"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
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Written by Monse Targaryen
Advertencias: Muerte. Incendio.
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Aemond corrió hasta la dragona Vhagar. Esta estaba fuera de la fortaleza sobre una colina, por lo que salió por uno de los pasadizos secretos para que nadie de los invasores lo viera. Una misión tenía en mente, una misión que pondría fin a todo ese sufrimiento de meses sin saber la verdadera razón de la maldición.
Siempre fueron ellos.
Siempre fueron los Hightower.
La flecha que le lanzaron al ciervo blanco era la misma que le lanzaron a su amada. Con colores verdes y negros. Solo le pertenecían a un cazador que fue criado por los Hightower para cumplir con todas sus misiones. El ciervo blanco fue una de ellas para poder culparlo por ello y, que fuera castigado. El animal era sagrado para todos los habitantes de Poniente. Si alguien era capaz de atacarlo o dañarlo, seria juzgado y enviado al Muro de por vida, donde allí lo tratarían como la peor de las escorias al dañar a un ser tan puro.
Pero los Hightower no pensaron que una bruja vio a este cazador. No pensaron que alguien más podía haber estado merodeando por el bosque, que advirtiera la desagradable hazaña de matar al ciervo blanco. No. Ellos no pensaron en las consecuencias que ese acto conllevaría.
Ellos no tenían en cuenta la gran lluvia arrasadora que les caería sobre sus cabezas ambiciosas.
— ¡Vhagar! —Gritó.
La dragona respondió a su llamado con un gruñido de ferocidad, emocionada de volver a ver a su jinete. Con ayuda de sus manos y pies subió las cuerdas que lo llevarían a la silla de montar de la dragona, esta removió sus alas y su cuello, mirando por sobre su cabeza el cielo que comenzaba a oscurecer debido a una pronta llovizna que caería en la ciudad de Desembarco. Apenas pudo su trasero en la silla de montar, la vieja dragona se elevó en un vuelo sin instrucciones.
Porque por muchos años estuvo a la espera de poder destruir aquella ciudad que tantos dolores de cabeza le produjo a su Reina Visenya.
Su gran cuerpo de reptil estiro sus alas y las bajo y subió para poder elevarse más en el aire, por sobre las nubes para que, al momento de llegar a Antigua, la vieran aparecer de sorpresa que no le diera a nadie la oportunidad de escapar. Aemond sonrió de lado, con su mirada puesta en el camino que la dragona marchaba. Las cuerdas en sus manos sostenidas con fuerza y la capa que cubría su cuerpo, hondeaba con violencia. Sus ropas eran oscuras, le había alcanzado el tiempo para ir a ponerse ropa más cómoda y decidió por usar ropa oscura.