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ALEXANDRIA

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ALEXANDRIA.

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Sus nudillos volvieron a ir hasta la madera de aquella mesita frente al sofá para golpearla con algo de fuerza. Consiguió la mirada expectante de la mujer frente a él, que le observó con esos ojos penetradores, capaces de ver tras través de los suyos.

Un bufido se escapó de sus labios mientras su rodilla comenzó a moverse con impaciencia, chocando contra las patas de la mesita en un ruido constante que resaltó sobre el silencio ensordecedor de la habitación.

Había pasado mucho tiempo desde que veía una habitación como aquella, decorada con muebles de madera elegantes y... ¿eso era aromatizante? Su nariz se arrugó ante el fuerte olor a canela.

— ¿Quieres estar aquí, Conner?

Soltó un suspiro, lleno de cansancio, entornando los ojos alrededor con impaciencia. Quería salir de ahí y estar junto al resto, por alguna razón se sentía desprotegido estando solo en esa habitación.

— Bueno... — balbuceó, con la mente en blanco — los niños merecen un techo.

La mujer no aprobó su respuesta. Lo miró con severidad y Conner recordó cuando su padre lo observaba así, lo que significaba y el sufrimiento que le seguía el resto de la noche. Tuvo miedo y tembló, asustado cuando ella se inclinó hacia él desde el otro sofá al frente.

— ¿Y tú? ¿Mereces un techo?

Conner torció los labios.

— No lo sé — admitió, dejando salir el aire de sus pulmones mientras una punzada de dolor se instaló en la frente, haciéndolo aguantarse un chillido de dolor —. Quiero creer que puedo iniciar aquí, pero... simplemente no logro encontrar mi lugar, es como si no encajara en ningún lado.

— Pareces encajar junto a ellos.

Lo pensó.

Se había sentido en confianza la primera noche, incluso bajo los ojos atrayentes de Daryl juzgándolo. Se sintió protegido junto al resto aún cuando Joel le gritó que era mejor ser un solitario, porque así había vivido toda su vida. Porque con su problema, las personas a su alrededor no permanecían a su lado y las que lo hacían, terminaban lastimadas. Tal vez, lo mejor sí era ser un solitario.

Bang, Bang! (Daryl Dixon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora