"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
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Written by Monse Targaryen
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"La bestia paso tres días inconsciente en la cama de Lady Arryn. Durante esos días, la joven Lady iba limpiando sus heridas además de cuidar de su dormir...
Las criaturas rompían cosas dentro del palacio además de chillar felices ante la falta de presencia de la bestia. Estos tenían todas las posibilidades de destruir todo en la ciudad de Desembarco del Rey, sin la opción de pensar en si estaba bien o estaba mal. Esas criaturas no pensaban, solo actuaban.
Durante el día, cuando todo estaba despejado de esas criaturas, Lady Sayida iba a revisar que tantos destrozos había en el palacio. No tan solo eso, también limpiaba lo que sus manos podían tomar. Los tres días que la bestia paso durmiendo, ella hizo ese trabajo, limpiar y ordenar un poco el desorden. Aunque estaba segura que el desorden continuaría hasta que la persona durmiente en su cama se mejorara de todas las heridas.
Y eso sucedió, dos días después.
— ¡Agh, me duele! —Chilló.
— ¿Podrías dejar de quejarte? Aun no toco la herida —dijo con calma la joven.
— ¡Arde, mujer! —Exclamó.
—Ni siquiera sabes lo que voy a poner, deja de ser quejumbroso —dijo la joven.
El contrario bufo para mirar a otro lado, tiempo preciso que Sayida uso para untar la pomada en la herida. No ardió pero si refresco. En el rostro del contrario se vio el placer de la frescura en sus heridas. Bien, eso le daba a entender que acepto la pomada y que no gruñiría si volvía a intentar curar sus heridas. Tan malditamente gruñón.
Dejo un plato de sopa cerca de la bestia, para que comiera algo. En días anteriores solo bebió tazas de té. O de leche. Era fanático para la leche. A veces de tanto beberla su barbilla quedaba llena del líquido blanquecino. A Sayida le recordaba a un gato. Un gato grande y gruñón, que gruñía por todo y renegaba cuando no le gustaba algo. Solo sonreía para seguir con sus tareas de curar las heridas o ver que no se moviera para que estas no sangraran.
Las heridas no eran profundas, pero si eran algo preocupantes. Tres largos rasguños desde el antebrazo al brazo, además de cortadas en la espalda por algunos vidrios que fueron rotos con ella. Era difícil limpiar la espalda porque a la bestia no le gustaba seguir órdenes, lo que hacía complicada la curación. Solo lograba hacerlo cuando tomaba asiento en el borde de la cama.