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l aire frío de la pista de hielo envolvía a Enid mientras esperaba a que Ajax llegara. Estaba nerviosa por su segunda cita con él. No era común para ella salir con alguien que no fuera un padre o una madre de los niños a los que cuidaba. Pero algo en Ajax la había intrigado desde el momento en que lo conoció en el supermercado.
Finalmente, el alfa apareció, envuelto en una chaqueta de cuero que le daba un aire más casual que su usual aspecto de médico. Con una sonrisa cálida, se acercó a Enid y le ofreció su brazo.
-¿Lista para el juego?- preguntó, con entusiasmo evidente en su voz.
-¡Absolutamente!- respondió la Omega, devolviéndole la sonrisa.
Juntos, entraron al estadio, donde el sonido del hielo crujiendo bajo los patines y el bullicio de la multitud llenaban el aire. Encontraron sus asientos justo a tiempo para el inicio del partido.
Durante el juego, Ajax explicó las razones por las que apoyaba a los tiburones de San Francisco, Enid sin prestar tanta atención estaba fascinada por la velocidad y la intensidad del deporte. Entre risas y animadas discusiones sobre los jugadores y las jugadas, comenzaron a sentirse más cómodos el uno con el otro.
Después del segundo período, Ajax se levantó y extendió la mano hacia Enid.
-¿Te importaría dar un paseo por el estadio? Quiero mostrarte algo-, dijo con una mirada traviesa en los ojos.
Curiosa, Enid aceptó y lo siguió mientras se alejaban de las gradas hacia un área más tranquila del estadio. Allí, bajo las luces parpadeantes, Ajax sacó un par de patines de hielo.
- ¿Vas a patinar?-preguntó Enid, sorprendida.
-¡Vamos! ¿Qué mejor manera de disfrutar completamente del hockey que deslizándose sobre el hielo?- respondió Ajax con una sonrisa, extendiendo una mano hacia ella.
Aunque nerviosa, la Omega tomó su mano y se puso los patines. Juntos, se deslizaron por la pista, riendo y disfrutando del momento. Con cada vuelta, Enid se sentía más cerca de Ajax, como si el hielo bajo sus pies estuviera derritiendo cualquier barrera que pudiera haber entre ellos.
Mientras el juego continuaba en el fondo, Enis y Ajax se quedaron patinando, perdidos en su propio pequeño mundo bajo las luces del estadio. Y en ese momento, Enis supo que esta segunda cita era solo el comienzo de algo especial.
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El sol brillaba sobre el jardín mientras Lilith, Blace y Dorian jugaban con su madre, Wednesday. Los risueños sonidos de sus hijos menores llenaban el aire, pero algo estaba fuera de lugar. A pesar de los intentos de la alfa mayor por estar presente en el momento, su mente vagaba lejos.
