"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
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Written by Monse Targaryen
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La cena fue bastante agradable ya que la Bestia preguntó acerca de su vida fuera de Desembarco, en el Valle y Sayida, no se detuvo a comentar de esta en ningún segundo. Esto le hizo recordar cuanto extrañaba a su abuela y familiares. Incluso a su gatito blanco, Zafiro. El cual le recordaba a la gata blanca, Hela, que a veces veía acompañando a Eggy y Joffrey.
La bestia la escuchó con atención, sin interrumpir su parloteo el cual a veces ella quería detener, pero ¿Qué preguntas podría hacerle a la bestia? ¿Acerca de que sucedió? ¿O de como era su vida antes de toda la Maldición? No, mejor seguía contando de su vida para no molestarla y hacer, que la velada se tornara tensa.
El baile tuvieron que aplazarlo porque la noche estaba por caer y a la bestia no le gustaba que nadie estuviera merodeando por los pasillos de la Fortaleza ¿A qué le temía? A las criaturas que salían por las noches. No las había visto, pero las escucho y fue lo más escalofriante que alguna vez escuchó.
— ¿Ha disfrutado de la velada? —Preguntó el contrario, fuera del aposento donde dormía.
—Sí, fue agradable —respondió con una leve sonrisa. La puerta se abrió dejando ver a Eggy, Hela y Joffrey dormidos en los sillones frente al fuego. El gato naranja abrió sus ojos y los observò atento—. Me debe ese baile.
Pudo notar un atisbo de sonrisa en la boca del contrario, pero solo fue por unos segundos. Algo fuera de la Fortaleza caminaba.
—Lo tengo en cuenta. Será cuando menos se lo espere —comentó, para darle un pequeño empujón y meterla en el aposento—. Es tarde. Es hora de dormir.
Sayida no reclamó. Antes lo hubiera hecho, pero en esos momentos tenía mucho sueño. La puerta se cerró atrás de ella, lo que le hizo saber que fue la bestia quien cerró al ver que entró sin problemas. Camino hasta los sillones donde acaricio la cabeza peluda de los tres mininos, sonriendo leve al escuchar el ronroneo que dieron. Extrañaba a Zafiro. Lástima que no podía hacer nada para traerlo hasta la Fortaleza.
Se quitó el vestido y se puso la ropa de dormir. La cama estaba tibia, perfecta para poder dormir a gusto. Que fue lo que hizo una vez su cabeza se apoyó en las almohadas. Los gatos se subieron para darle más calor y, pronto, entro en el mundo de los sueños.
