Capítulo 7. Encontrado.

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Escuché atento por unos minutos.

–No quiero comida– había dicho Arien.

–No seas tan testarudo, la comida se desperdiciara si no la tomas.

Una mano salió del borde del muelle, tomando la bolsa de plástico ofrecida por Acuario. Hay un delicioso aroma que podría identificar como pollo.

–No puedo pagar por esto– dice Arien.

–No dije que lo hagas– Acuario es extraño. Su voz es tan suave que me recuerda a la tela con la que Rosa cubre a los enfermos. Tenía una sonrisa tranquila y parecía más un salvador que una constelación.

De pronto el chocolate caliente que Capricornio quemaba en mis manos, algo que tampoco había conseguido yo. Casi lo derramó sobre Capricornio cuando se lo entregó. Demasiado brusco para mis intenciones.

Di fuertes pasos sobre la madera, haciéndome notar antes de inclinarse al lado de Acuario, ahí bajo el muelle y sobre una de las maderas que servían de soporte, estaba Escorpio, actuando como un bebe que abandonaron. No se de donde carajo saque fuerza, pero lo tomé de la chaqueta y tiré con todas mis fuerzas para sacarlo de ahí y subirlo al muelle.

–Nos vamos, Rosa espera y está preocupada– dije pensando que no había dejado lugar para discusiones, pero sentí un tirón.

Al girar, Acuario tomaba a Escorpio de la manga, me miraba con una mirada fría y llena de desprecio. Me aferre más a mi agarre, mientras Escorpio miraba la orilla del muelle, note la bolsa de comida flotando en el agua.

–¿Vas a aceptar su ayuda? – pregunte susurrando a ¡Mi mejor amigo! –Es de Zona Mercurio, ¿cuando han movido un dedo por nosotros?

Los ojos de Acuario se abrieron, llenos de sorpresa.

–¿Disculpa? Si mal no me informaron, tú debiste ocupar tu lugar como constelación hace meses– dijo Acuario con su tono de voz superficial y fino. –¿Que haz hecho por los tuyos?

No mire a Capricornio por pura fuerza de voluntad.

–Hora de irnos, Escorpio– dije firme y por fin me miró.

–¿Cómo me llamaste?

Había una desilusión en los ojos de Escor... de Arien.

¡Él es Arien, carajo! Es mi mejor amigo, es Arien, el chico que cuida de su madre y nos reímos mientras corremos por entre los techos de Zona SIamesa.

–Volvamos a casa, Arien, vámonos ya. Tu madre te está esperando– rogue pero mi voz no flaqueo.

Acuario ajustó su agarre, avanzando. –Aún no han comido, ¿qué tal si los invito algo?

Escor... ¡Arien! miro al agua de regreso. –No, gracias, tengo que volver con mamá.

¿Por qué suena tan triste?

–Gracias por todo.

–No tienes que ir– hablo Acuario de nuevo.

–¿Qué? ¿crees que lo voy a lastimar o que mierda? – di el paso para encarar a Acuario, su bonita cara bien podría terminar con un ojo morado, me importaría un carajo.

–¡Cáncer, es suficiente! – la llamada de Capricornio me helo la sangre.

No he pasado mucho tiempo con Capricornio, pero todo este tiempo había actuado como alguien calmado, que gritara de esa manera, más la vibra aplastante que sentía en el lugar. Acuario miro a Capricornio tan asombrado como yo. Se veía que Capricornio tiene un nivel diferente a nosotros dos. Era abrumadora la presencia de la cabra, incluso verlo por mucho tiempo era sofocante, solté a Escorpio refunfuñando.

El Territorio del CangrejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora