Melen era una ciudad portuaria al suroeste de Orario.
Con solo unos tres kilómetros entre los dos, no fue más que brincar, pasar y saltar de una ciudad a otra.
Sirvió como el portal de Orario al mar debido a su proximidad a las orillas del lago Lolog, una gran masa de agua salobre que conducía al océano.
Día tras día, innumerables barcos de países de todo el mundo llegaron al puerto de la ciudad y dejaron sus pesadas cargas.
La mayoría de los bienes serían transportados a Orario como importaciones.
De hecho, casi todo lo que finalmente llegó a los mercados de Orario se reunió por primera vez en Melen.
La capacidad de la ruta marítima para transportar grandes cantidades de mercancías era una de sus principales ventajas, y Orario, también, no era ajeno al uso para sus propias exportaciones.
La ciudad ha usado durante mucho tiempo el puerto como su intermediario para intercambiar sus productos de piedra mágica de renombre mundial por importaciones extranjeras.
No hace falta decir que el Puerto de Meren fue un punto importante en los emprendimientos oceánicos de Orario.
Después de algunas horas Blake finalmente llegó.
La carretera bordeada de edificios de piedra estaba llena de actividad, ya que los extranjeros, comerciantes y pescadores se amontonaban.
Al lado de la carretera estaban las carpas dispuestas con extraños adornos y tiendas de campaña llenas de peces, caracoles y otros mariscos frescos, todos ellos llenos de las voces de los posibles compradores.
Este pequeño panorama de Melen, la atmósfera del bazar, la piel bronceada de los pescadores y comerciantes, y el aroma salado flotando en la brisa, fue suficiente para dejar en claro que se trataba de una verdadera ciudad costera.
Blake observo el lago a lo lejos. La suave luz de la mañana combinada con la ligera brisa del agua hicieron del amanecer un evento único.
Posteriormente se acercó a la orilla del muelle. Varios barcos habían aparcado ahí y algunos marineros bajaban la carga hacia el muelle.
Blake esperaba pacientemente en el muelle, mirando hacia el horizonte mientras el sol se alzaba lentamente en el cielo. Una brisa fresca jugueteaba con su cabello, trayendo consigo el aroma salado del mar.
La apariencia estraña de Blake combinada con su piel carente de bronceado alguno llamaron rápidamente la atención.
Mientras observaba los barcos danzando en las suaves olas, una voz amistosa lo sacó de sus pensamientos.
— ¡Hey, amigo! ¿Te encuentras perdido, necesitas alguna ayuda?—
preguntó el marinero, su tono amable y acogedor.Un pescador con una red de pesca al hombro se acercó a él con una sonrisa.
Blake, con su mirada serena pero atenta, respondió cortésmente:
— No, no estoy perdido. De hecho estoy esperando a alguien—
— ¡Oh! Me disculpó. Es raro ver a alguien como tu por aquí, pero siempre es bienvenido—
Apreciando la genuina amabilidad del marinero, Blake añadió.
— Aunque no creo que llegue pronto–
El pescador, con una expresión de complicidad, le dio una palmadita en el hombro.
— Bueno, mientras esperas, ¿te gustaría charlar un poco? Tienes la mirada de alguien que tiene muchas historias interesantes que contar—
Blake sonrió como si se sintiera alagado. Interiormente alzó su guardia.