Medio hermanos

Capítulo 20: Ahora entiendo

Elena

Me desperté, estaba re contenta. Era sábado y hoy iba a ir a una tienda con mi vieja.

Ya tenía mis cosas organizadas para mis quinces, que eran en menos de dos semanas.

Estaba feliz con Hernán, e iba a bailar el vals con el. Iba a ser el día de mis sueños.

Aunque me daba pena y coraje el echo de que mi mejor amiga no estuviese en esa fiesta, aunque ella se pasó conmigo, yo todavía la sentía como mi amiga.

Desayuné con mi vieja, ya que Pablo estaba en el trabajo y Danilo estaba dormido.

Danilo dice que los fin de semanas hay que dormir lo más posible, hay que descansar al cien por cien.

A si que una vez desayunado, me aliste y mi vieja y yo salimos de la casa.

En eso que estábamos caminando hacia las tiendas, mi vieja se me gira y se me queda mirando mientras caminamos.

- ¿Qué pasó ma? - le pregunté al notar que no me sacaba la mirada de encima.

- ¿Qué tal estás con Mariela? ¿Volvieron a hablar? - me preguntó.

- No mamá, no - le dije - y sé que hizo mal, pero en el fondo yo la sigo queriendo como amiga, ella fue una buchona, pero sé que no lo volverá a hacer, y que está arrepentida. Y yo la echo mucho de menos...

- Yo creo que lo mejor va a ser perdonarla hija, ella intentó lo mejor para vos, de verdad que tenes que darle otra oportunidad, solo una - me dijo.

Lo que no le conté a mi mamá fue lo de que Mariela me dejó en el pueblo de al lado. Pero ya no importaba, ahora solo quería recuperar a Mariela, y disculparme por cómo la traté en vez de hablar con ella como personas.

Mucho más tarde, mientras estábamos comprando unas camisetas, escuché como mi vieja se me acercaba y me susurraba:

- Es tu oportunidad hija, habla con Mariela, esta allá - me dijo.

Me gire en busca de Mariela, pero no la encontraba.

- ¿Dónde ma? No la veo - le pregunté.

- Allá - me dijo señalando con el dedo.

Cuando me fijé a quien estaba señalando, no pude reaccionar.

- Mamá, esa no es Mariela... - le dije.

- ¿Perdón? - me dijo confusa.

- Esa es Celia mamá... - le dije.

- No hija, ella me dijo que se llamaba Mariela - me contestó - ¿Estamos mirando a la misma?

- Ya lo creo... - dije - aguanta acá, ahora vengo.

Me acerqué a la morocha y la estiré del brazo alejándola de los demás.

- Y bueno, te pillé - le dije.

- ¿Qué decís nena? ¿Todo bien en casa? - me preguntó sarcástica.

- Cállate - le dije - sé que fuiste vos la que me dejó en el otro pueblo, y la que le buchoneo todo a mi vieja.

- ¿Yo? - me dijo.

- Si, vos - le contesté - no te sirvió decirle a mi vieja que eras Mariela, porque lo descubrí igual.

- Bueno, conseguí lo que quería igual, a si que felicididades Sherlock Holmes, me descubriste, pero ya no hay nada que hacer - me dijo.

- ¿A qué te referís nena? - le pregunté.

- Y obvio que lo hice para agarrar más confianza con Danilo, y que vos quedes sola, que ya no estés con Mariela. Te quiero quitar todo, de poco en poco - me dijo.