CAPITULO 7

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Lujuria.

"Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,
sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne."

Romanos 13:13-14

Ethan.

No sé qué palabra utilizar para saber cómo me siento.

¿Sorprendido?

¿Asombrado?

¿Pasmado?

¿En shock?

Lo qué acaba de pasar me ha dejado muchas interrogantes.

¿Acabo de ver como Hadasa mandaba a alguien al infierno sin decirlo?

Impresionado. Si, creo que esa sería la palabra.

Estoy impresionado. Y no soy el único,  Ann y Liz se fueron detrás de ella después de mandar épicamente a Vicent al infierno. Jasper y Andrew también están pasmados. Porque, vamos, Hadasa es todo sonrisas, alegría y dulce. La cristiana consagrada,—creo que así se dice—la evangélica. Es obvio que vamos a estar asombrados. El único que no padece serlo es el afectado de la sentencia. ¿Ya se esperaba está reacción? ¿De dónde se conocen?

—¿Qué es el rapto?—pregunta Andrew saliendo del asombro.

—No tengo idea,—le responde Jasper aún sin quitar la mirada de por donde se fue Hadasa —pero suena aterrador.

Ruedo los ojos. Vicent suelta una risita haciendo que lleve mi vista hasta el, que está a mi izquierda sentado en el banco.

—Me sorprende que le crean a esa falsa—comenta Vicent con malicia.

—¿Qué?—pregunta Jasper.

Él y Andrew deciden pasarse al banco de en frente para hablar más cómodos.

—Ella es una falsa,—continúa Vicent—hace tiempo por su culpa mataron a otra chica...

Desconecto de la conversación para quedarme detallando a una morena de piernas largas que está diagonal a nuestra mesa. Hace tiempo que no hago nada, ni siquiera en la semana que gasté dinero como desquiciado. Miro a la morena quien se mueve con gracia cuando habla. Lleva puesta una falda que deja al descubierto un tatuaje con forma de espiral por su pierna izquierda.  Está buenísima. No la conozco, ni a ninguna de las que están con ella en la mesa, eso quiere decir que no me he follado a ninguna. Bien. Puedo estar con cualquiera.

Mi atención va a una chica que corre por el comedor de la universidad a toda prisa.

Hadasa.

¿Qué le habrá pasado?

No veo a Liz ni a Ana.

¿Discutieron?

Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, tomo mi mochila y me levanto del banco sin prestarle atención a los chismosos que siguen hablando sobre Hadasa y otra chica ahí. Sigo en dirección a la que se fue la pelinegra. En el pasillo de los baños. La encuentro pegada a la pared del pasillo desolado mientras ella me da la espalda y se sacude como si estuviera llorando.  Me acerco con cautela para saber que está murmurando.

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