¿Qué haces, Sasuke?

Capítulo 56

Capítulo 56: El monstruo en mi estómago.

La situación seguía escalando, de mal en peor.

Sasuke creyó que Shikamaru podría arreglar lo que había arruinado. Él siempre pudo. De una u otra forma; lo hacía sentir tonto por elegir la variable más difícil cuando para una mente privilegiada como la de él existían miles de opciones más fáciles e igual de efectivas.

No obstante, Temari era una hábil y terca contrincante, que hasta Kankuro pareció retractarse de haber sacado a Cuervo antes.

Pero lo peor era no tener música épica.

Bueno, no.

Lo que más preocupaba a Sasuke era el paradero de Gaara, que sin dudas observaba desde algún punto, evaluando, aprendiendo...

No es que Sasuke no pudiera sentirlo en lo absoluto, sino que su chakra lo cubría un extraño y peligroso velo con olor a muerte que le provocó arcadas. Él no debería tener el conocimiento de que ese era el chakra de Gaara, pero Sasuke reconocería la intensidad de un Kyubi a kilómetros. Apestoso como Kurama.

Con la punta de los dedos adormecidos, Sasuke observó fijamente a Naruto, que había vuelto a ser tan estúpido como siempre. Sin embargo, hace tan sólo unos momentos había tenido esa misma mirada helada con la que Sasuke se había enfrentado pocas veces, en las que terminó perdiendo por ese ya no era Naruto.

Esa fría expresión de muerte que despertaba en Sasuke una fuerza oscura e inestable, como un deseo incontrolable de atacar, que se desbordaba por cada nervio de su cuerpo.

Sasuke lo llamaba instinto de supervivencia, puesto que únicamente suele activarse con tanto ímpetu en los momentos en los que Naruto perdía el control del Kyubi, cuando el zorro no dudaba ni un segundo en intentar alcanzarlo para matarlo, que el deseo de provocar, defender y atacar se volvía una necesidad primaria en cada cachito del cuerpo de Sasuke. Era una furia violenta y destructiva que se manifestaba en el centro de su estómago y lentamente se regaba por todo su cuerpo como un dulce tónico de alta mortalidad.

La última vez que fue lo suficiente estúpido para retar a Kurama, sintió que una energía violenta, ruidosa y ansiosa le nublaba el juicio, que la consciencia se le escapaba entre los dedos y que caía en un profundo torrente de oscuridad.

Afortunadamente Kakashi intervino en ese entonces. Y ahora Naruto estaba tranquilo...

En teoría, Sasuke ya debería haberse calmado.

No obstante, su cuerpo seguía entumecido y su mente oscilaba entre la realidad y el sueño. La parte racional de su cerebro seguía en guardia, ni Kankuro ni Temari representaba la verdadera amenaza, para desencadenar una reacción de tal magnitud en Sasuke se requería algo más.

—Kankuro...—dijo una voz siniestra detrás de Sasuke. Gaara acababa de formarse a través de su arena, de lo más normal—, retrocede.

... Hacía falta algo como eso.

Un frío glacial se apoderó de su cuerpo.

Demasiado cerca y asfixiante.

Pero más sutil que Kurama.

La cosa en su estómago enloqueció, arañando desde el interior hacia afuera, como si el intenso fuego en su abdomen también le hiciera daño.

—Están avergonzado a nuestro aldea, ¿ya olvidaron la razón de porqué venimos aquí?

—¡A-ah, lo sé!—tartamudeó Kankuro—. E-es que ellos nos retaron, ellos empezaron esto, en serio, yo no suelo... ya sabes que soy muy...

—¡Cállate!—le espetó Gaara—. O te mato.