"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
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Written by Monse Targaryen
Maratón: 1/5
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"Durante la mañana y algo de la tarde, Lady Sayida estuvo manteniendo una interesante conversación con los dos mininos que la acompañaban. La joven sentía que enloquecería por estar encerrada como una prisionera. Pero los mininos le advertían que era por su bien...
Sayida no creía en eso, tenía el leve presentimiento de que la Bestia estaba haciendo algo dentro de la Fortaleza, algo de lo que deseaba ella no notara ¿Sería tan peligroso para hacerlo? ¿O era una medida de seguridad para que ella no escapara? Su balanza se iba poniendo pesada con la segunda opción, ¿Qué acaso no confiaba en su palabra?
Ella sabía que era una prisionera ¿Para que intentar escapar? Le molestaba la falta de confianza.
—Hey, Sayi... —Eggy estiro sus patas traseras para caminar hasta ella algo flojo. Lo observó por sobre el libro que tenía en sus manos. Era un libro de romance—. Vi al cuervo pasar por la ventana, las puertas ya se van a abrir.
Frunció el ceño.
— ¿Quién es el cuervo? —Pregunto extrañada.
— ¿No conoces al cuervo? —Cuestiono algo ofendido. Negó, con sus ojos fijos en los celestes del naranjoso—. Bien, te lo presentare cuando salgamos de este loquero ¡Joff no te subas al armario!
Al girar, noto al pequeño minino arriba del armario buscando una forma de saltar a la cama. Una distancia algo grande para un pequeño gatito de algunas lunas de vida. No tenía la fecha exacta de su nacimiento, pero por el tamaño que tenía el minino negro sacaba que tenía al menos 10 lunas de vida. Era enérgico, cariñoso y algo apegado a Eggy y la Bestia. Necesitaba una figura materna y paterna, encontrándolas en quien menos pensó.
—Ay dioses... —Se levantó de la silla dejando el libro en la mesa, para poder ir a bajar a Joff del armario. Una caída desde esa altura podía dañarle alguna patita o su espalda, por si caía mal. Al acercarse, el pequeño intento saltar y, en el aire, fue alcanzado por Sayida—. No vuelvas a hacer eso, pequeño.
Ante el regaño, Joff bajo su cabecita de una forma tierna. Sayida sonrió ante la ternura. De pronto, el silencio se hizo en la habitación haciendo que sus vellos se erizaran y su cuerpo se inmovilizo. Eggy miraba a alguien tras de ella, su corazón bombeo algo acelerado y, su respiración se aceleró. Al girar, se sorprendió al ver las puertas abiertas, otro gato pero este era blanco encima de un mueble cerca de las puertas y, la Bestia observándola fijamente.