Kaoruko y Haruka

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—¿Por qué no puedo simplemente decírselo? —dijo Kaoruko mirándose frente al espejo del baño de la escuela.

—¿Problemas amorosos, pecho plano? —preguntó Kiwi entrando al baño.

—No estoy de humor, Kiwi sin cerebro —respondió Kaoruko, girándose para enfrentarse a la recién llegada.

Kiwi se acercó, cruzando los brazos. —Relájate, solo bromeaba. ¿Qué te pasa?

Kaoruko suspiró y se apoyó contra el lavabo. —Es Haruka. Cada vez que intento hablar con ella, me pongo nerviosa y no puedo decirle nada coherente. Es frustrante.

Kiwi sonrió con complicidad. —Bueno, tengo una idea. ¿Qué te parece si simplemente vamos y le dices lo que sientes?

Kaoruko la miró, dudando. —¿Así de simple? No sé si podré...

—Claro que puedes —respondió Kiwi, dándole una palmadita en la espalda. —Vamos, yo estaré ahí contigo.

Antes de que Kaoruko pudiera protestar, Kiwi la tomó del brazo y la arrastró fuera del baño, caminando con determinación por los pasillos de la escuela. En poco tiempo, encontraron a Haruka hablando con Utena en el salón de clases.

Kiwi se detuvo a una distancia prudente y susurró a Kaoruko. —¿Lista?

Kaoruko tragó saliva y asintió, aunque sus manos seguían temblando. Kiwi sonrió y caminó hacia Haruka.

—¡Haruka! —llamó Kiwi, interrumpiendo la conversación.

Haruka volteó, sorprendida. —Oh, hola Kiwi. ¿Qué pasa?

Kiwi dio un pequeño empujón a Kaoruko hacia adelante. —Kaoruko tiene algo importante que decirte.

Kaoruko tropezó ligeramente, sintiéndose el centro de atención. Respiró hondo y miró a Haruka a los ojos. —Haruka, yo... yo quería decirte que... que me gustas. Desde hace tiempo.

Haruka parpadeó, procesando las palabras de Kaoruko, y por un momento, el silencio se volvió casi palpable. Luego, una sonrisa suave apareció en su rostro.

—Kaoruko... —dijo Haruka, dando un paso adelante—, yo también siento lo mismo. Solo que nunca supe cómo decírtelo.

Kaoruko sintió que su corazón daba un vuelco. —¿De verdad?

Haruka asintió, tomando suavemente la mano de Kaoruko. —Sí, de verdad.

Kiwi, viendo que todo iba bien, sonrió y se volvió hacia Utena. —Tal vez deberían llamarme Cupido a partir de ahora —dijo en broma, guiñándole un ojo a Utena mientras se alejaba, llevándosela con ella y dejando solas a las dos tortolitas.

Ya en el pasillo, Utena miró a Kiwi con una mezcla de curiosidad y admiración. —Justamente Haruka acababa de decirme que había empezado a sentir cosas por Kaoruko. Fue perfecto.

Kiwi se encogió de hombros, sonriendo. —A veces, la mejor manera de ayudar a alguien es empujándola un poco. Literalmente.

—Mañana se acaba la tregua y podemos volver a pelear con las chicas mágicas —dijo Utena, cambiando de tema—. Estoy bastante emocionada por eso.

Kiwi asintió, compartiendo la emoción de Utena. —¿Tienes algún plan en mente? Oh, y ¿que hay de "eso"? —Pregunto Kiwi levantando las sejas a Utena.

Utena sonrió con un aire de misterio. —Déjalo todo en mis manos. Te sorprenderá.

Kiwi levantó una ceja, intrigada. —Muy bien, confío en ti.

Ambas se dirigieron hacia la salida, preparándose mentalmente para lo que el día siguiente les traería.

Al llegar a casa Utena vio el pequeño tallo de flor que había encontrado aquel día en el hotel, parecía que está apunto de florecer, estaba en un pequeño baso con agua, y lo acercó más a la ventana con la esperanza de que la luz solar ayudará.

Mini Episodio: Tortolitas.

Kaoruko y Haruka se quedaron solas en el salón de clases, todavía asimilando lo que acababa de ocurrir. El silencio entre ellas se rompió cuando Haruka se rió suavemente.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Kaoruko, sonrojada.

Haruka sonrió, mirando a Kaoruko con cariño. —Es solo que... no puedo creer que Kiwi te haya empujado literalmente hacia mí.

Kaoruko se rió también, rascándose la nuca. —Sí, fue bastante directo, ¿no?

Haruka asintió, todavía sonriendo. —Bueno, funcionó.

Kaoruko se animó, queriendo mantener la conversación ligera. —Tal vez deberíamos agradecerle más tarde. ¿O qué tal si le devolvemos el favor empujándola hacia alguien que le guste?

Haruka se rió a carcajadas. —¡Eso sería divertido! Aunque no estoy segura de si Kiwi apreciaría el gesto.

Kaoruko se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa. —Bueno, por ahora, ¿qué te parece si vamos por un helado? Mi forma de celebrar nuestra... confesión.

Haruka asintió, feliz. —¡Me parece perfecto!

Salieron del salón de clases, riendo y bromeando, listas para disfrutar un rato más juntas.

Mahou Shoujo ni akogarete /// My versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora