El ambiente en la caverna era sombrío y espeso.
Las paredes húmedas reflejaban la luz tenue de algunas piedras brillantes incrustadas en el suelo, lanzando destellos vacilantes que apenas lograban disipar las sombras.
A través del aire, se podía escuchar el eco de cada respiración contenida, de cada susurro de viento que entraba por las grietas.
Los monstruos observaban con cautela, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y esperanza, sin apartar la vista de Blake y la arpía que estaba en su agarre.
Blake mantuvo una expresión indiferente, la arpía aún atrapada en su agarre, mientras dirigía su mirada a la criatura que se le enfrentaba con valentía.
El hombre lagarto, con una postura imponente y sus ojos llenos de determinación, levantó una mano, instando a Blake a escuchar.
- ¡Basta! Nos rendimos - Su voz era grave y potente, pero cargada de súplica.
- Por favor, déjala ir. No buscamos pelear hasta la muerte. Solo queríamos... probarlos.-
Blake, quien mantenía su fría compostura habitual, observó por un momento los ojos de la arpía que lo miraban con pánico y desesperación.
Su respiración entrecortada era casi un eco de las muchas veces que había visto ese mismo miedo en otros monstruos, y por un instante, la imagen de Wiene, tan vulnerable y asustada la primera vez que la vio, cruzó su mente.
Sintió su agarre aflojarse, y una leve suavidad cruzó su mirada.
Miró al hombre lagarto, el líder del grupo, quien respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando mientras trataba de mostrar firmeza.
Sus ojos llenos de preocupación por su compañera y de respeto por Blake parecían revelar un temor más profundo: el miedo a perder a los pocos seres con los que podía contar en aquel oscuro y traicionero mundo.
- ¿Probarme? -repitió Blake, esta vez sin la dureza anterior, sino con un tono más neutral, casi curioso.
- Si querían probarme, han elegido un camino peligroso.-
El hombre lagarto bajó ligeramente la cabeza, sus garras tensas, los músculos de su cuerpo evidenciando su disposición a luchar si Blake decidía no dejarlos ir.
Pero en lugar de amenazar, sus palabras salieron sinceras, casi humildes.
- Teníamos que saber si los aventureros realmente habían acogido a uno de nuestros camaradas o no. ¿La abandonarían a la primera señal de peligro? ¿La usarían como señuelo para escapar...? -
Blake suspiró, bajando la mirada hacia la arpía que todavía luchaba por calmar su respiración.
- Ya veo. Creo que los mal intérprete. Me disculpo-
Soltó a la arpía con cuidado, y ella cayó al suelo, jadeando pero sin apartar la vista de Blake, sorprendida por el gesto inesperado.
El hombre lagarto dio un paso adelante, sus ojos brillando con agradecimiento.
- Gracias... - dijo inclinando la cabeza en un gesto respetuoso.
Mientras ambos líderes tenían su intercambio.
El asombro de Haruhime y Wiene ante el sonido era evidente en sus rostros.
Welf y Mikoto estaban igual de estupefactos.
Incapaces de comprender lo que estaban viendo, no había nada que pudieran hacer más que estar parados y observar.
Para las tres hermanas la sorpresa solo duró algunos segundos antes de volver a su calma habitual. Habían visto a una diosa en plena potencia no había algo que las sorprendiera más allá del shock inicial.
