"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
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Written by Monse Targaryen
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Finalmente la barrera había caído. Luego de meses, el gran poder que intentaban enfrentar con todas las armas utilizadas y, de las muertes que sucedían, la que cuidaba la ciudad de Desembarco del Rey, había llegado a su fin. Se agitaba como si una fuerte onda de poder estuviera allí, golpeando contra este de maneras descontroladas y sin detenciones. Los cuatro gatos, Aemond y Sayida observaron como personas, ¡Humanos! Atravesaban la barrera como si nada.
Luego de eso, la barrera se fue resquebrajando lentamente desde las alturas. Como un mal presagio de que algo peligroso iba a suceder en aquella noche de luna llena.
—Debemos proteger la Fortaleza, todas esas personas son creyentes que la Bestia es la culpable de la muerte de la familia real —dijo Hela.
Helaena, era la princesa Helaena.
¿Cómo era posible que se hubieran transformado en gato? Tal vez la bruja que maldijo a Aemond, tuvo la misericordia de dejar a algunos parientes cerca de su casi prometido para que este no se sintiera solo. Tan considerada ella. Si se hubiera dado cuenta desde antes, habría sabido que Joff era el príncipe Joffrey Velaryon, Naranjoso o Eggy era Aegon el hermano de Aemond, y Dae era el príncipe Daeron. Y claro, los pequeños tres gatitos que Hela cuidaba eran los hijos de ella con el príncipe Aegon, Jaehaerys, Jaehaera y Maelor.
Toda la magia que se concentraba en el lugar había hecho que ella fuera olvidando cosas y personas importantes en su vida. Como su gatito blanco en el Valle de Arryn que dejo durmiendo la mañana en que marcho a la capital.
—Entremos, ¡Rápido! —Ordenó Aemond.
Todos corrieron tras él. Los corazones saltaban en sus lugares, golpeteando las costillas de cada uno de ellos haciendo que su pecho doliera. Sayida observó todo con preocupación. Nada había para proteger las puertas. Solo muebles imposibles de mover. O eso era lo que aparentaban ser. Su boca se abrió ligera y sus ojos se agrandaron al ver que, con una sola orden de Aemond los inertes muebles se movieron con destreza y ocuparon los espacios desprotegidos de la puerta.
Como una barrera protectora que no dejaría a nadie entrar.
Por toda la Fortaleza se escuchó el sonido de muebles que se movían, sillas que se arrastraban, alfombras que eran enrolladas y dejadas levantadas contra una pared. Todo ser transformado en algo por la bruja, estaba dispuesto a enfrentar a todos los hombres furiosos que iban avanzando lento por las calles de Desembarco. La gente... La gente se escondió tan bien en sus casas que parecían vacías y las plantas, que crecieron y rodearon las propiedades, las hicieron ver inhabitables.
