jalar los cabellos en su cabeza sin lastimarse. Desconocía todo lo que había vivido ese omega al lado de Ratio, pero sabía que sería un tema del que no querría hablar.

—Al menos ahora tendré un cachorro. No creí que me haría tan feliz.

Aventurine dirigió ambas manos a acariciar su pequeño vientre mientras sonreía, contrastando la emoción que parecía tener hacía apenas unos segundos. Sunday no se pudo resistir, no al verlo cambiar tan rápido la emoción pintada en su rostro, no cuando notó que la única felicidad que tenía en su relación con si algo fue algo que seguro le obligaron a tener.

—¿Por qué...? —Titubeó en preguntar cuando vio la mirada atenta de Aventurine en él, pero esa duda lo llevaba sofocando ya más de un año—. ¿Por qué lo elegiste a él?

No lo abrazó, pero quería hacerle saber que lo apoyaría. No lo tomó de las manos, pero deseaba sentir su calor. No lo besó, pero anhelaba volver a compartir demostraciones de afecto con él. No hizo nada, no cuando vio a Aventurine mostrar una mueca de algo que parecía inconformidad.

La Bendición de GaiathraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora