Capítulo XV. Agente Barrett

23 3 0
                                    


Kenneth

— ¡Felicitaciones, agente Barrett! — Carlos, el agente Parra, me felicita y luce muy contento —. Ya me enteré que te asignaron el caso más jugoso de la sede, esto hay que celebrarlo en grande.

— Gracias, Carlos, pero no quiero salir esta noche. Quiero quedarme en casa a descansar — le digo con toda franqueza.

— Vamos, ¿sí? Te prometo que te vas a divertir. Comeremos carne y beberemos cerveza hasta reventar — insiste.

Lo pienso un momento y...

— Está bien — no me opongo a la idea de salir y distraerme un rato —. Supongo que no me caerá mal una salida con mi mejor amigo — sonrío, dándole un pequeño golpe en el brazo.

— ¡Excelente! Nos encontraremos en el mismo lugar de siempre, ahora si me lo permites, tengo que terminar un informe para el director sobre los alemanes. Nos vemos en la noche — se despide y casi choca con los demás agentes por no mirar hacia adelante.

Entro a mi oficina y me siento mirando hacia la nada. Minutos después, entra mi asistente y pone sobre la mesa toda la información recabada sobre el clan ruso.

— Gracias, Nancy. Ya puedes retirarte — le digo, alcanzando una de las carpetas.

En cuanto abro la carpeta, lo primero que veo es el perfil criminal de Staneislav Kozlov. No me sorprendo al ver que hay tan poca información sobre él, ya que siempre se esconde muy bien y poco sabemos de su historia. Es una rata con las vidas de un gato.

Sin embargo, gracias a una ardua investigación, sabemos que se hace pasar por empresario aquí en Estados Unidos, todo con el fin de conseguir proveedores y conseguir más almacenes para crear y almacenar sustancias ilícitas.

Muy pronto se llevará a cabo el foro empresarial más grande del mundo, por lo que no hay ningún CEO que desaproveche esta oportunidad de crecer y por eso estoy casi seguro de que estará allí, haciéndose pasar por uno de ellos.

— Juro que voy a atraparte aunque sea lo último que haga en esta vida — digo en voz baja, todavía revisando las demás carpetas.

Repaso una y otra vez toda la información que tengo, la analizo detenidamente, pensando en alguna jugada que me dé alguna ventaja para atraparlo o estar más cerca de poder hacerlo.

La noche cae y me levanto, apago mi computadora y salgo de mi oficina. Me subo a mi auto, pero antes de llegar con Carlos paso por mi casa cambiándome de ropa.

— Buenas noches — saludo con una sonrisa a la señora Hans, la dueña del pequeño establecimiento donde Carlos y yo solemos pasar la mayoría del tiempo luego de nuestro trabajo.

— Kenneth, muchacho, veo que hoy saliste más temprano del trabajo — voltea la carne de las hamburguesas y les echa más aceite —. ¿Y Carlos? No me digas que te dejó solo, de ser así le daré un sartenazo la próxima vez que lo vea.

— No, de hecho, ya viene en camino. No lo golpee con la sartén, señora Hans, o va a matarle la única neurona que le queda — le digo en son de broma.

— Tienes razón, Kenneth, pero de un sermón no se salva — me asegura apuntándome con la espátula.

Niego con la cabeza, sonriendo con diversión. Saco mi celular y me pongo a revisar mis redes sociales, las cuales no uso por mi falta de tiempo, pero de vez en cuando entro a ver videos graciosos para relajarme.

— Dos hamburguesas pero con doble carne, con papas grandes y dos refrescos medianos de limón, por favor — ordena una chica que nunca había visto aquí antes, pero la forma en que la señora Hans le habló me hizo entender que la conocía.

Exorbitante Amor © #3 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora