La confesión de Baiser

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Utena estaba aún furiosa: furiosa con Lord, por hacerle daño a tantas chicas mágicas preciadas; furiosa con Venalita, por permitir que eso ocurriera y llevarlas allí en primer lugar; pero sobre todo, estaba furiosa consigo misma por no poder hacer nada en contra de Lord. Se limitó a proteger a Kiwi y Korisu de Sister Giganta, y sin embargo, quedó totalmente herida. Aunque, pese a su enojo, muy en el fondo, sentía que estaba olvidando algo.

Sayo, transformada en Magia Azul, esperaba en el mismo parque de la última vez la llegada de Magia Baiser. Llevaba ya un par de horas esperando y la medianoche le cayó encima.

De repente, sintió una pequeña fluctuación mágica detrás de ella, y vio una característica mano de uñas negras dejar caer una pequeña hoja de papel. Al levantarla, Azul leyó en ella: "Ven al templo de la familia Minakami y siéntate." Un escalofrío recorrió a Azul de pies a cabeza; por un momento, Utena le pareció demasiado macabra.

Azul llegó pronto volando hasta el templo, y sus sospechas se hicieron realidad: un montón de marionetas de cera, idénticas a Magia Baiser, aguardaban su llegada. Un gran cojín estaba recargado en el árbol del templo, y las marionetas parecían alabar al cojín. El otro lado del árbol parecía estar totalmente sumido en la oscuridad, mientras el lado del cojín era iluminado por una única vela.

Azul miró hacia el árbol, tratando de discernir la figura de Baiser en la penumbra. La voz de su enemiga parecía venir de ese lado oscuro, donde la luz de la vela no alcanzaba a iluminar.

—Sí viniste —dijo una voz que conocía bien, Magia Baiser, casi feliz por su llegada—. No te asomes tras el árbol —dijo sonando adolorida, y un golpe seco se escuchó, como si acabara de sentarse, Azul se sentó sobre el cojín mirando al árbol.

—¿Por qué estamos aquí otra vez? —preguntó Azul, tratando de mantener la calma.

Baiser suspiró, su voz resonando suavemente desde las sombras.

—¿Alguna vez has admirado algo tanto que harías cualquier cosa por estar cerca? —comenzó Baiser, su tono cargado de melancolía.

Azul frunció el ceño, sin comprender del todo.

—Antes de ser Magia Baiser, yo era como cualquier otra chica. Admiraba a las chicas mágicas, soñaba con ser una de ellas —la voz de Baiser se suavizó, cargada de nostalgia—. Eran fuertes, valientes, todo lo que yo no era. Pasaba horas viendo sus batallas, deseando poder ser parte de ese mundo.

Azul no podía ocultar su sorpresa. No esperaba escuchar una confesión así de su enemiga.

—Entonces, ¿por qué te convertiste en una villana? —preguntó Azul, la incredulidad evidente en su tono.

—No fue por elección, al menos no al principio —Baiser sonrió tristemente, su figura apenas visible en la oscuridad—. Me ofrecieron una forma de estar cerca de las chicas mágicas. No entendí las consecuencias hasta que fue demasiado tarde. Pero una vez dentro... había algo fascinante en estar tan cerca de ellas, incluso si significaba enfrentarlas. De alguna manera retorcida, me hacía sentir conectada a ese mundo que tanto admiraba.

Azul permaneció en silencio, procesando las palabras de Baiser. Había algo en su voz que resonaba con sinceridad.

—¿Así que disfrutas haciéndonos daño? —preguntó finalmente, su tono más suave pero aún cauteloso.

Baiser negó con la cabeza, su figura moviéndose ligeramente en la penumbra.

—No, no es el daño lo que disfruto. Es la cercanía, la interacción. Enfrentarlas me da una conexión que de otro modo nunca tendría. Sé que está mal, pero... es todo lo que tengo. Ver sus rostros hacer expresiones lindas por mí me hace más feliz que cualquier cosa en el mundo.

Un largo silencio siguió a la confesión casi eufórica de Baiser. Azul no sabía qué pensar. La vela continuaba parpadeando, proyectando sombras inquietantes alrededor del templo.

—Entonces, lo que sentí aquella vez, fue amor —dijo Azul rompiendo el silencio.

Mahou Shoujo ni akogarete /// My versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora