Cabos sueltos

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Una pequeña mascota blanca lloraba detrás de un árbol, sus ojos grandes y llenos de lágrimas. En su pecho y orejas tenía corazones, y su cola también era un corazón. La pequeña Vatz siempre había sido, en palabras de otros, una debilucha.

—¿Por qué lloras, pequeña? —preguntó una voz firme pero amable.

Vatz levantó la mirada y vio a Venalita, una mascota mágica idéntica a élla, pero en color negro y con estrellas amarillas en lugar de corazones. Venalita provenía de una familia conocida y temida por su asociación con los poderes del caos en el pasado. Su mala reputación le precedía en todas partes, pero en sus ojos había una chispa de gentileza que Vatz nunca había visto antes.

—Ellos... ellos siempre me molestan... —dijo Vatz entre sollozos—. Dicen que soy débil y que no debería estar aquí.

Venalita se sentó junto a élla, su presencia protectora y cálida.

—No deberías preocuparte por lo que digan los demás —dijo Venalita con voz suave—. A veces, la fuerza no se mide por el tamaño o la apariencia, sino por lo que llevas dentro de ti.

Vatz la miró con ojos llenos de esperanza y asombro. —Pero, ¿cómo puedo demostrarlo? Ellos nunca me tomarán en serio.

Venalita sonrió. —Tengo una idea. Usaré mi mala reputación para ayudarte. Mañana, delante de todos, fingiré que me enfrentas. Si haces un buen espectáculo, ganarán respeto por ti.

Al día siguiente, Venalita y Vatz llevaron a cabo su plan. Frente a las otras mascotas mágicas, Vatz "enfrentó" a Venalita con valentía. Venalita, interpretando su papel a la perfección, hizo parecer que Vatz lo había derrotado, ganando así el respeto y la admiración de los demás.

El tiempo pasó, y aunque Vatz prosperaba gracias al respeto ganado, Venalita se encontraba cada vez más sola. La mala reputación que había usado para ayudar a su amiga ahora se convertía en su propia prisión.

Un día, durante uno de sus solitarios viajes, Venalita se adentró en un bosque oscuro y misterioso. Allí, accidentalmente, se encontró con una entidad antigua y poderosa: el Dragón del Caos. Su presencia era abrumadora, y su voz resonaba como un trueno.

—Venalita... —dijo el Dragón del Caos—. Siempre serás vista como la mala, no importa lo que hagas. Pero, ¿y si pudieras convertir esa percepción en poder?

Venalita lo miró con desconfianza. —¿Qué quieres decir?

El Dragón del Caos sonrió, mostrando sus colmillos afilados. —Tu familia ha usado los poderes del caos en el pasado. Esos poderes pueden ser tuyos, y con ellos, el rencor, la envidia, el odio... todos pueden ser canalizados para obtener un poder inimaginable. Acepta tu rol de villana, y serás más fuerte de lo que jamás imaginaste.

Venalita pasó varios días en el bosque, debatiendo consigo misma. Durante ese tiempo, el Dragón del Caos continuó hablándole, susurrando tentaciones y promesas de poder.

—Piensa en todas las veces que te han rechazado —decía el dragón—. Nunca serás aceptada, así que usa eso a tu favor. Abraza tu destino, y serás invencible.

Cada día, las palabras del Dragón del Caos resonaban más fuerte en la mente de Venalita. La tentación de ese poder y la promesa de ser invencible lo llevaron a aceptar el ofrecimiento del Dragón del Caos.

Finalmente, Venalita abrazó el camino de la oscuridad, convencida de que siempre sería vista como la villana, y decidió utilizar ese rol para volverse más fuerte y temido. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, siempre quedó la sombra de la joven que una vez ayudó a una pequeña Vatz a encontrar su valentía.

Fue así que Venalita comenzó con sus planes y maquinaciones, primero con Lord, luego con Utena y así sucesivamente, hasta que pudo regresar parte de su poder al Dragón del Caos. No esperaba que las chicas mágicas, y más en específico, sus "subordinadas", pudieran hacerle frente y derrotarlo.

Mahou Shoujo ni akogarete /// My versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora