013, "El principe dragon"

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" EL PRÍNCIPE DRAGÓN"

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" EL PRÍNCIPE DRAGÓN"

Vaegon camino por los esplendorosos pasillos que adornaban la fortaleza roja, hacía días que había aterrizado a la capital en Vermithor. Ahora las noticias para el eran malas: su padre ya no gozaba de tan buena salud y Vaegon como el hombre fiero que era atribuía a que la salud de su padre se estaba deteriorando gracias a la reina y sus aliados: Vaegon no confiaba en Alicent ni en aquellos que abogaban por el pequeño Aegon diciendo que el era un verdadero príncipe dragón.

Se encontró con Alicent en los aposentos de su padre, el rey siendo tratado por el Maestre Mellos, aquel en el que la reina depositaba su total confianza.

—Padre...— exclamó Vaegon llamado la atención de aquello en las cámaras de su padre. El rey levantó la vista mirando a su hijo.

—Hijo mío, has regresado de Dorne...— dijo como si incluso hablar le costará.

—Aterrice en Vermithor ayer por la tarde, escuché que una vez más se encuentra delicado de salud— exclamó el príncipe, no sin antes darle una mirada acusadora a Alicent

—Nuestro rey es fuerte, hijastro, el maestre Mellos hace lo que puede...— Hablo Alicent, quien había aprendido a controlarse al menos frente a Vaegon, ser victima de la lengua filosa del príncipe no era algo muy bueno

Vaegon dejó que las palabras de Alicent flotaran en el aire, mientras su mirada se mantuvo fija en su padre. La respiración del rey era pesada, cada inhalación parecía un esfuerzo monumental. El príncipe avanzó un paso, ignorando deliberadamente a la reina. Sus ojos violetas brillaban con una mezcla de preocupación y furia contenida, mientras su mente no dejaba de martillar la misma pregunta: ¿qué había ocurrido con el dragón invencible que era su padre?

—El Maestre Mellos —repitió Vaegon, con desprecio apenas velado—, siempre cerca de su señora, ¿verdad? Qué extraño que su presencia sea tan constante ahora que mi padre decae.

Alicent mantuvo la compostura, pero sus manos temblaron levemente, un gesto que Vaegon no dejó pasar desapercibido. La reina, quien había aprendido a sobrevivir en un nido de serpientes, conocía bien la lengua afilada de Vaegon y sus veladas acusaciones. Pero esta vez no era el momento para confrontar abiertamente al príncipe. En su lugar, respondió con suavidad.

—Todo lo que hacemos es por el bien de su salud, príncipe Vaegon. Queremos que nuestro rey viva muchos años más.

Vaegon chasqueó la lengua, un sonido que resonó como un látigo en la tensión del cuarto. No era la primera vez que veía a la reina moverse con cautela, calculando cada palabra. Pero él no era Cormac ni Gwayne, ni siquiera su propio padre, que había caído en la red de encantos y astucia de la mujer. No, Vaegon veía más allá de las palabras dulces. En su mente, cada acción de Alicent estaba orientada hacia un único fin: asegurar el trono para Aegon, el hijo que ella y sus aliados pretendían alzar como el futuro rey.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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