Exorbitante Amor © #3 [+21]

Capítulo V. ¿Qué haces tú aquí?

Gabriel

Ha pasado una semana desde que Saleth comenzó a trabajar como mi secretaria. Y a decir verdad, lo está haciendo bien. Aprende rápido.

No me equivoqué al contratarla.

— Listo — le entrego los papeles que acabo de firmar —. No olvides sacarle copia para dejar un registro.

— Como usted diga — ella se gira en dirección a la puerta y se marcha.

Me parece interesante el hecho de que Saleth es muy profesional en lo que hace. Desde que le ofrecí el trabajo y ella aceptó, no ha dejado ni un momento de tratarme con respeto al dirigirse a mí. Y recuerdo que cuando la conocí nos tuteamos, pero luego de que la contratara ya no lo hizo más.

Su voluntad es sorprendente. Lo digo porque va a la universidad por las mañanas, estudia una carrera que no es para nada fácil, en las tardes viene a la oficina y se queda hasta muy noche organizando todo lo que no pudo hacer en la mañana.

¿Tendrá novio o novia?

Me hago esa pregunta porque no todas las personas aceptan el hecho de que la otra parte involucrada sentimentalmente, no tenga un tiempo lo bastante flexible para dedicarle. Entre el estudio y el trabajo no queda mucho tiempo que digamos. En fin, ese no es problema mío. Pero a veces uno termina cediendo al chisme, digo, a la curiosidad.

Terminé de leer la propuesta que presentó Joe, y debo decir que es bastante buena, pero había algunos riesgos que no quisiera correr ni drogado. Como, por ejemplo: la zona donde se planea construir es un área protegida. No quiero problemas con los de medio ambiente, ni mucho menos con los grupos de personas que protegen a morir estos lugares. Podría conseguir los permisos, pero sería jugar con fuego.

Aunque pensándolo bien, este proyecto podría realizarse sin la necesidad de talar ni de destruir la naturaleza, es más, creo que eso podría usarlo a mi favor. Estaría protegiendo el medio ambiente y creando el mejor centro comercial de la región. Y tengo a la persona indicada para elaborar los planos.

Busqué su número en mi celular y comencé a llamarle.

— Holi, ¿qué pasó, hermanito? ¿Me extrañas, verdad?

Giré mis ojos.

— No. Te llamaba por algo más.

— A ver.

— Necesito que te encargues de un proyecto el cual podría beneficiarnos mucho. Ganaríamos más prestigio del que ya tenemos y por supuesto mucha más acreditación en el mercado.

— ¿Y de cuánto más o menos sería mi salario?

— Ellen, nadas en dinero, literalmente, ¿y estás preguntándome por el salario, es en serio? — digo un poco desconcertado

— Pues sí, mi tiempo es oro. Me encantan los proyectos, pero me encanta más fastidiarte a ti, hermanito.

— De acuerdo — estresado, me froto la frente con mi pulgar, dedo índice y dedo medio. No quiero dejar pasar este proyecto, por lo que accedo —. Te pagaré la suma que consideres conveniente, solo encárgate, ¿sí?

— Cuenta conmigo.

— Eso era todo, adiós.

— ¡Espera!